SOLO DIOS SABE CÓMO RECOMPENSAR LO QUE HEMOS HECHO POR ÉL, ASÍ QUE DEBEMOS HACER TODO POR COMPLACERLO

Siendo seminarista en París, Napoleón encarceló al Papa y llevó a todos los Cardenales a esa ciudad.  Su conocimiento del italiano permitió a Eugenio ser intérprete de los Cardenales, que no hablaban el idioma, y hacer lo que le encomendaban, a pesar de ser un gran riesgo para él.  Ahora, quince años después, encontró a varios de ellos en Roma, facilitando su tarea.

“El Cardenal De Gregorio me trató con una gran bondad y cordialidad. Recordó haberme visto a menudo en París durante el exilio de los prelados romanos.  Lo había visto también, aunque no era uno de a quienes servía, los Cardenales Mattei, Ruffo, el Arzobispo de Nápoles,  Gabrielli, Brancardoro, Canon Muzzarelli  y otros.

Diario en Roma, Diciembre 6, 1825, EO XVII

Algunos días después escribió:

“El Cardenal Dean, Secretario de Estado, envió a alguien para informarme que me recibiría a las 9 en punto. Llegué al Vaticano a tiempo y tuve el honor de expresarle mi respeto. Su Eminencia me recibió muy amablemente, aunque no me recordaba en absoluto, ni lo que había hecho por los cardenales en París durante su exilio.  Debí recordarle haber visitado su casa a menudo, incluso comido ahí, entregándole la Vie de la vénérable Agnes (comprado por mí). 

En esa época éramos catequistas en el Programa Mayor de Catequesis de San Sulpicio, siendo su monaguillo cuando llegaba a celebrar Misa en la capilla alemana. Fui designado para averiguar con él, Cardenal Della Somaglia, las necesidades de los cardenales en el difícil momento su desgracia. Le recordé haber respondido no necesitaría nada por dos años, aunque sí mencionó a quienes necesitaban ayuda. 

Tantos sucesos ocurridos desde entonces harían que alguien olvidara el pasado. El Cardenal no dejó su amabilidad, aunque reflexioné que sería muy absurdo hacer el bien para tener una buena reputación entre las personas.  Sólo Dios sabe cómo recompensar lo que hemos hecho por Él, así que debemos hacer todo por complacerlo”.

Diario en Roma, Diciembre 10, 1825, EO XVII

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