1835 – UN AÑO DIFÍCIL: ASÍ DIOS SERÁ MI ÚNICA RECOMPENSA

Como puerto marítimo, Marsella siempre estaba en peligro de brotes de enfermedades transportadas por los muchos buques que llegaban al lugar. Los habitantes de la ciudad habían atravesado por muchas epidemias de cólera, incluyendo la de 1835, un año difícil para Eugenio. Continuaba envuelto en el conflicto con el gobierno francés por haber aceptado hacerse Obispo de Icosia sin su permiso, en 1832. Hemos analizado este conflicto en varias entradas. También fue una época en la que algunos sacerdotes de la diócesis tuvieron que ser disciplinados al hacer públicas sus condenas infundadas respecto a Eugenio. En general, un año difícil.

En medio de todas las dificultades, aparece su fe en Dios:

Con tal de que Dios sea ensalzado ¿qué importa verme humillado, despreciado, abandonado casi por todos?  Que ante los hombres vilior fiam, plus quam factus sum. Desde mi llegada al mundo, Dios me ha llevado de la mano; me ha hecho realizar tantas cosas para su gloria, que habría podido temer al orgullo de haberlo advertido los hombres y me hubieran demostrado reconocimiento; más vale para mí que sean injustos e ingratos; así Dios será mi única recompensa, como ya es mi única fuerza y esperanza.

Carta al Obispo Frezza, Abril 27, 1835, EO XV núm. 177

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LA   SORPRESA DE  VER TERMINADA  EN  TAN CORTO  TIEMPO LA OPERACIÓN  QUE PARECÍA INTERMINABLE

Poco después de la llegada de los Oblatos a Córcega, Eugenio escribió con orgullo:

El P. Guibert ha podido dominar al primer intento. No podrías creer con qué prontitud y habilidad ha puesto todo en marcha. Ya está dispuesto el seminario, y el 6 de este mes se hará la apertura solemne, probablemente por Monseñor mismo, que estará de regreso para entonces. El P. Guibert lo dejó en Bastia para elegir un local apropiado y tratar con las autoridades. Se sorprenden en Ajaccio al ver terminada en tan corto tiempo una operación que parecía interminable…

Carta a Jean Baptiste Mille, Mayo 2, 1835, EO VIII núm. 513

No podrías creer con qué habilidad Guibert ha realizado su tarea él solo, porque el Sr. Obispo se había quedado en Bastia, mientras Guibert trataba en Ajaccio con las autoridades civiles. Se los digo de paso, para su satisfacción…

Carta a Bruno Guigues, Mayo 3, 1835, EO VIII núm. 514

Hippolyte Guibert mostró su extraordinario talento al establecer el seminario mayor. No es de sorprender que siete años después fuera nombrado Obispo de Viviers, y más adelante Cardenal Arzobispo de París. Es comprensible por qué él y el Padre Tempier eran los confidentes más cercanos cuando Eugenio debía tomar una decisión importante respecto a los Oblatos.

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ADRIEN TELMON OMI, 1807 – 1878

El pintoresco Adrien Telmon, tercero en la comunidad fundadora de la misión en Córcega, nació en 1807 y realizó su oblación en 1826, siendo ordenado sacerdote Oblato en 1830. Yvon Beaudoin nos narra la historia:

“Tras la misión en Barcelonnette, predicada por el Fundador y sus compañeros del 20 de abril al 20 de mayo de 1822, Adrien siguió a los misioneros a Aix. Mons. de Mazenod escribe en su diario el 1° de mayo de 1837 : «Lo agarré de la camiseta, por así decirlo, durante la misión de Barcelonnete. ¿Qué edad tenía entonces? Quince o dieciséis años, no sé, sea como fuera, no me llegaba más que a la cadera. Tenía todos los aires de un niño pequeño. Sin embargo, lo adopté y he considerado siempre como hijo mío, le proveí de todo lo que necesitaba, le procuré una educación. Finalmente, lo admití en la sociedad y lo llevé hasta el sacerdocio, a pesar de algunas inquietudes durante su escolasticado y de que una vez se fugara de la casa de Aix”

De temperamento rebelde e impulsivo, preocupaba a sus superiores al principio.

“Tras el año académico de 1830-1831, el padre Telmon fue a la comunidad de Notre-Dame du Laus, donde permaneció a disgusto, hasta 1834. Encontraba la ciudad de Marsella demasiado calurosa y Laus demasiado frío.
En Laus, donde el padre Hippolyte Guibert era superior, el padre Telmon impartía clases de Sagrada Escritura a algunos escolásticos, además de predicar misiones. Pero había poca demanda de predicaciones tras la Revolución de 1830.
En 1834 Mons. Casanelli d’Istria, obispo de Ajaccio, confió su seminario mayor a los Oblatos. El Fundador propuso al padre Guibert como superior de la comunidad y anunció que sería «acompañado por un profesor de dogma, hombre de talento, conocedor de Sagrada Escritura y de ceremonias”, se refería al padre Telmon. Llegaron a Córcega a comienzos de 1835 y se les unió el padre Albini como profesor de moral, a comienzos del año académico de 1835-1836. El padre Telmon enseñó dogma en Ajaccio de 1834 a 1837, al tiempo que acompañaba al Padre Albini en las misiones en Adviento y Cuaresma. Enseñaba y predicaba con éxito. Fue muy popular.”

A partir de ahora leeremos ampliamente sobre el celo de este misionero: cómo fue parte del primer grupo de Oblatos en ir a Canadá y después fundador de la misión de Texas en los EUA.
Falleció en Francia en 1878.

En la necrológica del padre Telmon, el padre Soulerin subraya sobre todo el talento de oratoria del padre, así como su celo. Escribe: «Era orador efectivo. La razón de su éxito en el sagrado púlpito era sus amplios conocimientos, por su estudio profundo de la Sagrada Escritura, de la que sabía hacer aplicaciones juiciosas acordes a las circunstancias, con las conclusiones novedosas y originales de sus comentarios, una notable facilidad de oratoria, la simpatía de su voz y de su fisonomía. Su palabra no tenía nada de ampuloso, de extravagante en su estilo ni en su gesto, sino sólida, luminosa, insinuante, simple con los pobres, de noble simplicidad con las mentes cultivadas. Su facilidad era tal que podía improvisar de la forma que fuera sobre cualquier tema (…). No hubiera podido obtener tan bellos resultados de no haber sido un hombre de celo, sacrificio, abnegación, fe, caridad, amor a la Iglesia y a la Congregación. Sí, era emocionante verle [en Texas] olvidarse de sí en todo, tomar para sí el trabajo más oneroso, no pensando sino ofrecer a nuestro Divino Salvador una morada conveniente, un culto divino espléndido, a las almas los cuidados más solícitos, corriendo literalmente tras la oveja descarrilada, no tomando sino a destiempo su sustento y a veces de forma escasa, rebajándose para hacer las tareas en el mantenimiento de la casa si el pobre hermano se encontraba sobrecargado de trabajo. Cuántas veces no lo habremos visto al final de la jornada, vomitar sangre o caer rendido y dormirse en el suelo de su celda o en una silla, hasta bien entrada la noche. Sin embargo, siempre estaba en la oración de la mañana, ofrecía el santo sacrificio de la misa, hacía su acción de gracias, tras la cual, antes de pensar en su desayuno, había previsto ya todos los detalles de su jornada…”

Ver: https://www.omiworld.org/es/lemma/telmon-pierre-antoine-adrien-es/

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CARLO DOMENICO ALBINI OMI, 1790 – 1839

Angelo Capuano nos relata acerca de Carlo Domenico Albini, nacido en Italia en 1790 y ordenado sacerdote diocesano en 1814.

En julio de 1823 se le confió el cargo de profesor de teología moral en el seminario mayor de Niza.

Su actividad no se limitó a la enseñanza: con mucho agrado prestaba también sus servicios en la catedral y, precisamente ayudando al cura durante un retiro para los exprisioneros y los inadaptados, en julio de 1824 se entrevistó con los padres Eugenio de Mazenod y Marius Suzanne, llamados para dar los ejercicios del retiro.

Impresionado por su celo apostólico, el ideal misionero que los animaba y sus relaciones fraternales, el padre Albini consideró de inmediato la posibilidad de vivir en una comunidad religiosa. Por ello, al final del retiro, decidió formar parte de la congregación naciente.

El 21 de noviembre de 1824, solo veinte días después de su oblación perpetua, el Padre Albini predicó su primera misión en Allauch. Pronto fue nombrado profesor en el escolasticado de los Oblatos en Aix. En febrero de 1825, se ocupó de la traducción al latín de parte de las Constituciones y Reglas que se someterían a la aprobación pontificia. Fue él quien ejerció presión sobre el Fundador y lo convenció de ir a Roma, con el fin de obtener el reconocimiento oficial de la Congregación.

El padre Albini predicó varias misiones populares. Precisamente durante una de ellas, en Aubagne, del 19 de febrero al 20 de marzo de 1826, el padre Henri Tempier llegó para comunicar a los misioneros la noticia de la aprobación definitiva del Instituto y sus Constituciones y Reglas. El padre Albini estuvo entre los Oblatos que durante el Capítulo General, el 13 de julio de 1826, pronunciaron nuevamente sus votos religiosos que a partir de ese momento cobraban validez plena.

En octubre de 1827 los padres Tempier y Jean Baptiste Honorat se establecieron en el seminario mayor de Marsella, confiado a los Oblatos. El padre Albini quedó como profesor de teología moral. A fines de julio de 1828 se encargó de la asistencia espiritual en Obra, con los Italianos en Marsella: una misión para los inmigrantes italianos, que realizó con pasión y vivo interés.

El 19 de septiembre de 1834, el Fundador daba respuesta afirmativa al obispo de Ajaccio, Mons. Casanelli de Istria, quién deseaba que una comunidad oblata dirigiera el seminario mayor y garantizara la predicación de las misiones populares en toda la isla. Le prometió dos de sus mejores misioneros, los padres Hippolyte Guibert y Albini. El padre Guibert partió con Mons. Casanelli de Istria hacia Córcega, que fue la primera misión oblata fuera del continente, el 9 de marzo de 1835.

El padre Albini debió esperar a octubre de 1835 para incorporarse al grupo de misioneros. El Fundador había dudado mucho antes de dejarlo partir; lo consideraba casi indispensable debido al servicio apostólico que prestaba a los italianos. Sólo después de la intervención y los argumentos convincentes del padre Guibert, llegado al continente, el Fundador dejó ir al padre Albini, quien pudo así dedicarse a su nueva misión.

La nueva comunidad se estableció en Ajaccio: el padre Guibert como director del seminario, el padre Albini como uno de los profesores, teniendo a veces que reemplazar al padre Guibert, durante sus viajes al continente.

En mayo de 1836, Mons. Casanelli de Istria regaló a los Oblatos el convento franciscano de Vico, una localidad del interior. El padre Albini fue allí al final del año escolar a pasar sus vacaciones y prepararse para la predicación de las primeras misiones populares.

A partir del 30 de agosto, predicó la misión de Moïta: la primera en la isla de Córcega, desde la última misión de San Leonardo de Puerto Mauricio (Moïta, 18 de octubre de 1774) y, para el padre Albini, la primera desde hacía cerca de diez años.

Su actividad misionera se distinguía por la solidez de su doctrina y su preocupación de darse a entender a la gente, a través de una palabra sencilla y convincente. Gracias a su personalidad, tuvo un éxito notable en el arreglo de las discordias entre familias y entre clanes en las regiones que evangelizaba, quienes vivían una difícil situación social y religiosa.

En noviembre 1838 cayó gravemente enfermo, hasta el punto de que se pensó en su muerte inminente. En febrero de 1839, se repuso un poco y empezó a preocuparse de cuándo podría predicar misiones de nuevo. Pero su salud se deterioró nuevamente, debilitándose poco a poco hasta su muerte, el 20 de mayo de 1839.

La desaparición del padre Albini fue considerada como una grave pérdida para toda la Congregación, en particular para el Fundador, que lo consideraba como un ejemplo que todos los Oblatos debían seguir, debido a su celo apostólico y a su vida religiosa. La gente también lo lloró. Se comenzaba, ya entonces, a considerarlo un santo. Actualmente se ha concluido la causa para su beatificación y se espera el milagro obligado, a través de su intercesión.

https://www.omiworld.org/es/?s=albini 

Ver también https://www.omiworld.org/our-charism/our-saints/oblate-causes/venerable-charles-dominique-albini-1790-1839/biography/

 

 

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TRES DE LOS MEJORES MISIONEROS

Eugenio había escrito acerca de la misión en Córcega:

Pero realizar esa tarea nos implicará los mayores sacrificios.

Carta a Hippolyte Guibert, Octubre 18, 1834, EO VIII núm. 493

Los Oblatos eran pocos y estaban muy comprometidos en Francia.

 Debido a la calidad necesaria en los individuos que requiere, me costará mucho moverlos de los diversos ministerios que cumplen con tanto éxito y con bendiciones increíbles;

Cumpliendo su palabra, Eugenio sacrificó a los misioneros en Francia para enviar al seminario en Córcega a tres de sus mejores Oblatos: los Padres Albini, Guibert y Telmon.

Conoce la fama del P. Albini: se trata de un teólogo sabio y un santo misionero, enseña teología con distinción desde hace muchos años y pasa sus vacaciones evangelizando a los pobres. Por otra parte, hace tanto bien en Marsella, que se me vendrá el mundo encima por moverlo de aquí; es el hombre que necesita. Irá acompañado por un profesor de dogma, hombre de talento, que sabe de Sagrada Escritura y de liturgia (el P. Telmon). Le daré también como superior, al sacerdote más distinguido de nuestras regiones, ya sea por su profunda piedad, por la amplitud de sus conocimientos o por la firmeza de su espíritu culto. Hace las delicias de la diócesis de Gap como superior del santuario que nos está confiado; es a quien más quiere el obispo, el clero y el pueblo. No sé cómo me las arreglaré, pero no importa; es también el hombre que le hace falta, al menos para comenzar…

Carta al Obispo Casanelli d’Istria, Septiembre 19, 1834, EO XIII núm. 83

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JOSEPH HIPPOLYTE GUIBERT OMI, 1802 – 1886

Detengamos la narración para conocer con más detenimiento al Padre Guibert.

Nació en Aix-en-Provence el 13 de diciembre de 1802 e ingresó al seminario mayor en Aix en 1819. Cuatro años después se unió a los Misioneros de Provenza, haciendo su oblación en  1823 y 1824. Fue ordenado sacerdote el 14 de agosto de 1825 en Marsella, por el Obispo Fortuné de Mazenod.

En 1826 fue nombrado maestro de novicios hasta 1828, cuando fue enviado a Notre-Dame du Laus. Los siguientes cinco años fue superior de la comunidad, director del santuario Mariano y predicador de misiones parroquiales.

Yvon Beaudoin nos dice: “como Superior del seminario mayor de Ajaccio de 1835 a 1841, el padre Guibert fue digno de la confianza del superior general. En unos años logró tomar posesión del antiguo seminario y añadirle tres pisos. Los alumnos pasaron pronto de quince a más de un centenar, con algunos profesores competentes: los padres Albini en moral, Telmon en sagrada Escritura y Moreau en dogma. Para obtener subsidios, el padre Guibert debía ir con frecuencia a París, donde se relacionó e hizo amigo de los ministros y del rey Luis Felipe. Fue entonces que desarrolló sus dotes de diplomático y logró reconciliar a Mons. de Mazenod con el rey, que no quería saber del obispo de Icosia, nombrado obispo en 1832 por el papa Gregorio XVI, sin autorización del gobierno francés.

En París, el gobierno, que entonces designaba a los obispos, no tardó en pensar en el superior del seminario mayor de Ajaccio para una sede.”

Fue nombrado a la sede de Viviers y el 11 de marzo de 1842, fue consagrado Obispo por el Obispo Eugenio de Mazenod.”

Al seguir reflexionando en las cartas de San Eugenio, encontraremos muy a menudo el nombre del P. Guibert, por lo que solo indicaré algunos eventos de su vida futura: Fue Obispo de Viviers hasta 1857 y Arzobispo de Tours hasta 1871, en que se convirtió en el arzobispo de París, hasta su fallecimiento en 1886. Fue nombrado Cardenal en diciembre de 1873.

Estuvo a cargo de la construcción de la Basílica del Sagrado Corazón en Montmartre, donde fue sepultado en 1886

Pueden encontrar más detalles en  https://www.omiworld.org/es/?s=Guibert

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ACEPTO CON CELO Y ENTUSIASMO LA MISIÓN QUE ME ASIGNA

Eugenio escribe a Hippolyte Guibert para comunicarle su nombramiento como Superior de la comunidad Oblata y del seminario en Córcega.  

Pero ¿a quién enviar para fundar tan importante establecimiento? Hacen falta profesores, sobre todo un superior muy capacitado. En la Sociedad, solo  estás tú, mi querido, quien reúne las cualidades para desempeñarlo. Lo digo ante Dios, y después de haber agotado todo tipo de combinaciones. Siento mucho el vacío que dejarás; pero repito que la fundación no puede hacerse sin ti. No necesito probártelo, pues tu modestia se opondría, aun cuando tu espíritu de obediencia no te lo impidiera.
Estaremos desmembrados por un año; nadie lo sentirá tanto como yo, pero habremos de sobrellevar esta necesidad en vista del bien inmenso que habrá de resultar de ello.
Adiós, pide a la Santísima Virgen luz, fuerza y ayuda continua para ti, para mí y toda la familia. Te abrazo y bendigo. +Carlos José Eugenio, Obispo de Icosía

Carta a Hippolyte Guibert, Octubre 18, 1834, EO VIII núm. 493

Beaudoin escribe: “el Padre Guibert era el cuarto asistente general; respondió al Superior General: ‘Acepto con celo y entusiasmo la misión que me asigna. Al hacerlo, me motiva tanto mi lealtad hacia la Sociedad a la que pertenezco sin reservas, como el amor filial que le he prometido. Esto no implica que no sea merecedor’ …”

El P. Guibert vivía las normas que Eugenio había escrito en la Regla Oblata de 1818: “… La obediencia en nuestro Instituto será pronta, humilde, total.
Al seguir las directivas de los superiores, que nuestros miembros tengan frente a ellos a Dios mismo, pues es por amor a Él que obedecen y solo por Él entregan su ser a sus superiores.”

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EL CAMPO ME PARECE MUY VASTO Y FÉRTIL AUNQUE CUBIERTO DE ESPINAS

Al haber tomado una decisión, Eugenio escribió al Obispo de Ajaccio, para comunicársela:  

No me desligo del compromiso que he hecho con usted al secundarle con toda mi fuerza en la gran misión que tiene por realizar en la diócesis que la divina Providencia acaba de confiar a su cuidado. Agradezco mil veces a Dios por haber dado a este pueblo un primer pastor como usted, pues conozco la extensión del mal y porque sé además, cuánto se puede esperar de su misericordia, de su celo y la solicitud que le lleva a favor de sus fieles, abandonados desde hace tanto tiempo.
El campo me parece muy vasto y fértil aunque cubierto de espinas, y de ser un simple sacerdote, no cedería a nadie el honor de ofrecerme para ayudarle a desbrozarlo; pero lo que no puedo hacer yo, otros lo harán por mí.

Carta al Obispo Casanelli d’Istria, Septiembre 19, 1834, EO XIII núm. 83

Se trató del llamado a los más abandonados, que sigue motivando a la familia Mazenodiana contemporánea:

El llamamiento de Jesucristo, que se deja oír en la Iglesia a través de las necesidades de salvación de los hombres, congrega a los Misioneros Oblatos de María Inmaculada y los invita a seguirle y a tomar parte en su misión por la palabra y por la acción.
Constituciones y Reglas OMI, C 1

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ME   SIENTO   INCLINADO A  TOMAR  DECISIONES A  TRAVÉS  DE SUS  LUCES Y BUENOS CONSEJOS

Eugenio nunca tomó decisiones importantes para la Congregación sin un proceso de consulta. Comparte con el padre Guibert, uno de sus consejeros más confiables, sobre la invitación para enviar Oblatos a Córcega. 

Lamento, mi querido amigo, verme obligado a estar separado de quienes la Providencia me dio como consejeros en la administración de la familia.
No quisiera decidir nada sin oírlos a todos; me inclino a tomar decisiones a través de sus luces y buenos consejos, inspirados por el celo que tienen por la prosperidad de la familia y el bien de la Iglesia, en el ejercicio de su ministerio.
En este momento, más que nunca, me hubiese gustado comentar contigo antes de tomar esta decisión que tendrá las mayores consecuencias, pero que no puede retrasarse. Debo contestar enseguida, y aun así temo falte tiempo para que recibas la carta, no sobre un cambio, sino  sobre un verdadero trastorno en nuestras casas.
No podré explicarme nunca en una carta.
¿Cómo repetir, lo que desde hace seis días es el objeto de mi conversación con el único asistente que tengo a la mano? Lo he pensado todo, rumiado todo; me he hecho todas las objeciones, he considerado todos los inconvenientes,  concluyendo que hay que pasar por encima de y sacrificarlo todo, para no reprocharnos haber cerrado la puerta que la Providencia nos abre.

Carta a Hippolyte Guibert, Octubre 18, 1834, EO VIII núm. 493

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UN AMPLIO HORIZONTE SE ABRE ANTE NOSOTROS

En 1834, las cinco comunidades de los Oblatos contaban con 26 Oblatos y 10 escolásticos entre Aix en Provence, Marsella, Laus, L’Osier en Francia y Billens en Suiza.

Tras conocer al recién nombrado Obispo de Ajaccio, Córcega, Casanelli d’Istria, quien solicitó a Eugenio enviar Oblatos para fundar un seminario mayor, Eugenio describe la situación al P. Guibert, quien por años le había animado a iniciar una nueva misión fuera de Francia.

Un amplio horizonte se abre ante nosotros, tal vez estamos llamados a regenerar al clero y a todo el pueblo de Córcega.
El Obispo nos llama para dirigir su seminario, y está dispuesto a confiarnos las misiones de su diócesis. No podemos negarnos, por poco que pudiésemos lograr; sería desesperante si no pudiéramos responder a tan apremiante invitación, que cumple nuestro deseo. Realmente podemos aceptar el ofrecimiento que hemos anhelado, y que no se nos cumpliría nunca más, de negarnos ahora.
Pero realizar esa tarea, nos implicará los mayores sacrificios. 

Carta a Hippolyte Guibert, Octubre 18, 1834, EO VIII núm. 493

El mismo espíritu nos sigue motivando actualmente:

No temerán presentar con claridad las exigencias del Evangelio y abrirán con audacia nuevos caminos para que el mensaje de salvación llegue a todos los hombres. Humildes ante la propia insuficiencia, pero confiando en el poder de Dios, se afanarán por conducir a todos, especialmente a los pobres, a la plena conciencia de su dignidad de seres humanos e hijos de Dios

Constituciones y Reglas OMI, C 8

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