EVANGELIZANDO LAS COSTUMBRES LOCALES

Como en el pasado, en la fiesta patronal del 8 de septiembre, el santuario de Notre Dame de l’Osier había sido testigo de una gran afluencia de visitantes atraídos, según el registro del 8 de septiembre de 1834 y 1835, menos por la devoción a la Virgen María que por la alegría de la danza, el barullo de los mercaderes o la buena comida en las posadas.

Al año siguiente, el Fundador escribió al Padre Guigues:

En cuanto a lo externo, recuerde que la Providencia le ha puesto al servicio de ese santuario para dar una mejor dirección a la devoción del pueblo. Que a través de su ministro, la devoción a la Santísima Virgen los lleve a la conversión.

Carta a Bruno Guigues, Septiembre 3, 1835, EO 8 núm. 541

 

En 1836 Mons. de Mazenod comprueba con alegría el progreso en la devoción de los peregrinos. Cada sábado un padre da instrucción a los fieles sobre cómo santificar la peregrinación. La presencia de los padres, el conocerlos por las misiones, la solemnidad con que se celebra el mes de María y las fiestas de la Virgen, todo contribuye poco a poco a atraer a los peregrinos y a crear una atmósfera de oración en torno al santuario. A partir de 1837, los padres hacen un retiro de 8 días antes de la gran fiesta del 8 de septiembre.

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LA MANO DE LA PROVIDENCIA HA DIRIGIDO TODO

Poco después de su llegada a l’Osier en 1834, el Padre Alexandre Dupuy compró el antiguo convento agustino junto al santuario, tomando posesión de él el 14 de marzo, en compañía del Padre Toussaint Dassy… quien había logrado que su dirección fuera otorgada a los Oblatos. Al encomendar los peregrinos a los Oblatos, el Obispo Philibert de Bruillard también les dio la responsabilidad de las misiones parroquiales.

Ntra. Sra. de L’Osier es ya un establecimiento de importancia para nosotros. Hasta ahora, la Providencia ha dirigido todo de modo verdaderamente admirable…

Carta a Hippolyte Courtès, Mayo 1°, 1834, EO VIII núm. 480

Poco después de su llegada al lugar en 1834, el Padre Dupuy compró el antiguo convento  agustino junto al santuario. El Padre Dupuy había empezado ya a restaurar el convento y la iglesia. En 1837 vendió a los Oblatos su propiedad de Notre-Dame de l’Osier.

El P. Guigues continuó las tareas con sus compañeros, desarrollando sobre todo la parroquia, las peregrinaciones, las misiones parroquiales y el noviciado; éstas prosperaron hasta 1903.
A la llegada de los Oblatos los peregrinos que acudían no eran numerosos y habitualmente encontraban la iglesia cerrada. En su primera visita en el verano de 1835, el Fundador queda impresionado por el poco fervor de los feligreses y de los peregrinos.
En 1836 Mons. de Mazenod comprueba con alegría el progreso en la devoción de los peregrinos. Algunas unas cifras reveladoras: 8 de septiembre de 1834: 20 comuniones; en 1838, 600, y en 1845, 1,000. El número de peregrinos llegó hasta 15,000 al año; y 25,000 en 1873.
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COMPRENDE QUE NO SE PUEDE ABARCAR TODO CUANTO TE PROPONGAN, SE REQUIERE MODERACIÓN EN TODO  

El P. Toussaint Dassy se recuperaba de una grave enfermedad en Notre Dame de l’Osier y conforme recuperaba su fuerza, se fue involucrando más en las necesidades pastorales del área. Tuvo tanto éxito, que pudo persuadir al Obispo de dar la administración del santuario y de la parroquia a los Oblatos.

A Eugenio le preocupaba que este talentoso y joven sacerdote perdiera el enfoque y quedara exhausto. Le recuerda permanecer fiel a la Regla, su brújula:

Mientras tanto, te invito a no perder el espíritu de la Regla, examina diariamente cómo la observas, sin lo cual te arrepentirías de tu aislamiento, y el ministerio ejercido con celo sería para ti un motivo de disipación. En cuanto al trabajo, comprende que no se puede abarcar todo cuanto te propongan, se requiere moderación en todo

Carta al P. Toussaint Dassy, Abril 25, 1834, EO VIII núm. 479

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ALEXANDRE DUPUY Y NUESTRA QUINTA FUNDACIÓN OBLATA

Uno más de nuestros primeros Oblatos que dejó su huella en nuestra historia. Yvon Beaudoin escribe:

Alejandro Dupuy nació en Aix de padres desconocidos el 29 de noviembre de 1798. La Sra. Catalina Isabel Joannis, abuela de Eugenio de Mazenod se encargó de los gastos de su mantenimiento y educación hasta su ingreso al noviciado de los Misioneros de Provenza, el 3 de octubre de 1816.
Pasó los primeros años en casa de una de las granjeras de la Sra. Joannis en el campo de Banon, cerca de Aix. A los 7 años fue bautizado públicamente en la catedral de San Salvador de Aix y luego hizo los estudios primarios en casa de Roze-Joannis, sobrino de la Sra. Joannis, y en el internado de las Hermanas Grises. Luego cursó los estudios secundarios en el seminario menor de Aix. Finalmente, siguió a los novicios y a los escolásticos oblatos, en Aix y en Notre-Dame du Laus, hasta su ordenación el 16 de junio de 1821.
Poco después de 1830, el padre Dupuy pidió abandonar la Congregación.…  Su salida podemos decir que fue providencial para la Congregación. Gracias a él fue que los Oblatos entraron en Notre-Dame de l’Osier en 1834, donde permanecieron hasta finales del siglo XX.
Al salir de Notre-Dame du Laus, el Padre Dupuy se había puesto a disposición de Mons. Filiberto de Bruillard, obispo de Grenoble, quien lo nombró párroco de Notre-Dame de l’Osier, con intención de reavivar el santuario mariano, abandonado desde la Revolución. A comienzos de 1834, el nuevo párroco compró el antiguo convento de los Agustinos adyacente al santuario, y se dispuso a restaurarlo. El padre Luis Santos Dassy, que se reponía de una grave enfermedad y necesitaba aire puro, fue a pasar el verano con él. Buen predicador y hombre de relaciones, el padre Dassy trabajó tan bien que se ganó la confianza del obispo y logró, con el consentimiento del Padre Dupuy, que el santuario y la parroquia de l’Osier se confiara a los Oblatos desde finales de 1834…
En 1837 el Padre Dupuy vendió a los Oblatos sus propiedades de Notre-Dame de l’Osier, quedando bajo la jurisdicción de Mons. de Mazenod, nombrado obispo de Marsella poco tiempo antes.

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DOY MENOS VALOR A LAS FELICITACIONES Y ELOGIOS QUE HA RECIBIDO 

En la entrada anterior vimos cuán talentoso era el P. Dassy. Como resultado de ello, su predicación y tarea como misionero recibieron grandes elogios, que por supuesto disfrutaba. Eugenio observa a este joven misionero Oblato reconociendo lo bueno, aunque también pidiéndole enfocarse a lo que realmente vale.

Me alegro mi querido amigo, del bien que ha empezado a realizar, pero no doy valor a las felicitaciones y elogios que ha recibido …

Carta al P. Louis Dassy, Abril 25, 1834, EO VIII núm. 479

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LOUIS TOUSSAINT DASSY, UN OBLATO TALENTOSO Y PINTORESCO

A partir de aquí encontraremos con frecuencia nombres de Oblatos que tuvieron influencia en la vida y misión de la Congregación. Al mencionarlos por primera vez escribiré algo respecto a cada uno, para que al mencionar alguna carta a ellos tenga sentido y lo reconozcamos como miembro de la Familia Mazenodiana, en vez de solo un nombre. Hoy quiero presentarles al Padre Luis Toussaint Dassy.

Nació en Marsella y a los 20 años ingresó al seminario mayor, que era dirigido por los Oblatos, donde se unió a ellos. Fue ordenado un año después, en 1831. Debido a la Revolución de Julio de 1830, pasó sus primeros años como predicador de misiones parroquiales en Suiza.  Leeremos acerca de él a partir de 1834, tras su reciente llegada al Santuario de Notre Dame de l’Osier, quinta casa de los Oblatos.

 

Yvon Beaudoin nos dice: “Pronto manifiesta sus diferentes talentos: servicio a los peregrinos en el verano, misiones parroquiales, colaboración estrecha con el superior para la reparación del convento y la construcción de una posada para los peregrinos, composición de algunas obras de historia y de arqueología, etc. Inteligente, culto, emprendedor, tiene éxito en todos los campos y hace todo con rapidez.”

Este talentoso Oblato trabajó después en varias fundaciones en Francia hasta 1853, en que fue asignado al Calvaire en Marsella. Beaudoin continúa el relato:

Fundador del instituto de los jóvenes ciegos y de la Congregación de las Hermanas de María Inmaculada (1857)

En el curso de su apostolado en el Calvario y en sus predicaciones en Marsella, el padre Dassy encontró varios ciegos. Afirma contar más de 200 en la ciudad, muchos de ellos niños. Ya en 1853 quiere fundar una obra para ayudar a todos ellos. Expone su proyecto a Mons. de Mazenod el 29 de junio de 1857. Solicita ir a habitar en la comunidad oblata de Notre-Dame de la Garde y ocuparse de la obra con los jóvenes ciegos, a quienes desea establecer al pie de la colina. En unos años la obra prospera, se construye un gran establecimiento y se funda una congregación religiosa…

En efecto, el 17 de mayo de 1858 el padre Dassy, bien conocido por artículos en revistas y por algunas obras sobre la historia de la Iglesia y de los monumentos religiosos de Marsella, es elegido académico de Marsella. Ahí se une a su hermano mayor, José, pintor y conservador del museo de la ciudad. En 1866, tras haber dejado la Congregación, será nombrado secretario perpetuo de esa academia. En 1886 será condecorado con la cruz de la legión de honor.

Sin duda un hombre talentoso y pintoresco. Más detalles en: https://www.omiworld.org/es/lemma/dassy-louis-toussaint-es/

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AMO A MIS AMIGOS, TAN DIGNOS DE LLAMARLOS ASÍ

Otra mirada al corazón del Fundador y Superior General: Eugenio ama a los Oblatos y les considera sus amigos – de la misma forma como en otro momento escribió que Lázaro era amigo de Jesús.

… En resumen, aunque desee grandemente aumentar mi relación con quienes amo de corazón, ese sentimiento es tan dulce en mi alma que no podría quejarme, ni siquiera censurarlo; me gusta en mis amigos tan dignos de serlo, todo lo que son y lo que hacen; es un río que se desborda sin estragos, cuya abundante agua es sólo apta para regar y fertilizar…

Carta a Henri Tempier, Octubre 31, 1833, EO VIII núm. 472

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CORRECCIÓN FIRME Y GUÍA AMOROSA

El corazón de Eugenio muestra su preocupación: era severo cuando se requería corrección, aunque sin dejar de ser amoroso. Los dos jóvenes Oblatos a quienes se refiere habían sido ordenados sacerdotes solo unos meses antes.

Reprenda fuertemente a Gignoux. ¡Qué pena que con tanto talento se deje llevar por esa misticidad ociosa que le hará perder la cabeza, neutralizando todo para hacer el bien!
Cuide de no desanimar a Marcelino; no hay que hacerle sentir su medianidad, pues se paralizaría; tiene buenas cualidades, dele las condiciones para utilizarlas bien.

Carta a Henri Tempier, Octubre 29, 1833, EO VIII núm. 471

 

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PREOCUPACIÓN POR LOS MÁS JÓVENES

En las últimas semanas me he enfocado en los sucesos en torno a las dificultades entre Eugenio y el Gobierno francés. Durante el transcurso de todo ello continuó como Superior General de los Misioneros Oblatos.  Ahora volveremos en orden cronológico para recordar la relación con su Familia de Misioneros Oblatos.

Durante los meses de estancia de Eugenio en Roma, el Padre Tempier fue su Vicario, atendiendo los asuntos diarios de la Congregación. En la correspondencia entre ellos,  encontramos su atención paterna:

… Al hacer cambios siempre hay que considerar si no se perjudicará la tarea de quien se cambia… Nada mejor que cambiar a Pelissier [ed. Quien había sido ordenado 6 meses antes), quien tiene poco que hacer en Marsella, aunque dudo tenga fortaleza para soportar la soledad de Billens; su vocación es demasiado reciente para esa prueba…
Ha hecho muy bien en cambiar de aires al angélico Aubert; espero sea solo un respiro  que quiso darle y no algo necesario. Sigo preocupado por ese hijo, temo que la cantidad de  trabajo que realiza afecte su salud…
Estoy encantado con que Vincens vaya bien, ojalá haya algunos más como él.

Carta a Henri Tempier, Octubre 29, 1833, EO VIII núm. 471

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UNA CONCLUSIÓN DOLOROSA

El Papa y las autoridades vaticanas se encontraban manejando una delicada situación política con el Gobierno francés, pues veían el panorama completo al mantener relaciones entre la Iglesia y el Estado.  En el proceso, “sacrificaron” a Eugenio, quien escribió al Vaticano:

[…] Por no causar la menor pena al Santo Padre, he ordenado a mi abogado abandonar mi causa y retirar mi apelación… 

Eugenio se siente incomprendido y abandonado por la Iglesia, a quien había servido tan fielmente:

Mons. Cappaccini está muy tranquilo en el Quirinal, preocupándose poco por la magnitud del sacrificio hecho por un obispo que abandona sus derechos y sus armas ante un enemigo astuto y poderoso, que podrá abusar de su victoria y pisotearme a su antojo. 

Eugenio siempre había mostrado lealtad al Papa ante la feroz oposición, como  “ultramontano.”  La profundidad del sentido de abandono por parte del Vicario de Cristo, le lleva a escribir, con dolor, lo siguiente:

Le mando una copia de mi carta al Ministro de Cultos. Verá en ella que dejo todo y me abandono a la divina Providencia. Desearía añadir: «y a la benevolencia del Santo Padre», pero espero poco de su parte. El Santo Padre, según me parece,  no ha apreciado mi carácter ni mi servicio que me daban derecho a su protección, ni todo lo que he hecho en tiempos difíciles por la Iglesia romana, ni el afecto que me otorgaron León XII y Pío VIII.  
Si la persecución me obligara a exiliarme y retirarme a Roma, sé que no contaré   con el favor ni la simpatía: la recompensa me llegará de Dios Sentimos lo profundo de su sufrimiento en esta carta.Quisiera tener un corazón menos sensible: amaría menos, me ocuparía menos de muchas cosas que me llegan al fondo del alma, y sería feliz.  

Carta al Obispo Frezza, Secretario de la Congregación para Asuntos Extraordinarios en el Vaticano, Noviembre 28, 1834, EO XV núm. 175 

Beaudoin concluye su narración:“Pasa el invierno de 1834-1835 en Marsella; pero en la primavera, viendo su posición insostenible… parte para l’Osier y Nuestra Señora de Laus, donde permanecerá hasta finales de octubre.” (EO 8 páginas XXV-XXVI)

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