EL CUIDADO PASTORAL CONTINUO SOBRE LA FALTA DE PERSEVERANCIA

Las misiones parroquiales tenían la habilidad de crear entusiasmo mientras se desarrollaban y el fervor tendía a perderse gradualmente después. Esta es la experiencia de todas las personas al abordar nuevos retos con entusiasmo y la necesidad de mantener el ímpetu en forma consciente al pasar la novedad.

Es por ello que los Misioneros insistían en dar una serie de instrucciones para mantener una sólida base continua, cuando las emociones se habían calmado

Conocedor de la naturaleza humana, Eugenio subrayaba la necesidad de comenzar una y otra vez la travesía espiritual a través de los sacramentos. Escribió al párroco de Brignoles:

En cuanto al cálculo que hace sobre el número de las comuniones de Pascua, hay que recordar que la reconciliación en el sacramento de la penitencia, como tampoco la justificación en el bautismo, dan la impecabilidad.
Tiene uno que lamentarse amargamente por la inestabilidad de los propósitos y la extrema miseria de la debilidad humana. ¡Ay! ¡Felices nosotros! Nuestro Señor conocía la triste condición de nuestra naturaleza corrompida; por eso, instituyendo el sacramento de la penitencia de modo que pudiera ser recibido dignamente repetidas veces por la misma persona, ha tranquilizado anticipadamente al sacerdote que lo administra conforme a las reglas, y ha salvado al mismo tiempo al pobre pecador de la desesperación, en la que caería, sin esa previsora misericordia;
así que su observación no provoca ningún escrúpulo en mi alma, y sigo creyendo que hasta lo que no ha sido duradero ha podido ser real; no sólo en apariencia, como Ud. piensa.

Carta al Párroco de Brignoles, Agosto 23, 1821, EO XIII núm. 39

 

La vida no es fácil para ninguno de nosotros. ¿Pero y qué? Debemos ser perseverantes y sobre todo, confiar en nosotros mismos. Debemos creer que tenemos algún don para algo y esto debe ser alcanzado.”    Marie Curie

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EL CUIDADO PASTORAL CONTÍNUO FRENTE A LA CRÍTICA

La vida de cualquier persona que esté involucrada en el servicio público y el ministerio, siempre está sujeta a la crítica. Al recibirlo, es fácil permitirle cegarnos al bien real logrado.

El párroco de Brignoles, cuya “edad y enfermedad” le habían impedido participar por completo en la misión, había escrito una carta de crítica a Eugenio, en la cual acusaba a los Misioneros de no haber dejado resultados duraderos después de la misión en su parroquia.

Dice Ud. a quien desea oírle que: “el incendio sólo ha dejado cenizas”. Si así fuera, habrá logrado llenar nuestra alma del más vivo dolor; y aunque sea cierto que no somos responsables de esa defección, no por eso estaríamos menos tristes; pero, gracias a Dios, encuentro en su propia carta algo que me tranquiliza.

Eugenio señaló a continuación, citando la carta del mismo párroco, que algo del “fuego” seguía ardiendo en la parroquia.

En primer lugar, me dice Ud. que las chicas no han acudido al baile de la fiesta; ya es algo, que la mitad de la población se haya acordado de los principios que se le habían inculcado. ¿Quién sabe si los mismos jóvenes, en gran número, no habrían seguido el ejemplo de las chicas, si, apoyados como debía ser, hubieran encontrado, en una Congregación, las ayudas necesarias? Era nuestro parecer. Además, me dice que la disipación no ha producido ni mucho menos los efectos que yo parecía temer; eso se debe a algunos buenos recuerdos de la misión.

También había contradicción del párroco en cuanto a la asistencia a Misa y la comunión.

Me resta rechazar la inculpación que me imputa de no haber hablado bastante de la misa parroquial. Si su edad y sus achaques le hubiesen permitido asistir a las instrucciones de la mañana, dedicadas a la explicación de los mandamientos, tendría Ud. que reconocer que se ha dicho, sobre ese tema, cuanto se debía decir.

Carta al Párroco de Brignoles, Agosto 23, 1821, EO XIII núm. 39

 

La crítica, como la lluvia, debería ser lo suficientemente suave para fomentar el crecimiento de una persona, sin destruir su raíz.”      Frank Howard Clark

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EL CUIDADO PASTORAL CONTÍNUO POR EL BIENESTAR DE LOS EVANGELIZADOS A TRAVÉS DE UNA MISIÓN PARROQUIAL

Del 14 de enero al 25 de febrero de 1821, Eugenio y los Misioneros habían predicado una extenuante misión en el pueblo de Brignoles. Como era su costumbre, los Misioneros deseaban programar las fechas para una visita posterior al año siguiente. El párroco del lugar se había negado y escrito una carta calumniosa a Eugenio, quien respondió en términos fuertes a las acusaciones.

Lo que me sorprende es la crucial importancia de la preocupación de los Misioneros por el bienestar de la gente del lugar. Habían pasado seis semanas evangelizándoles y deseaban consolidar el bienestar espiritual que habían iniciado.

Señor Párroco, tal vez haya sido yo demasiado sensible a sus procedimientos; tal vez haya expresado con demasiada claridad un sentimiento demasiado vivo. Si es así, no pretendo disculparme;
sin embargo, qué hombre no se sentiría herido vivamente, viendo cómo Ud. pone tanto cuidado para apartarnos de sus feligreses (cuando la vuelta de misión), cuando cualquier otro, en semejante circunstancia, hubiera hecho todo lo posible para acercarnos a ellos. No crea que el justo descontento que le expreso tenga otros motivos que el deber que nuestro carácter [ed. misionero] nos impone.
Considerando las cosas humanamente, poco nos importaría reaparecer por su parroquia para la vuelta de misión; nosotros sólo queremos consolidar, con nuevos cuidados, una obra tan felizmente iniciada. Si se lo pedía, era para mayor bien y en contra de mi inclinación y mis necesidades que pedían descanso. De haber tenido Ud. buenas razones para retrasar esos ejercicios, considerados en todas partes necesarios después de una misión, le era fácil decírmelo educadamente, sin acudir a una verdadera difamación. ¿No fue por su apremiante petición por lo que fuimos, durante dos meses enteros, sacrificando nuestro descanso y nuestra salud, para servir a su pueblo?

Carta al Párroco de Brignoles, Agosto 23, 1821, EO XIII núm. 39

 

Si encuentras en tu corazón el cuidar de alguien más, habrás tenido éxito.”   Maya Angelou

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EL CUIDADO PASTORAL CONTÍNUO DE LOS PRISIONEROS

Uno de los primeros ministerios de Eugenio fue con los prisioneros de Aix y deseaba continuarlo a través de los Oblatos, según escribió en las Reglas:

Art.1. Nunca olvidemos que uno de los principales fines de nuestro Instituto es ayudar a las almas más abandonadas. Por esta razón, los desafortunados presos de las cárceles tienen todo el derecho a reclamar la caridad de nuestra Sociedad.
Art. 2. Asistiremos, además, a los prisioneros tan lejos como las circunstancias lo permitan, visitándoles frecuentemente, por lo menos los domingos, y enseñándoles sus deberes religiosos.
Art. 3. Sobre todo, nos esforzaremos por traerles a la confesión mediante las más dulces exhortaciones y, también, a recibir, de tiempo en tiempo, la Sagrada Comunión.

Regla de 1825

Rey, el biógrafo de Eugenio comenta:

El ministerio de la casa de Aix iba en aumento. En los primeros meses de 1821 los Misioneros de Provenza se hicieron cargo del cuidado de las prisiones. Hasta entonces habían sido capellanes voluntarios y ahora se convertían en los capellanes oficiales. El P. Moreau fue el primero en realizar este ministerio y le escribió al P. de Mazenod:

“Me causa inmensa alegría cuidar de los infortunados prisioneros. Envidiaría a quien quisiera tomar mi lugar. Si fuera su deseo darme mayor prueba de su preocupación, sólo habría de confirmarme en esta sublime ocupación. Asisto diariamente a la prisión. Hoy estuve ahí por tres horas y media. Un gran número de ellos desean seguir mis recomendaciones para su salvación. Sé que no debería asombrarme por los hermosos exteriores, pero me conmueve hasta las lágrimas la alegría de ver la cooperación de la mayor parte de ellos.”

Carta de Noel Francois Moreau a Eugenio de Mazenod, Agosto 3, 1821 en Rey 1

 

“Mientras más pienso en el sufrimiento humano en nuestro mundo y mi deseo de ofrecer una respuesta paliativa, más me doy cuenta de cuan crucial es no permitirme quedar paralizado por los sentimientos de impotencia y culpa. Es más importante que nunca ser fiel a mi vocación de realizar bien las pocas cosas que soy llamado a hacer y aferrarme a la alegría y paz que me brindan. Debo resistir la tentación de permitir a las fuerzas del mal llevarme a la desesperación y hacerme una de sus muchas víctimas”.    Henri J. M. Nouwen

 

 

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NO TAN ÚTIL COMO LOS DEMÁS DE LA COMUNIDAD

El joven Bourrelier no era feliz porque se consideraba menos útil que los que le rodeaban. Aquí, Eugenio le animó remarcándole que sea lo que fuese lo que se le pedía que hiciera en la casa, como servicio a la comunidad o a su Regla, era una invitación a buscar la presencia de Dios. Viviendo el momento presente enteramente para Dios, “con corazón y con alma”, era una garantía de salvación.

Cuántas cosas tendría que deciros sobre la pena que me manifestáis de no ser útil. ¡Qué error!,
si la obediencia me colocara a la puerta para abrirla y cerrarla a los que van y a los que vienen, me estimaría muy feliz y creería, no sin razón, más asegurada mi salvación que en el lugar que ocupo bien forzosamente y en contra de mi gusto. Se hace siempre bastante cuando se hace lo que la obediencia prescribe. No se trata de hacerlo bien sólo exterior mente, sino de corazón y de alma; entonces está uno salvado.
Así mi querido amigo, cesad en tener la menor pena sobre ese asunto…

Carta a Hilarion Bourrelier, 19 Septiembre 1821, EO VI n 72

 

Deja que la valoración de lo que vales derive de la conciencia de que Dios te ama. Cualquier otra medida deja a uno en un estado de engaño.” Anónimo

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ES JESÚS EL QUE DA A CONOCER SU VOLUNTAD

Habiendo exhortado a Bourrelier “convéncete a ti mismo de que estás feliz de pertenecer enteramente a Jesucristo,” Eugenio continúa recordándole que pertenecer a Jesucristo conlleva obediencia. En primer lugar, a la Palabra de Dios expresada a través de la Regla de los Misioneros.

Ahora es Jesucristo, nuestro divino Salvador quien es vuestro Maestro y os manifiesta sus voluntades por la Regla que habéis abrazado con amor, y por la voz de los superiores que tienen su lugar.

En segundo lugar, a través de la guía del superior de la comunidad, que es el guardián del espíritu y ministerio de los Misioneros.

Abrid la vida de los Santos y veréis cómo han entendido esa virtud y verdad y sobretodo cómo lo han puesto en práctica. Entre ellos es donde debéis buscar vuestros modelos; con tales ejemplos no se puede equivocar nadie.
¡Oh santa obediencia! camino seguro que conduce al cielo, ¿puedo apartarme alguna vez de la linea que tu me trazas? Quiera Dios que sea siempre dócil a tus menores consejos! Sí, mi querido hermano, fuera de ese sendero, no hay salvación para nosotros. Pero gracias sean dadas a la bondad de Dios, ya lo habéis comprendido y vuestra carta tranquiliza mi solicitud justamente alarmada..

Carta a Hilarion Bourrelier, 19 Septiembre 1821, EO VI n 72

Jesús es fuente y modelo de la autoridad en la Iglesia. A ejemplo del Señor, que lavó los pies de sus discípulos, los que son investidos de autoridad entre nosotros, están llamados no a que les sirvan sino a servir. Su servicio consiste en coordinar y dirigir los esfuerzos de todos en la evangelización de los pobres, y también animarnos a llevar una vida inspirada por la fe y a compartir intensamente nuestro amor a Jesucristo.

CC&RR Constitución 71

 

“Las reglas son para la obediencia de los locos y para la guía de los sabios.” Douglas Bader (piloto británico de la Segunda Guerra Mundial)

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CONVÉNCETE A TI MISMO DE QUE ESTÁS MUY FELIZ PERTENECIÉNDOLE ENTERAMENTE A JESUCRISTO

El consejo de Eugenio a Hilarion Bourrelier había funcionado, y el joven había superado la crisis. Unas pocas semanas después, Eugenio le escribió para consolidar los principios básicos de su oblación: le has entregado tu vida a Dios, le perteneces totalmente a Dios – ahí es donde debe estar tu fuente de felicidad.

Penétrese cada vez más mi querido amigo, de la grandeza y la sublimidad de vuestro santo estado; pero no perdáis jamás de vista las obligaciones que os impone.
Leed y releed nuestras santas Reglas, convencéos bien que tenéis bastante suerte de pertenecer enteramente a Jesucristo.
No, mi querido hermano, no os pertenecéis de ningún modo y ciertamente, debéis felicitaros de ello grandemente; de sobra sabéis el uso, o por mejor decir el abuso que habéis hecho de vuestra libertad, cuando no teníais ningún dueño sino vos mismo.

Carta a Hilarion Bourrelier, 19 Septiembre 1821, EO VI n 72

 

No se te ama porque seas valioso. Tú eres valioso porque Dios te ama.”     Anónimo

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TODOS NOSOTROS LE PERTENECEMOS A DIOS A TRAVÉS DE LA SOCIEDAD A LA QUE NOS HEMOS CONSAGRADO

Para tratar de ayudar al confundido Bourrelier a volver a un estado de paz y armonía, Eugenio le recuerda que por medio de su oblación se ha hecho parte de algo más grande que sí mismo:

Recuerde que no nos pertenecemos ya a nosotros mismos, pertenecemos a la Sociedad a la que nos hemos consagrado,
pertenecemos a la Regla que debe regirnos,
no podemos ser de Dios sino por ella, fuera de ella todo es pecado para nosotros.
Si alguien, ciertamente debe felicitarse de pertenecerle es bien Vd. mi querido amigo, que más que nadie tiene necesidad de la ayuda de vuestros hermanos. ¿Cómo pues no habéis visto a la primera ojeada la celada que os tendía el demonio, convenciéndoos que podíais llevar una vida mucho más regular sin estar sujeto a una Regla y sin sumisión a la voluntad de un superior? Esta idea seria una locura de las más absurdas,

Eugenio sufre por este joven y le implora:

os exhorto pues, os conjuro, me pongo a vuestros pies en nombre de Jesucristo cuyo ministro sois y me traicionáis, haced penitencia y aprended lo que es un sacerdote, lo que debe ser un religioso.
Recuerde lo que os he dicho a ese propósito y que habéis sin duda olvidado. Está en juego vuestra salvación y mi responsabilidad está comprometida ante Dios, ante la Iglesia y ante los hombres. Escríbame cuanto antes para darme cuenta de vuestro estado de ánimo, para enterarme de vuestra vuelta a unos sentimientos que deben constantemente animaros…

Carta a Hilarion Bourrelier, 27 Agosto 1821, EO VI n 71

 

Crezco con orgullo cuando puedo plantarle cara al mundo y decir, “le pertenezco. El poderoso Dios del universo es mi Padre celestial. Soy suya por adopción. Soy coheredera con Su maravilloso Hijo”. En ese momento en el que tiendas a estar deprimido, cuando te encuentres a ti mismo en el espíritu de esclavitud, levanta la vista, sólo detente y recuerda a quién perteneces.” Kathryn Kuhlman

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UNA COMUNIDAD QUE ACEPTA LA DEBILIDAD DE CADA UNO

Eugenio presenta a Bourellier como un hombre que no tiene la habilidad académica para hacer frente a los estudios habituales para el sacerdocio. Sin embargo, con su sensibilidad hacia los más abandonados, Eugenio vio la posibilidad de que este hombre trabajaría bien dentro del sistema de apoyo de los Misioneros y usaría sus talentos lo mejor que pudiera dentro de la protección propia de una comunidad.

Cuando os propuse al Sr. Arzobispo para la ordenación, le »previne que erais profundamente ignorante, que no sería posible haceros sufrir el menor examen», que no podríais en una palabra, no sólo ser sacerdote sino simple alumno fuera de una comunidad, pero me hice fiador de vuestra virtud, y respondí de vuestra buena voluntad y le dije que estando irrevocablemente unido a nuestra comunidad, encontraríais siempre en su seno las ayudas indispensables para la debilidad de vuestras luces, para la nulidad de vuestros conocimientos. Esas razones le determinaron a ordenaros.

Bourellier había hablado con Eugenio para dejar los Misioneros, y en consecuencia, el sistema de apoyo que la comunidad le brindó.

En efecto, no podríais sin exponeros a pecar mortalmente, realizar la menor función sacerdotal fuera de la comunidad. Os creía convencido de eso, os creía tan penetrado de la naturaleza de vuestros compromisos tan esenciales, que no podéis alimentar en vuestro espíritu unos pensamientos en contrario sin pecar muy gravemente. Sin embargo me habláis de separación, me habláis de aversión para con la Regla, es decir para la obediencia cuyo voto habéis hecho así como el de estabilidad.

Carta a Hilarion Bourrelier, 27 Agosto 1821, EO VI n 71

 

“La fraternidad es el precio y la condición para la supervivencia.” Carlos P. Rómulo

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RENUÉVATE SIN DEMORA EN EL ESPÍRITU DE TU VOCACIÓN

Hilarion Bourrelier había compartido su confusión y angustia con Eugenio, mientras él estaba en Laus, y más tarde le escribió para expresar sus dudas y su confusión. Eugenio respondió:

No podíais darme más gusto, mi querido Bourrelier, que dirigiéndoos a mí para depositar en mi seno las penas que os agitan y que habéis fomentado tan mal a propósito. ¿Por qué atormentaros como lo hacéis por unas tonterías? ¿No os había tranquilizado suficientemente en la entrevista que tuvimos en Ntra. Sra. de Laus, y cómo después de esas explicaciones habéis dado entrada en vuestro corazón a unos pensamientos tan criminales como los que me contáis? No subrayo las expresiones de vuestra carta, que me han hecho llorar de pena.
Amigo mío, ¿lo ha pensado bien?

Acababa de ser ordenado pocos meses antes, y su crisis se debió a que no creía que pudiera corresponder con lo que se esperaba de él. Eugenio llama “criminales” a estos pensamientos por los que se dejó abrumar.

¿un sacerdote ha podido hablar así? ¿Es que no tenéis ni la sombra de una idea de lo que sois por el sacerdocio? Tiemblo todavía por lo que he leído, por lo que habéis podido decir a sangre fría …

La valoración de Eugenio es que Bourrelier se estaba dejando a sí mismo caer en la tentación y el único modo de resistir era recordándose a sí mismo el espíritu y la importancia de su vocación como cristiano, religioso y sacerdote.

Mi amigo, mi querido amigo, ¿cómo os habéis dejado seducir hasta ese punto por el demonio? ¡Ah!, me apresuro a dirigiros las mismas palabras que van dirigidas en el Apocalipsis a un obispo que no cumplía sus deberes, ved cómo vuestra caída es grave y haced penitencia. Sí, mi querido, haga penitencia, porque habéis pecado gravemente. Renuévese cuanto antes en el espíritu de vuestra vocación.

Carta a Hilarion Bourrelier, 27 Agosto 1821, EO VI n 71

 

Nuestra situación es diferente pero, ¡con qué frecuencia nos permitimos a nosotros mismos perder la visión del fin de nuestra vida y ser abrumados por las situaciones negativas y las dudas que nos envuelve y amenaza con ahogarnos! El consejo de Eugenio persiste todavía hoy: hacer penitencia, cortar de raíz lo que nos está distrayendo y lo que nos lleva a confusión. Qué vivificante dignidad adoptamos por nuestro bautismo y por pertenecer al Pueblo de Dios y al estado de vida por el que estamos llamados a vivir. Estamos constantemente invitados a centrarnos y a renovarnos en el espíritu de nuestra vocación.

 

“Una persona que duda de sí mismo es que como un hombre que se alista en las filas de sus enemigos y porta armas contra sí mismo. Hace su fracaso cierto siendo él la primera persona en convencerse de ello.”      Ambrose Bierce

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