AL ACERCARME MÁS AL SACERDOCIO, SUPLICO A MARÍA ME TOME BAJO SU PROTECCIÓN

La última etapa antes de su ordenación al sacerdocio, fue el diaconado. En el tiempo de oración antes de recibir el diaconado, consciente de no merecerlo, invita a María a acompañarle e interceder por él.

Si es posible, no dejaré pasar un solo día sin decirme que es un día más que me acerca al sacerdocio y, reconociendo que me falta todo para recibir dignamente ese orden sublime, me humillaré profundamente ante Dios, confesándome culpable por no haber correspondido a las solicitudes que su bondad infinita quiso hacerme y suplicando a esa gran misericordia que me ha cubierto con su sombra, que olvide mis infidelidades y fortalezca y confirme mis propósitos, y que derrame de nuevo sobre mí con más abundancia todavía, si es posible, su gracia y sus beneficios, permitiéndome que no abuse de ello como en el pasado.
Por último suplicaré a la Santísima Virgen me tome bajo su protección e interceda por mí.

Retiro en preparación para su ordenación al diaconado, Mayo 1811. EO XIV núm. 85

REFLEXIÓN

“Esta fue también la experiencia de la Virgen María. Ante el mensaje del ángel, no oculta su sorpresa. Es el asombro de darse cuenta que Dios, para convertirse en hombre, había elegido a ella, una sencilla doncella de Nazaret: no a alguien que viviera en un palacio, entre poder y riqueza, o que hubiera realizado cosas extraordinarias, sino sencillamente a alguien que estaba abierta a Dios y había colocado su confianza en Él, aún sin comprender todo:… Dios siempre nos sorprende, anula nuestras categorías, cambia nuestros planes. Y nos dice: ¡Confía en mí, no temas, déjate sorprender, déjate atrás y sígueme!”     Papa Francisco

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LA GRACIA DE LA OBLACIÓN EN EL MOMENTO MISMO EN QUE MARÍA PRESENTA AL SALVADOR AL MUNDO

El 23 de diciembre de 1809, Eugenio hizo un compromiso definitivo hacia el sacerdocio, al ser ordenado subdiácono. En una conferencia ese día, ligó el compromiso de ofrecerse por completo al servicio del Pueblo de Dios, con la entrega del Salvador en la Encarnación.

“Esos sentimientos que la gracia de la ordenación ha hecho brotar en nuestros corazones, vamos hermanos míos, a depositarlos a los pies de la cuna de Jesús que va a aparecer. Seamos el primer objeto que vean sus ojos al nacer, en el instante mismo en que María presenta al mundo a su Salvador. Jurémosle con una sola voz ser eternamente fieles al juramento que acabamos de hacer, de dar mil veces la vida por la defensa de la inviolabilidad de su Iglesia.
Así sea, así sea”.

 Conferencia para el día de la ordenación al subdiaconado, Diciembre 23, 1809, EO XIV n 65.

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ES IMPOSIBLE CRECER SIN TENER UNA RELACIÓN CON MARÍA

Después de un año como seminarista en San Sulpicio en París, Eugenio reflexiona en su diario sobre el lugar de María en su espiritualidad:

Pero la devoción a la Santísima Virgen debe superar a todas las demás, porque esa gloriosa Madre de Dios la llama la Iglesia, nuestra vida y nuestra esperanza. Es moralmente imposible que una alma pueda hacer algún progreso en los caminos de la perfección si está desprovista de esa tierna y sincera devoción para la Santísima Madre de Dios.

 Consejos Generales para alcanzar la perfección, notas tomadas en 1809, EO XIV n.39.

REFLEXIÓN

“La Mirada de María no se extiende sólo sobre nosotros. Al pie de la Cruz, cuando Jesús le encomendó al apóstol Juan y con él a todos nosotros, en las palabras: ‘Mujer, he ahí a tu hijo’, la mirada de María estaba fija en Jesús. María nos dice lo que dijo en la boda de Canaán: ‘Haz todo lo que él te diga’. María señala a Jesús, nos pide dar testimonio de Jesús, constantemente nos guía a su Hijo Jesús, pues sólo en Él encontramos la salvación. Solamente Él puede cambiar el agua de nuestra soledad, dificultades y pecado en el vino del encuentro, la alegría y el perdón. Sólo Él.”    Papa Francisco

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CONFIÓ A MARÍA SU VIDA COMO SEMINARISTA

A los 26 años y al concluir su camino de conversión y de discernir que Dios le llamaba a convertirse en sacerdote, Eugenio se dirigió al Seminario de San Sulpicio en París.
Eugenio escribió una dedicatoria en la primera página de sus notas de estudio en el seminario:

“A mayor gloria de Dios y de la Virgen Inmaculada. Bajo los auspicios de esta Virgen concebida sin pecado…para que éstos y antes que éstos la Madre Inmaculada me asistan en el difícil curso de los estudios”

 Traité de la pénitence, Ms. Oblate General Archives, DM-III 8a

Así como María reflexionó y aprendió de la presencia de Jesús en su vida, Eugenio quiso también tener la misma actitud en sus estudios como seminarista.

Después de un año como seminarista, Eugenio reflexiona en su diario sobre el lugar de María en su espiritualidad:

“Pero la devoción a la Santísima Virgen debe superar a todas las demás, porque esa gloriosa Madre de Dios la llama la Iglesia, nuestra vida y nuestra esperanza. Es moralmente imposible que una alma pueda hacer algún progreso en los caminos de la perfección si está desprovista de esa tierna y sincera devoción para la Santísima Madre de Dios”.

 Consejos Generales para alcanzar la perfección, notas tomadas en 1809, EO XIV n.39.

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LA PRESENCIA DE MARÍA EN LA VIDA DE EUGENIO,  SEMINARISTA

A días de haber llegado al seminario para iniciar sus estudios al sacerdocio, Eugenio escribió a su abuela:

De momento solo puedo hablar de la vida que llevamos durante el retiro, que desgraciadamente toca a su fin. Lo terminamos mañana con una fiesta encantadora, propia para el seminario, la fiesta de la vida interior de la Santísima Virgen, es decir la fiesta de todas las virtudes y de las mayores maravillas del Todopoderoso. Qué deliciosa fiesta! Y cómo me voy a alegrar con la Santísima Virgen de todas las grandes cosas que Dios ha hecho en ella! Oh qué abogada ante Dios! Seámosle afectos, es la gloria de vuestro sexo. Hacemos profesión de no querer ir a su hijo sino por ella, y lo esperamos todo de su poderosa intercesión. 

Carta a su abuela, Octubre 18, 1810, EO XIV núm. 29

REFLEXIÓN

 Su devoción por María nunca se separó de Jesús. Ella era el maravilloso instrumento que daba testimonio de las maravillas que Dios obró en ella y en la humanidad, a través de la encarnación. Con su ejemplo e intercesión, siempre lo dirigió a Jesús.

“Mujer, ahí tienes a tu hijo.” (Juan 19, 25-27) “Las palabras pronunciadas por Jesús significan que la maternidad de quien llevó a Cristo encuentra una ‘nueva’ continuación en la Iglesia y es a través de la Iglesia, simbolizada y representada por Juan.”    Papa Juan Pablo II, Redemptoris Mater, 24

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JESÚS, QUE VIVES EN MARÍA, VEN Y VIVE EN MÍ

Respecto a la formación espiritual de Eugenio, Lubowicki escribe:

Juan Santiago Olier, fundador del seminario, ha elaborado una espiritualidad en la que ponía de relieve que el sacerdote es alter Christus, y por tanto alguien que sigue a Cristo en todo, incluso en su relación con María. Uno de los principales motivos que llevó al Sr. Olier a la devoción mariana fue “el deseo de entrar en los sentimientos de Nuestro Señor para con su santa Madre”. Por eso los sulpicianos procuraban que cada uno de los sacerdotes formados por ellos pudiera decir: “No vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Ga 2, 20). María era presentada como el modelo de esa actitud, puesto que Cristo habitó en ella en el sentido más pleno de la palabra. En la espiritualidad del seminario, “honrar a María” significaba, pues, contemplar en ella la vida de Jesús y tratar de que Jesús habitara en nosotros como habitaba en María. La mejor expresión de esta espiritualidad mariana cristocéntrica parece darse en la oración O Jesu, vivens in Maria, que se rezaba después de la meditación. Se puede decir que las ideas que contiene constituyen la esencia de la espiritualidad mariana sulpiciana, en la cual fue formado Eugenio.

Casimir Lubowicki, “María” en el Diccionario de valores oblatos, https://www.omiworld.org/es/lemma/maria/

Eugenio quiso que los Oblatos dijeran esta oración todos los días, convirtiéndose en una parte de nuestra tradición espiritual:

Oh Jesús, que vives en María:
ven a vivir en nosotros, tus siervos,
con tu Espíritu de santidad,
con la plenitud de tus dones,
con la perfección de tus caminos,
con la realidad de tus virtudes,
con la comunión de tus misterios.
Domina en nosotros sobre todo poder enemigo,
por tu Espíritu Santo, para gloria del Padre. Amén.

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MARÍA SIEMPRE VISTA EN LA PERSPECTIVA DE LA SALVACIÓN

P. Lubowicki escribe: “Con 17 años, Eugenio llega a Palermo donde permanece por cuatro años. Allí es donde adquiere convicciones acerca de la Inmaculada Concepción y el aspecto cristocéntrico del culto mariano. Cuando se trate de la Inmaculada en el seminario, se acordará de Palermo. En el margen de su cuaderno de notas acerca del dogma, en la página de los testimonios de la tradición enumerados por el profesor, el seminarista añade:

Los arzobispos de Palermo y todas las autoridades de esa gran ciudad renuevan cada año el juramento de derramar hasta la última gota de su sangre por mantener esta verdad

Traité des péchés, p. 3., Ms.: Oblate General Archives, DM-III 4.

El otro recuerdo se refiere a la fiesta llamada “El triunfo de la Redención”. En su Diario de emigración llena dos páginas la descripción de la procesión en la que, entre los personajes del Nuevo Testamento, María está siempre presente al lado de Cristo o en relación con él. Parece que Eugenio estaba acostumbrado a verla en la perspectiva de la Salvación.” (Casimir Lubowicki, “ María” )

REFLEXIÓN

“Nunca damos más honor a Jesús que cuando honramos a Su Madre, y la honramos simple y sencillamente para honrarlo en forma más perfecta. Vamos a ella sólo como una senda que lleva al objetivo que buscamos – Jesús, su Hijo.” San Louis Marie de Montfort

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EL COMPROMISO DE UN JOVEN

“¿Cómo no hemos pensado en ello antes?” De acuerdo a esta exclamación, recordamos que a lo largo de toda su vida, Eugenio había sido devoto de María. El texto por escrito más antiguo proviene de sus años de adolescencia, cuando se encontraba en Venecia. Su mentor, el Padre Bartolo Zinelli, le había asistido al elaborar una regla de vida para él mismo. Tenemos sólo una parte de ella, en la que le encontramos pidiendo la ayuda de María en todo lo que hiciera.

Lubowicki, citando a Rey, comenta que esta regla le llevaba a encomendarse a María en todas sus acciones. Jesús había puesto toda su confianza en María y se suponía que Eugenio siguiera este ejemplo, en unión con los sentimientos de su adorable corazón. Esta regla no se trata de una devoción carente de calidez. Leemos en ella:

Mi ejercicio matutino consistirá en lo siguiente. Antes de salir de mi habitación, me inclinaré en una rodilla hacia la iglesia, pidiendo la bendición de Jesús, diciéndole: Jesús, Hijo de David, no me marcharé sin tu bendición. Miraré también a la imagen de María implorando humildemente su bendición maternal, con estas palabras de San Estanislao: Madre verdadera del Salvador, Madre adoptiva del pecador, envuélveme en el seno de tu devoción maternal. Después tomaré un poco de agua bendita; besaré el crucifijo respetuosamente en las heridas y el corazón, y la mano de la Madre María.

Rey I p.p. 25-26

 Pielorz comenta, “Considerando la edad y temperamento de Eugenio, estas expresiones llenas de ternura le permitieron comprometer todo su ser a la espiritualidad. Le invitaban verdaderamente a amar a Jesús y a María con un amor genuino, un amor sensible y tierno, capaz de expresarse aún en formas externas.” J. PIELORZ, The Spiritual Life of Bishop de Mazenod, 1782-1812, Selected Oblate Studies and Texts, Vol. II, Rome, 1998, p. p. 58 – 59; 61 – 62. (Vida Espiritual del Obispo de Mazenod, 1782-1812, Estudios y Textos Oblatos Selectos, Vol. II, Roma, 1998, p.p. 58 – 59; 61 – 62)

REFLEXIÓN

“Nunca temas amar demasiado a la Santísima Virgen. Nunca podrás amarla más que Jesús.”     San Maximiliano Kolbe

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LA DEVOCIÓN FILIAL DE SAN EUGENIO A MARÍA COMO SU MADRE, Y LA NUESTRA

Las exigencias académicas y los compromisos congregacionales desde el fallecimiento del P. David Muñoz se han multiplicado, y me resulta difícil mantener el ritmo de las nuevas entradas de San Eugenio Habla. Para ponerme al día durante unas semanas, y en lugar de tomarme un descanso, me voy a publicar de nuevo algunas entradas anteriores sobre María. Nos preparamos para la Fiesta de la Inmaculada Concepción y el tiempo de Adviento es el tiempo de María, así que espero que estas reflexiones os sean provechosas en vuestro camino espiritual.

El camino de la vida de San Eugenio estuvo siempre acompañado por María, a la que amaba como madre. Mirando retrospectivamente a su vida, escribió en su testamento

“Invoco para eso la protección de la Santísima e Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, atreviéndome a recordarle, con toda humildad pero también con consuelo, la devoción filial de toda mi vida y el deseo que siempre he tenido de procurar que fuera conocida y amada y de propagar su culto en todas partes por el ministerio de aquellos que la Iglesia me ha dado como hijos y que se han asociado a mis planes”.

Testamento de Eugenio de Mazenod, el 1 de agosto 1854, E.O. XV n. 191

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LOS SUPERIORES GUÍAN HERMANOS Y NO SÚBDITOS

“Entre tanto, para completar tu casa, he escrito al P. Vincens para enviarte al Padre Chaine, quien es muy talentoso y predica muy bien. Este joven Padre es excelente, pero acostumbrado a la forma paternal del P. Vincens, no soportará ser tratado como escolar. Tenlo en cuenta. Los superiores guían hermanos y no súbditos. Están obligados a tener mucha deferencia con quienes, colocados bajo su gobierno, pertenecen a la familia; más aún con quienes deben colaborar con él para el buen orden y administración de la comunidad…

La sutileza es una cualidad indispensable para facilitar la obediencia. En una palabra, relee el capitulo que se refiere a los superiores locales y apégate a él en todo”.

Carta al P. Toussaint Dassy, Octubre 16, 1849, EO X núm. 1025

REFLEXIÓN

Los líderes de una comunidad guían a pares y no súbditos, la amabilidad es una cualidad indispensable para hacer posible la obediencia religiosa y la cooperación.  Nuestra vocación, en la comunidad y en el ministerio, es ser cooperadores del Salvador, quien fue humilde y lavó pies.

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