El corazón de Eugenio muestra su preocupación: era severo cuando se requería corrección, aunque sin dejar de ser amoroso. Los dos jóvenes Oblatos a quienes se refiere habían sido ordenados sacerdotes solo unos meses antes.
Reprenda fuertemente a Gignoux. ¡Qué pena que con tanto talento se deje llevar por esa misticidad ociosa que le hará perder la cabeza, neutralizando todo para hacer el bien!
Cuide de no desanimar a Marcelino; no hay que hacerle sentir su medianidad, pues se paralizaría; tiene buenas cualidades, dele las condiciones para utilizarlas bien.
Carta a Henri Tempier, Octubre 29, 1833, EO VIII núm. 471