EL LIDERAZGO ES EL OTRO LADO DE LA MONEDA DE LA SOLEDAD

Estando a cargo del ministerio de mantener a todas las comunidades en armonía con el espíritu de fundación, el papel de Eugenio no era siempre placentero, en especial cuando la debilidad humana se interponía en el bienestar común y el superior había de corregir al resto. Aquí vemos a Eugenio buscando un fuerte apoyo de parte de Henri Tempier, su primer compañero y confidente. El amor común a Dios, su pasión por llevar este amor salvador a los más abandonados y su amor por los Misioneros fue lo que unió a estos dos hombres. Es evidente, como San Pablo en su relación con algunos de sus trabajadores evangélicos, que había un fuerte lazo entre Eugenio y Tempier, que era la fuente de fortaleza de Eugenio en sus momentos de soledad como superior.

… En cuanto a Vd. nada tengo que añadir a lo que conocéis de mis sentimientos hacia Vd.; os quiero tanto como a mí mismo y mi confianza en Vd. es tal que me sería imposible ocultaros el más pequeño de mis pensamientos. Creería hacer un robo, un crimen en contra de esa amistad que no me perdonaría.

Carta a Henri Tempier, 1° de abril de 1821, EO VI n. 66

 

“Es mejor guiar desde atrás y poner a los demás por delante, especialmente al celebrar la victoria y al suceder cosas agradables. Al tomar el primer lugar cuando haya peligro, será entonces que la gente apreciará tu liderazgo.”     Nelson Mandela

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EN TANTO SEA EL SUPERIOR, SOY YO QUIEN DEBE GUIAR

En esta carta, encontramos a Eugenio continuando su esfuerzo por establecer y mantener un espíritu de unidad entre las tres comunidades de Misioneros. Se encontraba lejos predicando largas misiones parroquiales, por lo que escribió a Hippolyte Courtès, superior interino en Aix durante su ausencia. Este joven hombre tenía 32 años de edad y había sido ordenado sacerdote hacía menos de ocho meses – de ahí la carta de dirección de Eugenio en cuanto a decisiones prácticas para llevar la casa de Aix.

No hay duda de que siendo el superior de la casa, tengas el derecho de hacerte dar cuenta de lo que hace el ecónomo, por eso no he dudado en decirte que tú debías tener el ojo en todo; pero tu autoridad no se extiende hasta cambiar las instrucciones que le han sido dadas por tu superior a tí. No debe hacer nada sin prevenirte en cuanto a esas mismas cosas que le han sido prescritas;

La intención de este consejo no se refiere a la autoridad, sino al liderazgo al servicio del espíritu común. Es Eugenio, como responsable del bienestar y unidad del grupo, quien tiene la tarea de guiar. Se trata de tener autoridad en beneficio del servicio.

para aquellas que propondría por su iniciativa debe obedecer, y tu debes siempre, en tus resoluciones, conformarte al espíritu que me guía en mi administración, porque mientras sea superior, soy yo quien debe dar el impulso, y todos deben seguirlo, piensen lo que sea.
Si no hubiera dificultades en el rodaje, no existiría más la unidad en el gobierno y por consiguiente se seguiría el desorden. Es el caso de cualquier gobierno. Añado que en aquellos que están basados sobre las virtudes religiosas, habrá que hacer algo más, es decir que se esfuercen en adquirir la suficiente humildad, para creer saber menos o tener menos gracias que el superior, y por consiguiente, no temer conformar su juicio al de él..

Carta a Hippolyte Courtès, 14 de marzo de 1821, EO VI núm. 64

Hoy en día el papel de quienes se encuentran en posiciones de autoridad en los Oblatos, se resume como

Los superiores son un signo de la presencia del Señor, que está en medio de nosotros para animarnos y guiarnos. Impulsan a sus hermanos a vivir de acuerdo con su vocación de Oblatos, al mismo tiempo que les ofrecen el apoyo que necesitan. A ellos incumbe, en un espíritu de corresponsabilidad, dirigir su comunidad, tomar las decisiones, alentar las iniciativas y poner en marcha los planes de acción en conformidad con el espíritu y las normas de las Constituciones y Reglas.

Constituciones y Reglas, Constitución 81

 

La función del liderazgo es producir más líderes, no más seguidores.”    Ralph Nader

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EL LÍDER DE LA COMUNIDAD COMO EL VÍNCULO VIVIENTE DE LA UNIDAD

Eugenio continúa su reflexión de mantener la unidad en el pequeño pero creciente grupo de Misioneros. Su papel particular como Superior General fue el asegurar que cada miembro viviera por el espíritu de la fundación. Los superiores locales de cada comunidad compartían esta responsabilidad.

Libre es cada cual individualmente en nuestra Sociedad para dirigirse al Superior a fin de comunicarle sus ideas sobre todo y hasta sobre el cambio y la mejora de lo que está confiado a su disposición;
los superiores locales tienen una obligación más estricta
todavía, pero nunca jamás será permitido tomar la iniciativa de cambiar, de perfeccionar si queréis, unos usos en vigor en toda la Sociedad, aún con cualquier cláusula o restricción que queráis poner en ello.
Las reflexiones individuales y sugerencias de cambio no eran represivas, pero debían ser presentadas en la reunión de toda la Sociedad, llamada Capítulo General, que tenía el poder de tomar decisiones que afectaban a todo el grupo y cambiar las Reglas:
La época del Capítulo General se acerca, si no me equivoco, y será el momento entonces de proponer todo cuanto os guste.
Esa Asamblea tendrá el derecho de discutir y deliberar y sus resoluciones serán valederas; hasta entonces no hay de legítimo sino lo que está ordenado por el Superior General…

Carta a Henri Tempier, 13 de marzo de 1821, EO VI núm. 63

Este papel se ha mantenido a lo largo de nuestra historia y se expresa hoy en día como:

El Superior general es el vínculo viviente de unidad en la Congregación. Con el ejemplo de su vida, con su celo apostólico y su afecto a todos, estimulará la vida de fe y de caridad de las comunidades para que respondan más generosamente a las necesidades de la Iglesia.

CC&RR, Constitución 133

“El liderazgo efectivo es dar prioridad a las cosas importantes. La administración efectiva es la disciplina de realizarlas.”     Stephen Covey

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MANTENIENDO LAS COMUNIDADES EN UNIÓN CON EL CARISMA DE LA FUNDACIÓN

A primer vista, estas palabras escritas a Henri Tempier, quien fue el primer superior de la comunidad de Laus, podrían parecer como las de un superior controlador autocrático, que deseaba tener la última palabra en todo.

… No deberíais sufrir y todavía menos autorizar las gestiones tan contrarias al buen orden. ¿Nos hemos transformado en una república o bien en un gobierno representativo? ¿Os toca establecer nuevos usos, y la comunidad de Ntra. Sra. de Laus tiene el derecho de deliberar, de representar aún en colaboración la menor de las cosas? No ciertamente. Por eso, todo cuanto ha sido hecho debe ser mirado como no recibido, abusivo y diametralmente contrario al espíritu de nuestras Constituciones.

Carta a Henri Tempier, 13 de marzo de 1821, EO VI n. 63

De hecho se trata de las palabras de un hombre que se ha convencido de que la fundación de los Misioneros de Provenza provenían de Dios. Fue por la inspiración de Dios que este grupo llegó a existir, y fue bajo la guía de Dios que el espíritu del grupo se había expresado y consagrado en las Reglas de 1818. Juntos, en la reunión del Capítulo General, habían discernido la voluntad de Dios para ellos y habían aceptado las Reglas como expresión de ello. Fue por ello que no podía haber cambios arbitrarios.

Todas las comunidades se vinculaban a las Reglas y no podrían verse como una “república independiente.” Había un solo espíritu para los Misioneros y cada comunidad había de vivir de acuerdo a él. La mayor preocupación de Eugenio era su responsabilidad ante Dios de mantener fielmente lo que había sido confiado a su cuidado.

Era una época crítica para los Misioneros, pues al iniciar una tercer comunidad, era esencial mantener el mismo espíritu familiar en cada una de ellas. No contaban con los medios de comunicación instantánea que tenemos hoy en día, así que la forma de asegurar la unidad era seguir lo expresado por las Reglas.

Actualmente, nuestras Reglas de Vida mantienen la preocupación de Eugenio por la unidad, al hablar al Superior General y su consejo:

Velarán ante todo por asegurar la fidelidad de la Congregación al impulso apostólico que el Fundador le legó bajo la inspiración del Espíritu.

CC&RR, Constitución 131

 

El liderazgo es la transferencia de la visión.”     Hal Reed

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UNA INVITACIÓN A LA TRANSFORMACIÓN BAJO LA SEÑAL DE LA CRUZ

Marius Suzanne describe la ceremonia a través de la cual los Misioneros dieron inicio a lo que sería el ministerio Oblato que duraría 161 años. El Calvario se convirtió un lugar permanente de misión para la gente de Marsella, continuando la evangelización que había dado inicio durante la misión en la ciudad el año anterior.

Aunque la ceremonia había sido anunciada el mismo día, la multitud era enorme: una reunión impresionante de gente de todos los estratos llenaba la plaza y el área circundante. Se trataba de un día de celebración para la gente que hacía un reconocimiento a los Misioneros que les habían evangelizado.

El discurso del Superior estuvo lleno de emotividad, dignidad y sencillez natural. Recordó el fruto de la misión, el entusiasmo general que lo había animado, y dijo

“Fue a través de hombres débiles que Dios había realizado tan grandes cosas, pero fueron los hombres, animados y fortalecidos con la mayor valentía por motivo de la misión que el Obispo les había confiado al entregarles la cruz, diciendo: Sumite signum, in hoc signo vincetis. Tomen esta señal y será por ella que lograrán la conquista.”

Entonces, volviéndose a quienes habían perseverado y a los pecadores que habían fallado, aseguró a cada uno de la dedicación del ministerio de los Misioneros. Por último, volviéndose a los clérigos, dijo que la ceremonia se realizaba como una alianza mediante la cual los misioneros y sacerdotes se unían y consagraban al pie de la cruz para la salvación de la gente a la que habían sido enviados por el primer Pastor de la Diócesis, en respuesta al deseo y esperanza que sus fervientes cooperadores le habían expresado.

“Todos se encontraban satisfechos con su discurso y la gente escuchaba en silencio: la voz del Superior reverberaba en la distancia y se entendía a la perfección. Todas las caras mostraban felicidad: era como la renovación de la Misión. A partir de ese día, los Misioneros ofrecen Misa en el Calvario, que nunca se encuentra vacío.

Memorias de M. Suzanne, citadas en Rey I

 

Dios tomó lo peor que el hombre pudo hacerle a Su Hijo y lo transformó en lo mejor que pudo hacer por el hombre. “     Anónimo

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ACEPTANDO ATENDER LAS NECESIDADES DE LOS PEREGRINOS POBRES

Algo de información previa respecto a esta nueva misión en Marsella:

Teniendo la carta oficial cuidadosamente escrita, el Padre de Mazenod partió el mismo día con el Hermano Suzanne, seguidos no mucho después, por los Padres Maunier y Moreau, pues la instalación había sido programada para realizarse al día siguiente, 6 de mayo. Aunque improvisada, la ceremonia estuvo rodeada de la importancia y solemnidad digna de la ciudad. El Padre Vigne, vicario-general, quien residía en Marsella, la presidió en nombre del Obispo de Bausset. Una larga procesión, que incluyó a los clérigos de la ciudad, las fraternidades de penitentes, los Hermanos de las Escuelas Cristianas, todos los pastores locales y una inmensa multitud salieron de la iglesia de San Martín, escoltando al Fundador y sus tres hermanos, al santuario confiado a su cuidado. Los cuatro tuvieron un lugar de honor en la procesión, detrás de los pastores ordinarios y directamente antes de los canónigos.

Leflon Volumen 2, pág. 182

Su ministerio a los peregrinos en el Calvario dio inicio de inmediato. Dos años después:

En 1823, el Padre Dupuy dijo que el número de peregrinos se incrementaba. En ciertas festividades, el anexo, que sólo podía alojar a varios cientos, se encontraba más que rebosante con la gente que llegaba especialmente de los sectores más poblados de la ciudad que rodeaban al Calvario. Los misioneros se encontraban en su elemento y se dedicaban celosamente a atender las necesidades de los peregrinos pobres.

Yvon Beaudoin, “Marsella, El Calvario” en el Diccionario Histórico Oblato, Volumen 1

 

La religión apunta al área de la experiencia humana donde de una u otra forma, una persona se encuentra con el misterio del llamado al peregrinaje.”        Frederick Buechner

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UNA DOSIS DE REALISMO

Habiendo accedido a enviar algunos de sus Misioneros a Marsella a realizar el ministerio con los jóvenes huérfanos, Eugenio se sorprendió cuando el Arzobispo comenzó a insistir en que también debían aceptar el ministerio del Calvario (nombre con el que se referían a la colina del Calvario, donde se encontraba la cruz que habían colocado en la misión).

Era maravilloso que Eugenio tuviera sueños generosos de misión, pero al ver al personal con el que contaba después de tres misiones (Aix, Laus y Marsella) y el demandante ministerio de predicar largas misiones parroquiales, la realidad hizo su aparición ante él: eran sólo ocho sacerdotes!

El historiador Leflon nos cuenta la historia:

Dos semanas después, con una prisa que no puede sino sorprendernos, al igual que sorprendió al mismo Padre de Mazenod, el Obispo le autorizó a partir de inmediato a Marsella y tomar posesión del Calvario, que había sido erigido para conmemorar la misión de 1820. Guigou, el vicario-general, fue designado por el Arzobispo para notificar a la parte interesada de esta orden formal, que debía realizarse de inmediato. Sorprendido por tan pronta e inesperada resolución, el Fundador dudó del mensaje que había recibido. Fue entonces requerido en el palacio del Arzobispo, adonde acudió acompañado del hermano escolástico Suzanne, quien refiere el siguiente reporte de lo presenciado:

El Obispo urgió al Padre de Mazenod, incluso alegó con él, y el Superior seguía repitiendo la misma respuesta:

’Obedeceré si se me ordena, pero estoy seguro que será en detrimento de mi comunidad.’ …

Urgió de nuevo al Superior y notando que aún dudaba, el prelado se dirigió al Hermano Suzanne, tomó las manos del subdiácono y le dijo, ‘Venga Hermano; persuada a su Superior de ir y tomar posesión del Calvario.’ Finalmente, cediendo ante tan fervientes súplicas, el Superior declaró estar listo para obedecer y el arzobispo abrazándolo, dijo ‘Bien, entonces; prepárese para partir hoy. El Padre Guigou le entregará una carta que deberá llevar consigo.’

Leflon Volumen 2, pág. 181

Eugenio le confió a Henri Tempier:

Llego de Marsella para terminar el asunto de nuestro establecimiento… Pero ¿cómo vivirá nuestra comunidad? No lo sé.

Carta a Henri Tempier, 26 de abril de 1821, EO VI n. 67

Desde el punto de vista humano, requería un gran acto de fe, pues había reconocido el llamado de Dios en dicha situación, a través de la voz del Arzobispo. Se trataba de “El llamamiento de Jesucristo, que se deja oír en la Iglesia a través de las necesidades de salvación de los hombres ” (CC&RR, Constitución 1).

 

“Buscamos la ayuda de Dios cuando nuestros cimientos se cimbran, sólo para reconocer que es Dios quien los sacude.”    Charles West

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EL MONTE DEL CALVARIO EN MARSELLA

La furia de la Revolución Francesa había destruido la magnífica Iglesia Gótica de Notre Dame des Accoules en 1794, que había estado al servicio de la gente de Marsella desde 1205 (y como parroquia desde el Siglo X). Lo único que permanecía en pie era el campanario y la pared del santuario contra la falda rocosa de la colina. Era un crudo recordatorio de cómo la turba había perdido de vista los valores positivos que la Revolución había defendido y en el deseo de destrucción, había eliminado todo lo que habría podido dar a sus vidas un sentido duradero de dirección.

Veinticinco años después, en la misión predicada en 1820, los Misioneros de Provenza de Eugenio y los Misioneros de Francia de Forbin Janson, habían buscado restaurar la fe de los habitantes de Marsella, ayudándoles a reconstruir su vida en los principios cristianos. Todas las misiones terminaban con la erección de la cruz de la misión como un recordatorio permanente de esos días de gracia. Escogieron la pared remanente de la iglesia destruida como un importante recordatorio para erigir el gran crucifijo de la misión.

Yvon Beaudoin explica:

Charles de Forbin-Janson, superior de la gran misión predicada en Marsella en 1820, de acuerdo a su costumbre pronta y eficiente, eligió este lugar para levantar la gran cruz de la misión. En tan sólo cinco días había recolectado cerca de 60,000 francos, había hecho limpiar el lugar y construido una pequeña colina representando el Calvario y debajo de ella, una gruta que representaba el santo Sepulcro. Una reja de acero cercaba el lugar. Muchos de los habitantes de Marsella visitaban el lugar.

“Marsella, El Calvario” en el Diccionario Histórico Oblato, Volumen 1 http://www.omiworld.org/dictionary.asp?v=5&vol=1&let=M&ID=813 . (Pueden también eoncontrar algunas fotografías en este portal)

En 1821 era un lugar de oración y peregrinaje, por lo que las autoridades de la Diócesis solicitaron a Eugenio ser responsable del simbólico lugar. Fue un lugar importante en la historia de los Oblatos.

 

“Qué espléndida es la cruz de Cristo! Trae vida, no muerte; luz, no obscuridad; paraíso, no su pérdida. Es el madero en el que el Señor, como un gran guerrero, fue herido en manos, pies y costado, pero por ello curó nuestras heridas. Un árbol nos había destruido; un árbol ahora nos trajo vida.”    Theodore de Studios

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EN COOPERACIÓN CON Y APRENDIENDO DE LOS LAICOS EN EL MINISTERIO

Encuentro de mucha importancia para la Familia Mazenodiana, que fueron los jóvenes quienes nos llevaron a dar dos pasos significativos. Justo al inicio de nuestra existencia, fue el ministerio de Eugenio con la juventud lo que le llevó al antiguo convento Carmelita en Aix y tener espacio suficiente para sus reuniones, antes de mudarse varios meses después. Fue entonces el llamado al ministerio con los jóvenes que llevó a los Oblatos a establecerse en Marsella, en primera instancia.

Claramente el interés de los Misioneros a largo plazo fue la importancia de las consideraciones de estos casos, pero es de notarse que los jóvenes fueron los catalizadores para que se llevara a cabo.

En el texto de hoy, Eugenio enfatiza que nuestro ministerio en el orfanato fue el acompañamiento espiritual de los jóvenes. Los laicos enseñaban el catecismo y dirigían el lugar:

Al hablar de la dirección de los niños entiendo solamente la dirección de su conciencia y las instrucciones que la Iglesia reserva a sus ministros.
No hay nada más edificante que ver a laicos, buenos cristianos, enseñar a la infancia los elementos de la doctrina cristiana. Esa buena obra nunca será suficientemente impulsada y merece los mayores elogios..

Carta a los Directores de la Obra de la Providencia, en Marsella, 20 de abril de 1821, EO XIII n. 38

En ocasiones en el ministerio actual, tendemos a olvidar quién es responsable de qué en la misión. Nos hace preguntarnos: ¿Estoy realizando las actividades específicas que mi carisma me llama a realizar, y estoy permitiendo que los demás hagan lo que su estado de vida particular les llama a hacer – de forma más calificada que yo?”

 

“Dios no llama a quienes están capacitados, sino que Él capacita a quienes ha llamado.”    Smith Wigglesworth

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UN PROYECTO CON JÓVENES, EN ARMONÍA PERFECTA CON EL ESPÍRITU DE LOS MISIONEROS

La carta de Eugenio aceptando el proyecto en Marsella muestra el criterio utilizado por los Misioneros al aceptar abrir una tercera casa. Escribió al Consejo de la Obra de la Divina Providencia:

Señores,
Cuando uno de sus respetables asociados vino a verme de parte de Uds. para sondear cuáles serían mis disposiciones con relación a la fundación que proyectaban, le contesté que gustosamente aceptaría sus puntos de vista, ya que eran plenamente conformes con el espíritu de nuestro reglamento y el deseo que teníamos de cooperar con todas nuestras fuerzas al bien de una ciudad cuyos habitantes tanto queremos.
Se trataba de establecer una casa de nuestra sociedad bajo el techo que sirve de asilo a los niños de la Providencia, para que los miembros de esa casa, mientras se entregan a los ejercicios de su ministerio, puedan encargarse de la dirección espiritual de esos niños..

Eugenio subrayó las palabras “dirección espiritual” en la carta, enfatizando que los Misioneros no se harían cargo de la dirección material del orfanato, sino de la responsabilidad de evangelización y bienestar espiritual continuo de los jóvenes.

Los Misioneros no estarían dedicados al orfanato de tiempo completo, sino sería su residencia desde la cual darían ministerio a otros sectores de la población de Marsella – un proyecto aceptado por los pastores de la ciudad:

Tuve tanta menos dificultad para aceptar las propuestas que me anunciaban ya que estaba seguro que, consintiendo, respondía a los deseos de todas las gentes de bien de Marsella, y especialmente al deseo expresado por los Señores Párrocos de esa ciudad, cuando al ser consultados sobre el proyecto de una fundación de Misioneros, honraron a nuestra Sociedad con su voto unánime.
Contestando hoy a la carta que Uds. han tenido el honor de escribirme el 17 del corriente, mandándome el extracto de su deliberación del 16 de abril, en la que me proponían fundar una casa de nuestra Congregación en su local, sólo me queda ratificar el consentimiento dado anteriormente.
Acepto, pues, con agradecimiento el ofrecimiento que me hacen, y la parte del edificio que destinan para alojarnos en su establecimiento.

Carta a los Directores de la Obra de la Providencia, en Marsella,
20 de Abril de 1821, EO XIII n. 38

 

“El cristiano debe siempre recordar que el valor de sus buenas obras no se basa en su número ni excelencia, sino en el amor de Dios que le lleva a realizarlas.”      Juan de la Cruz

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