LA CIUDAD DE ROMA COMO COMPENDIO DEL CRISTIANISMO

Eugenio visitó muchas iglesias en Roma y cada una de ellas le dejó una sensación de asombro y admiración.

No puedo resistir el deseo de escribirles y fechar mi epístola desde la capital del mundo cristiano. Este título se lo debe a la hermosa ciudad de Roma, no solo porque es la sede del Vicario de Jesucristo, cabeza visible de la Iglesia, sino también porque es, por así decirlo, un compendio del cristianismo. Solo aquí, creo, han comprendido cómo se debe construir una morada para Dios en la tierra. No se puede imaginar la magnificencia de las iglesias que se encuentran a cada paso. Hay hasta cinco o seis en el mismo lugar, cada una más hermosa, más rica y más imponente que las demás. Uno concibe verdaderamente cómo en el cielo nunca se cansará de alabar a Dios y de amarlo mientras contempla sus infinitas perfecciones, cuando siente, ante la vista de esta belleza, obra de criaturas débiles, que el sentimiento de admiración crece sin cesar en lugar de agotarse, cuando uno pensaría que ha llegado a su límite.

Carta al P. Hippolyte Courtès en Aix, 6 de diciembre de 1825, EO VI n.º 210.

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