Estando a cargo del ministerio de mantener a todas las comunidades en armonía con el espíritu de fundación, el papel de Eugenio no era siempre placentero, en especial cuando la debilidad humana se interponía en el bienestar común y el superior había de corregir al resto. Aquí vemos a Eugenio buscando un fuerte apoyo de parte de Henri Tempier, su primer compañero y confidente. El amor común a Dios, su pasión por llevar este amor salvador a los más abandonados y su amor por los Misioneros fue lo que unió a estos dos hombres. Es evidente, como San Pablo en su relación con algunos de sus trabajadores evangélicos, que había un fuerte lazo entre Eugenio y Tempier, que era la fuente de fortaleza de Eugenio en sus momentos de soledad como superior.
… En cuanto a Vd. nada tengo que añadir a lo que conocéis de mis sentimientos hacia Vd.; os quiero tanto como a mí mismo y mi confianza en Vd. es tal que me sería imposible ocultaros el más pequeño de mis pensamientos. Creería hacer un robo, un crimen en contra de esa amistad que no me perdonaría.
Carta a Henri Tempier, 1° de abril de 1821, EO VI n. 66
“Es mejor guiar desde atrás y poner a los demás por delante, especialmente al celebrar la victoria y al suceder cosas agradables. Al tomar el primer lugar cuando haya peligro, será entonces que la gente apreciará tu liderazgo.” Nelson Mandela