El consejo de Eugenio a Hilarion Bourrelier había funcionado, y el joven había superado la crisis. Unas pocas semanas después, Eugenio le escribió para consolidar los principios básicos de su oblación: le has entregado tu vida a Dios, le perteneces totalmente a Dios – ahí es donde debe estar tu fuente de felicidad.
Penétrese cada vez más mi querido amigo, de la grandeza y la sublimidad de vuestro santo estado; pero no perdáis jamás de vista las obligaciones que os impone.
Leed y releed nuestras santas Reglas, convencéos bien que tenéis bastante suerte de pertenecer enteramente a Jesucristo.
No, mi querido hermano, no os pertenecéis de ningún modo y ciertamente, debéis felicitaros de ello grandemente; de sobra sabéis el uso, o por mejor decir el abuso que habéis hecho de vuestra libertad, cuando no teníais ningún dueño sino vos mismo.
Carta a Hilarion Bourrelier, 19 Septiembre 1821, EO VI n 72
“No se te ama porque seas valioso. Tú eres valioso porque Dios te ama.” Anónimo