UNA COMUNIDAD QUE ACEPTA LA DEBILIDAD DE CADA UNO

Eugenio presenta a Bourellier como un hombre que no tiene la habilidad académica para hacer frente a los estudios habituales para el sacerdocio. Sin embargo, con su sensibilidad hacia los más abandonados, Eugenio vio la posibilidad de que este hombre trabajaría bien dentro del sistema de apoyo de los Misioneros y usaría sus talentos lo mejor que pudiera dentro de la protección propia de una comunidad.

Cuando os propuse al Sr. Arzobispo para la ordenación, le »previne que erais profundamente ignorante, que no sería posible haceros sufrir el menor examen», que no podríais en una palabra, no sólo ser sacerdote sino simple alumno fuera de una comunidad, pero me hice fiador de vuestra virtud, y respondí de vuestra buena voluntad y le dije que estando irrevocablemente unido a nuestra comunidad, encontraríais siempre en su seno las ayudas indispensables para la debilidad de vuestras luces, para la nulidad de vuestros conocimientos. Esas razones le determinaron a ordenaros.

Bourellier había hablado con Eugenio para dejar los Misioneros, y en consecuencia, el sistema de apoyo que la comunidad le brindó.

En efecto, no podríais sin exponeros a pecar mortalmente, realizar la menor función sacerdotal fuera de la comunidad. Os creía convencido de eso, os creía tan penetrado de la naturaleza de vuestros compromisos tan esenciales, que no podéis alimentar en vuestro espíritu unos pensamientos en contrario sin pecar muy gravemente. Sin embargo me habláis de separación, me habláis de aversión para con la Regla, es decir para la obediencia cuyo voto habéis hecho así como el de estabilidad.

Carta a Hilarion Bourrelier, 27 Agosto 1821, EO VI n 71

 

“La fraternidad es el precio y la condición para la supervivencia.” Carlos P. Rómulo

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