HAY QUE SEGUIR ADELANTE CON ÁNIMO Y CONFIANZA EN SU GRACIA

Las reflexiones de Eugenio en su retiro le siguen invitando a confiar aun más en Dios.

Creo que todo esto no costaría nada, si, consciente como estoy de mis obligaciones, pudiera preciarme de ser comprendido en un tiempo en que no se tiene la menor idea de lo que son, según la fe e institución de nuestro divino Salvador…
Hoy se relega al obispo a su despacho para otorgar dispensas y despachar la correspondencia. Y si alguna vez aparece en una parroquia, es para administrar la confirmación que solo de él se puede recibir. Sin esto, se prescindiría de su presencia…

Luego reflexiona en las dificultades que había encontrado con el clero de Marsella cuando fue Vicario General por más de diez años, concluyendo:

¡Dios mío, al ver las cosas a través de la fe y la convicción de los deberes a la vista de las dificultades encontradas para cumplirlos, hay motivos para desanimarse y echarse atrás! Sin embargo, hay que seguir adelante, como una necesidad que Dios me impone, con ánimo y confianza en su gracia.

Retiro de preparación antes de tomar posesión de la sede episcopal de Marsella, Mayo 1837, EO XV núm. 185

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TENDRÉ  QUE  ENCARIÑARME  CON  ESTE  PUEBLO  COMO  UN  PADRE CON SUS HIJOS

Estas hermosas palabras resumen todo lo que Eugenio haría en los siguientes 24 años, como Obispo de Marsella:

Aquí estoy, convertido en pastor principal de una diócesis que por más que se diga, no está poblada de santos. Me fue dada, no la hubiera escogido. Sin embargo, tendré que encariñarme con este pueblo como un padre con sus hijos. Tendré que consagrarle mi existencia, mi vida, todo mi ser; deberé solo pensar en su bien, temiendo no hacer lo suficiente por su dicha y santificación, preocupándome por abarcar todos sus intereses espirituales y en cierto modo, su bienestar temporal. En una palabra, tendré que consumirme por él, dispuesto a sacrificar mi comodidad, mis gustos, el descanso y la vida misma.

Retiro de preparación antes de tomar posesión de la sede episcopal de Marsella, Mayo 1837, EO XV núm. 185

He aquí la magnífica expresión del significado integral de la oblación, iniciada a los pies de la cruz un Viernes Santo y vivida y profundizada a lo largo de treinta años, a través de una rica vida misionera, llena de sucesos.

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OBISPO  DE  MARSELLA:  LA  CARGA   MÁS  PESADA  QUE  PUEDA IMPONERSE A UN DÉBIL MORTAL

En sus días de retiro, Eugenio reflexionó en su nuevo llamado y la actitud que debía tomar al realizar la tarea.

Ya que la suerte está echada y que, a pesar de todo lo que pude hacer hasta ahora para evitar la responsabilidad de una diócesis, mis cálculos y esperanzas fracasaron ante la maniobra realizada muy hábilmente y de seguro con buena intención de parte de mi tío, debo resignarme y sacar el mejor partido posible de mi nueva, y a mi ver, muy triste situación.

Había sido obispo desde 1832, aunque sin la responsabilidad fija de una diócesis, libre para servir donde considerara mejor.

Es cierto que ya era obispo, pero en cierto modo solo para mí. Nadie exigía mi ministerio; todo lo que podía hacer era inspirado por la caridad. Era libre, en una palabra.
   ¡Ahora es otro cantar! El episcopado, que hasta ahora había considerado solo como la plenitud del sacerdocio y complemento de las gracias que el Señor me ha  concedido a lo largo de toda mi vida, llega hoy tal como es en el aspecto pastoral de la  Iglesia, es decir, como la carga más pesada que pueda imponerse a un débil mortal.

Retiro de preparación antes de tomar posesión de la sede episcopal de Marsella, Mayo 1837, EO XV núm. 185

La gracia de Dios le había acompañado hasta ahora y fue ahí donde puso su confianza, sin importar lo pesado de la carga.

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17 FEBRERO 1826: LA IGLESIA RECONOCE QUE LA FUNDACIÓN DE EUGENIO ES UN CARISMA DE DIOS

Mis queridos hermanos: ayer tarde, 17 de febrero de 1826, el Sumo Pontífice León XII confirmó la decisión de la congregación de cardenales y aprobó específicamente el Instituto, las Reglas y las Constituciones de los Misioneros Oblatos de la Santísima e Inmaculada Virgen María…

La conclusión que tenemos que sacar, mis queridos amigos, mis hermanos buenos, es que debemos trabajar con renovado ardor y con una abnegación más radical todavía, para dar a Dios toda la gloria que esté en nuestras manos, y llevar la salvación a las pobres almas de nuestro prójimo por todos los medios a nuestro alcance; es adherirnos de corazón y de alma a nuestras Reglas y cumplir con la mayor exactitud cuanto nos prescriben…

En el nombre de Dios, seamos santos.

 Eugenio de Mazenod a su familia misionera, 18 de febrero 1826, E.O. VII, n. 226

Hoy, escribiendo a la Familia Mazenodiana, el Padre Louis Lougen nos insta a todos a ser misioneros de acuerdo con la visión y el corazón de San Eugenio, donde quiera que estemos y cualquiera que sea nuestro estado de vida.

El proyecto misionero de Eugenio y sus compañeros, expresado de manera apasionada en el “Prefacio”, está escrito en nuestros corazones… vemos su relevancia profética incluso hoy. La Iglesia de nuestros tiempos, de diversas maneras y en diversos lugares del mundo, ha sido devastada. Experimentamos una Iglesia que está desacreditada por la falta de virtud de sus propios ministros, una Iglesia dividida y polarizada por las ideologías, una Iglesia cuyos fieles están frecuentemente perseguidos a causa de su fe y en otros lugares, una Iglesia en que los cristianos han dejado de profesar su fe, una Iglesia debilitada por la ausencia de la Eucaristía, la falta de presbíteros y con difícil accesibilidad. 

Esta realidad nos reclama con urgencia y toca nuestros corazones como lo hizo con san Eugenio. Si pudiera haber misioneros, totalmente apasionados por anunciar el Evangelio a los pobres; misioneros inflamados por el celo apostólico; misioneros comprometidos a vivir una vida santa de amor genuino a los demás; misioneros que compartieran la vida en común y colaboraran juntos y con otros por la Misión de Dios… entonces, en poco tiempo, habría una razón para esperar que la gente abriese de verdad sus vidas a la Buena Nueva de Dios. Eugenio tenía una visión profética con profunda hambre pastoral para servir a la gente olvidada por la Iglesia. (https://www.omiworld.org/es/2020/02/02/carta-del-superior-general-en-el-194o-aniversario-de-la-aprobacion-pontificia-de-las-constituciones-y-reglas/)

  Padre Louis Lougen OMI, Superior General

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PROCURARÉ   QUE   LA   SOLEDAD   ME   APROVECHE   EN   CUERPO   Y  ALMA

La salud de Eugenio se vio afectada al haber recibido la pesada carga de ser nombrado Obispo de Marsella.

Todo el mundo, parientes, amigos y médico se reunieron para exigirme salir de la ciudad y reponerme del sufrimiento que he tenido por las fuertes emociones en los últimos seis o siete meses.  Acepté ir a pasar quince días en la más completa soledad.

Diario de Eugenio de Mazenod, Mayo 2, 1837, EO XVIII

Al día siguiente:

Ya estoy en San José desde ayer por la tarde. Procuraré que la soledad me aproveche en cuerpo y alma. El P. Tempier vino a instalarme en mi pequeño palacio donde pasé buena noche. Esta mañana celebré la misa comunitaria precedida de las letanías de los santos, que pude realizar sin fatiga notoria. Mi puerta estará cerrada a todo el mundo y mi Diario descansará, a no ser que los asuntos  atraviesen los muros.

Diario de Eugenio de Mazenod, Mayo 3, 1837, EO XVIII

En su soledad, se prepara en oración para las nuevas responsabilidades que tendrá más adelante en el año.

Una invitación para que dediquemos tiempo a la oración en silencio antes de realizar tareas difíciles

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NUNCA   HAREMOS   LO   SUFICIENTE   PARA   AGRADECER   TODO   EL  BIEN QUE DIOS NOS DA COMO UN PRIVILEGIO ESPECIAL

Eugenio siempre se regocijaba con el éxito del ministerio de sus hijos misioneros. Al escribir al P. Martin en Suiza, menciona que el éxito se debe a permitir a Dios a trabajar a través de él.

Mi querido hijo,
Quisiera decirte de viva voz lo que me contento con escribirte. Sé cada vez más digno de tu vocación. Nunca haremos lo suficiente para agradecer todo el bien que Dios nos da como un privilegio especial…

Eugenio recuerda con tristeza que no todos comparten su motivación:

… Al ser un pequeño grupo, sin duda debemos ver en parte los males actuales, la cobardía de tantos mercenarios que solo desean servir a la Iglesia por el provecho temporal que les ofrece…

Carta a Joseph Martin, Mayo 10, 1837, EO IX núm. 617

¿Qué me motiva para seguir a Jesús como su discípulo bautizado?

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NUNCA BAJES DEL PÚLPITO SIN HABER LLEVADO LOS   CORAZONES A LA CONTRICIÓN Y AL AMOR

Eugenio continúa su consejo al P. Mille al acompañar al Arzobispo de Aix y predicar en su nombre.

Por la mañana, y antes de la ceremonia, creo estarás encargado de hacer una breve instrucción sobre el sacramento de la Confirmación que recibirán los niños. Cuida no extenderte demasiado y abarca muchas cosas en pocas palabras. Nunca bajes del púlpito sin haber llevado los corazones a la contrición y al amor.
En las aldeas, explica a Monseñor la utilidad de hablar la lengua del lugar

Carta a Jean Baptiste Mille, Abril 21, 1837, EO IX núm. 614

¡Qué gran diferencia sería para la Iglesia si más predicadores lo pusieran en práctica!

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EL OBISPO COMO PASTOR PRINCIPAL

La salud del Arzobispo de Aix se encontraba deteriorada temporalmente, requiriendo que alguien le acompañara en sus visitas pastorales en toda la arquidiócesis y predicara a su nombre. Eugenio asignó esta importante misión al Padre Oblato Mille.

Ahora quisiera darte algunas instrucciones. Ante todo, debes saber que estás llamado a representar al primer pastor en su visita pastoral. Por consiguiente, es necesario te percates de la importancia de la grandeza de este ministerio.

Considerando que Eugenio había sido obispo por 5 años y acababa de ser nombrado responsable de la Diócesis de Marsella, el consejo que ofrece al P. Mille refleja su propio enfoque pastoral, reflejado en su ministerio episcopal.

No necesito decir que debes resaltar la grandeza de la gracia y todas las bendiciones que el Señor otorga al paso de la visita del obispo a sus ovejas:
para instruirlas,
corregirlas,
consolarlas y
llevar al Espíritu Santo a quienes no lo han recibido aún;
despertar el arrepentimiento en el alma de quienes lo han perdido;
llamar al conocimiento y la práctica de la ley de Dios y los preceptos de la Iglesia;
exaltar la caridad de nuestra Madre con quienes han fallecido, al venir el obispo a orar por sus almas a cada lugar de su jurisdicción.

Carta a Jean Baptiste Mille, Abril 21, 1837, EO IX núm. 614

Veremos cómo Eugenio pone en práctica todo ello en sus siguientes dos décadas como Obispo de Marsella.

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LA VOLUNTAD DE DIOS SE HA MANIFESTADO DE MODO TAL QUE NO HAY EQUIVOCACIÓN POSIBLE. Y ME ENCUENTRO EN UNA POSICIÓN EN LA QUE NO PUEDO NEGARME

Eugenio habría querido dedicar el resto de su vida solamente a los Oblatos, pero Dios tenía otro plan para él.

¡Cuántas veces soñé con la dicha que por fin tendría en la soledad de una de nuestras casas, en caso de que el Señor llamara a mi tío antes que a mí! … me perdía en una especie de ilusión, bien perdonable sin duda. Debo someterme al yugo que hice todo lo posible por evitar. La voluntad de Dios se ha manifestado de modo tal que no hay equivocación posible. Y me encuentro en una posición en la que no puedo negarme. Nadie aceptaría las razones puramente personales que intentara hacer valer.

Luego da las razones de porqué es importante aceptar la voluntad de Dios, vista en su nominación como Obispo de Marsella:

La conservación asegurada de la sede de Marsella después de tantos y tan violentos ataques para borrarla de las diócesis. La vida de mi venerable tío comprometida por un trabajo solemne inspirado en su hermosa alma, con miras a una perfección heroica y con la confianza en mi obediencia, que tiene todo el derecho de exigir. Los intereses de toda la diócesis, de los que gran número solo son esbozos, y cuya responsabilidad pesa sobre nosotros. El bien de nuestra congregación, a la que tanto interesa tener como protector y apoyo a un obispo de la Iglesia de Francia. Por último, el deseo unánime de todos los que tienen derecho a mi confianza. Hacían falta nada menos que todos esos poderosos motivos para decidir mi aceptación, que he dado por necesidad, con resignación, sin disimular la enormidad de la carga, pero también con la muy sincera voluntad de cumplir, tan bien como me sea posible.

Diario de Eugenio de Mazenod, Abril 9, 1837, EO XVIII

El aprendizaje que nos da este ejemplo de discernimiento: en el proceso al tomar una decisión, es muy útil poder anotar todas las razones a favor y en contra.

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AL  REFLEXIONAR EN ELLO ME SIENTO PERDIDO  Y NECESITO APELAR  A MI INAGOTABLE CONFIANZA EN LA BONDAD DE DIOS 

Eugenio estaba feliz de ayudar a la diócesis y a su tío, como auxiliar. Había pensado en irse de Marsella y dedicarse por completo a la Congregación Oblata, una vez que su tío de 87 años se retirara o falleciera.

Mi querido amigo:  Si duda es para rezar por mí con más celo, la noticia que nuestro Padre Courtès le ha dado sobre el acontecimiento que tanto me entristece. Mi hermosa Icosia no me pesaba en nada. Con el carácter episcopal podía prestar un servicio verdadero y hasta llevar parte de la carga de mis buenos vecinos; estaba exento de toda responsabilidad, era libre y podía contar con el descanso que tanto me atrae, en una época que aunque todavía lejana, llegaría finalmente algún día, si no moría antes.

Desahogándose con su médico y amigo, Eugenio reflexiona en la naturaleza de la responsabilidad recibida para el resto de su vida:

Ahora aquí me tiene, destinado a morir bajo el yugo y la terrible responsabilidad que siempre he temido tanto; ahí está para aplastarme, pues estoy muy lejos de mirar un obispado como una prefectura. ¿Cómo jactarse de que nada es por su culpa en un campo tan extenso, cómo prometerse hacer siempre todo lo posible para desempeñar tan inmenso deber? Por mi parte, al reflexionar en ello, me siento perdido, y para encontrar un poco de respiro, necesito apelar a mi inagotable confianza en la bondad de Dios, en la ayuda de las oraciones de los justos y en la protección de los santos, que se encontraron en los mismos aprietos que yo.

Eugenio cumpliría con su responsabilidad con total dedicación y mucho éxito en los siguientes 25 años.

Le agradezco, querido amigo, todas las amables palabras que su buen corazón le inspira darme al respecto; quisiera merecer sus elogios; pero, aparte de mi buena voluntad, queda muy poco.

Carta al Doctor M. d’Astros, Abril 16, 1837, EO XV núm. 183

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