SEAN   FLEXIBLES   EN   LA  FORMALIDAD,  PERO   ESTRICTOS   EN   CUANTO A LA REGLA OBLATA Y SU ESPÍRITU 

La edad de los Oblatos en la comunidad Oblata en Notre Dame de l’Osier fluctuaba entre los 27 y 32 años, con muy poca experiencia en el ministerio sacerdotal. De ahí que Eugenio estuviera muy al pendiente de ellos, guiándolos al formar bases firmes. Es importante recordarlo al leer los siguientes extractos de las cartas de Eugenio a la comunidad. 

En cuanto a la Regla o al espíritu de la Congregación, te recomiendo mucha amabilidad en la forma, pero mucha firmeza en el fondo. Que no haya nada infantil  entre ustedes.

Carta a Bruno Guigues, Octubre 8, 1835, EO VIII núm. 547

La única forma en que Bruno Guigues, el joven superior de la comunidad pudiera animar a sus compañeros, era observando la Regla Oblata. Debía aprender a apegarse a sus mandatos y al espíritu que la Regla de Vida se consagraba, aunque con flexibilidad ante lo no indispensable.

En ocasiones es difícil ver la diferencia y caemos en la trampa de enfocarnos solamente a lo  trivial, olvidando el panorama general.

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PARA DAR UNA MEJOR DIRECCIÓN A LA DEVOCIÓN DE LA GENTE

Recuerda a los misioneros a cargo del Santuario de Nuestra Señora de L´Osier: 

En cuanto a lo externo, recuerden que la Providencia les ha colocado al servicio del santuario para dar una mejor dirección a la devoción de la gente. Que su devoción a la Santísima Virgen los lleve a la conversión por su ministro.

Carta a Bruno Guigues, Septiembre 3, 1835, EO VIII núm. 541

La devoción a María llevaba a la gente al Santuario – la misión de los Oblatos, como cooperadores del Salvador, era dirigirla a Él, sin quedar solo en María. El objetivo del santuario no era María, sino que por su ejemplo e intercesión, la gente llegara a su Hijo por la conversión.

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EL   MÉTODO   MÁS   EFICAZ   PARA   SER   ESCUCHADOS,  ES  SER  DE  VERDAD, LO QUE DEBEMOS  SER

Al escribir al superior del Santuario Mariano que había estado al cuidado de un grupo de jóvenes Oblatos por un corto tiempo, Eugenio se refiere a uno de los objetivos de los Oblatos al ser fundados: trabajar en la formación y renovación del clero. Nuestras casas siempre han dado la bienvenida a sacerdotes para retiros o guía espiritual. 

Me comentas que empiezan a llegar los sacerdotes. Que lo que vean entre ustedes les edifique. No hay que descuidar cumplir las reglas con exactitud en aras de la cortesía. Observen las reglas  exactamente como lo he dispuesto.

La calidad en la vida de los Oblatos era lo que atraería las conversiones, no sus palabras. De igual forma, los nuevos miembros llegarían a la comunidad no a través de las oraciones, sino por el testimonio de quienes formaban la comunidad.  

Debemos rezar el “Dominum messis” [ed “Envía obreros a la viña”] para que nos envíe obreros. El método más eficaz para ser escuchados, es ser, de verdad, lo que debemos ser.

Carta a Bruno Guigues, Septiembre 3, 1835, EO VIII núm. 541

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YA  SOY  PRELADO  FRANCÉS  EN  FORMA  DEBIDA. YA  NO  TEMO  SER ENVIADO FUERA DE LAS FRONTERAS DE FRANCIA

Cinco días después, el 25 de enero, Eugenio llegó al Salón de las Tuillerías para prestar juramento al rey, que probaría en forma oficial su reconciliación con el régimen de Julio. Escribió al Padre Courtès.

Mi querido Courtés, aunque Tempier esté encargado de dar noticias mías a quien corresponda, no quiero pasar más tiempo aquí sin escribirte directamente.
He terminado el asunto que me trajo a esta capital. Ya soy prelado francés en forma debida. Ya no temo ser enviado fuera de las fronteras de Francia. He ido dos veces al palacio. En la primera audiencia el Rey me hizo sentar junto a él, donde permanecí por tres buenos cuartos de hora. Tuvo buenos comentarios sobre todos los asuntos que tratamos e intentó darme explicaciones que no habría tenido nunca idea ni el valor de pedirle. La Reina y la Sra. Adelalda fueron también muy amables conmigo, aunque en la segunda audiencia el Rey estuvo más afectuoso de lo que se podría imaginar, sostieniendo mis manos en las suyas por diez minutos, y al despedirme, las tomó de nuevo…

Carta a Hippolyte Courtès, Enero 31, 1836, EO VIII núm. 558

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RECIBIRÉ SU JURAMENTO CON PLENA CONFIANZA

La saga de Icosia llegó a su fin con la reconciliación de Eugene con el Rey en enero de 1836 en París. Eugene describe a la audiencia.

Al medio día se abrió la puerta del gabinete del Rey y fui llamado. El Rey avanzó hacia mí, haciéndome un cumplido muy gracioso y haciéndome sentar frente a él. Después de  expresarle en pocas palabras mi agradecimiento, me dijo que estaba encantando de que volviese a él, y aprovechó para contar en muy buenos términos, los acontecimientos que le habían obligado, a pesar suyo, a tomar el cetro para salvar a Francia de la anarquía en la que iba a caer. Cada vez que se mencionaba el nombre de Carlos X en su relato, era siempre en forma conveniente. De vez en cuando yo decía algunas palabras, más por no parecer mudo, que para interrumpirlo.

Desde la Revolución de 1830,  no era secreto que Eugenio consideraba a Louis-Phillipe como usurpador del trono de Carlos X, debido a su coup d’état, lo que explica porqué se justifica el rey y su acción.

Le hable del horrible atentado que puso en peligro su vida; tuvo buenos comentarios al respecto, se extendió mucho sobre las buenas intenciones para favorecer en todo a la religión; no siempre había hecho todo lo que deseaba, había grandes obstáculos. Quiere aumentar la remuneración a los obispos, pues reconoce que es insuficiente.

El Rey había estado al frente de un gobierno anti-religioso desde 1830, por lo que le costaba enfatizar que había cambiado su postura en cuanto a la tolerancia religiosa.

Es decir, cómo resumir todo lo que me dijo en la conversasión sostenida por 45 minutos.  Olvidé que al principio de la audiencia, me preguuntó sobre mi tío y me recordó de Palermo.
Conversamos un poco sobre Marsella y no concebía que el clero hubiera sido presentado como hostil hacia el Gobierno. Le comenté la verdad sobre ello y concluí pidiendo su permiso para rendir honores a la Reina, por lo que llamó en voz alta a su Chambelán, de forma que todos los que esperaban audiencia pudieran escucharlo y ordenó que se avisara a la Reina de mi visita. Al salir le recordé que volvería el lunes siguiente para presentarle juramento, y muy gentilmente respondió: “Así es, mi señor Obispo, el lunes tendré el placer de verle nuevamente y recibiré su juramento con plena confianza.” Fuí a la sala de la reina, quien me hizo sentarme junto a ella; conversamos sobre mi tío, la Reina de Nápoles, la bienvenida recién recibida del rey y algunos otros asuntos y finalmente me retiré”.

Carta a Henri Tempier, Enero 20, 1836, EO VIII núm.  556

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ORAISON: ORANDO CON LA FAMILIA MAZENODIANA

Les invitamos a formar parte de esta práctica de Oraison  el domingo, 20 de octubre, Domingo Mundial de las Misiones.

 

El Domingo Mundial de las Misiones del 1975 fue la fecha en la cual Pablo VI beatificó a Eugenio de Mazenod, reconociendo las obras de Dios en Eugenio y en el carisma y la espiritualidad que el dejó a su familia religiosa misionera

Con San Eugenio, quien dedicó su vida a traer la salvación de Jesucristo a todos los pueblos, les invitamos a separar un tiempo en este día para entrar en comunión de oración con toda la Familia Mazenodiana.

 

 

 

Textos que puedan ser de ayuda.

Marcos 6: 34 – 37

Al desembarcar, Jesús vio toda aquella gente, y sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas sin pastor. Y se puso a enseñarles largamente. Se había hecho tarde. Los discípulos se le acercaron y le dijeron: “Estamos en un lugar despoblado y ya se ha hecho tarde; despide a la gente para que vayan a las aldeas y a los pueblos más cercanos y se compren algo de comer.” Jesús les contestó: “Denles ustedes de comer.”

Eugenio, a la edad de 26, respondió a la invitación a darle de comer a los más abandonados con el Evangelio:

Lo que el Señor quiere de mí es renunciar a un mundo en el que es casi imposible salvarse, dada la apostasía reinante, que me entregue más especialmente a su servicio con el fin de reavivar la fe que se extingue entre los pobres. En una palabra, que me disponga a cumplir toda orden que me dé para su gloria y para la salvación de las almas que ha rescatado con su preciosa sangre.

El Papa Palo Vi en su homilía de beatificación (19 de octubre 1975):

Primero, diremos a los hijos del Padre de Mazenod, a los miembros de su familia…sean muy orgullosos, ¡exulten de gozo! ¡Tenía una pasión por Jesucristo y amó incondicionalmente a la Iglesia! Luego de la Revolución Francesa, la Providencia haría de él un pionero de renovación pastoral…                                                                                                                                            Desde el 1841, los Oblatos de María embarcaron a los cinco continentes y fueron a los confines de las tierras inhabitadas. Nuestro predecesor, Pío XI, diría de ellos: “¡Son especialistas en misiones difíciles!”  ¡Y el Padre de Mazenod quería que ellos fueran religiosos perfectos! Este Pastor y Fundador, un testigo autentico del Espíritu Santo, envía a todos los bautizados, a todos los apóstoles de hoy un recordatorio imperativo: ¡Déjense invadir por el fuego del Pentecostés y conocerán el entusiasmo misionero!

1 Juan 1: 1-2

Aquí tienen lo que era desde el principio, lo que hemos oído, y lo hemos visto con nuestros ojos, y palpado con nuestras manos, -me refiero a la Palabra que es vida. Porque la vida se dio a conocer, hemos visto la Vida eterna y hablamos de ella, y se la anunciamos, -aquella que estaba con el Padre y que se nos dio a conocer.

Ver también: https://www.omiusa.org/index.php/2019/10/01/oraison-orando-con-la-familia-mazenodiana/

[Como recurso adicional, recomendamos esta reflexión en el sitio de Internet de OMIWORLD:https://www.omiworld.org/es/2019/09/29/el-misionero-oblato-hombre-de-accion-y-contemplacion/]

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SOLO SE ME HA HECHO JUSTICIA Y  SE ME DEBE AUN ALGUNA REPARACIÓN

A regañadientes Eugenio había escrito la carta requerida para el Rey y aun conservaba cierta amargura por la forma en que había sido tratado por tantos años.

Creo que sería conveniente agradecer al Rey; pero ahí es donde estoy en un aprieto, pues después de todo, solo se me ha hecho justicia y se me debe aun alguna reparación. ¿Es para entusiasmarse? Me reservo mis expresiones.

Carta a Henri Tempier, Septiembre 1°, 1835, EO VIII núm. 540

 Este tono dio pie a una misiva muy fría al Rey y al Ministerio de Culto, que en París fue juzgada como inadecuada (Tempier y Guibert estuvieron de acuerdo en ello), ¡por lo que se pidió a Eugenio volver a hacerla! “Una o dos oraciones más habrían hecho maravillas,” escribió el Padre Guibert el 4 de septiembre, al solicitar una nueva carta al Ministro de Culto.

Eugenio respondió:

Mi carta de ayer, mi querido Tempier, le habrá preocupado, por lo que me apresuro a escribirle también hoy, para darle a conocer mi respuesta posterior; puede creer que usted y mis demás amigos tienen que ver en gran parte con esta decisión, pues no creo justo estén preocupados debido a su afecto por mí y lo que les inspira.
¡Pues bien, he decidido escribir al Ministro! cómo debe estar sorprendido por todas sus sospechas de mi carácter.
Le transcribo mi carta que ya ha sido enviada, espero quede satisfecho.

Carta a Henri Tempier, Septiembre 15, 1835, EO VIII núm. 543

Así, finalmente concluyó el asunto de Icosia. Eugenio pudo volver a Marsella en octubre y esperar la invitación para ir a París a realizar su juramento al Rey y recibir la restauración de su ciudadanía y reconocimiento episcopal, lo que sucedió tres meses después, en enero de 1836.

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NO SE PUEDE NEGAR QUE EL REY HA MOSTRADO BUENA VOLUNTAD 

El 25 de agosto, el Rey Louis Philippe había escrito al Obispo Fortuné para agradecer sus oraciones en ocasión de haberse librato del intento de sesinato. La carta concluía “Su Eminencia, el Rey no ha olvidado las circunstancias de su estancia en Sicilia, que ahora le recuerda. Su gracia permanece sin cambio: Su Majestad desea dar prueba de ello y así restaurar a Su Eminencia, el Obispo de Icosia, los derechos de la ciudadanía francesa que ha solicitado a su nombre.”  (Leflon II p 499)

En su carta del 30 me pone al corriente de la conclusión de mi asunto. No se puede negar que el Rey ha mostrado buena voluntad, pues no ha esperado a recibir el anuncio de mi carta.

Carta a Henri Tempier, Septiembre 1°, 1835, EO VIII núm. 540

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ESTOY DE ACUERDO EN SER  COADJUTOR, NO DESEO UNA DIÓCESIS

La carta de Tempier y la persuación de Jeancard finalmente tuvieron éxito y Eugenio cedió ante la presión, enviando al Rey la carta solicitada.

Esta carta, mi querido Tempier, se la entregará Jeancard, quien de viva voz le dirá todo lo que hemos hablado. Sin embargo, le entregaré una carta, no para reñirle por el mal humor que ha mantenido en los últimos escritos de nuestra correspondencia. Comprendo estuviera algo contrariado al verme reacio ante ciertos proyectos; sin embargo, mis motivos estaban bien   fundamentadas en la razón, y sobre todo en la religión, para que mi resistencia le enfadara.
Por la carta recibida hoy, veo que su enfado persiste…  Sin embargo, debe haber recibido mi carta que salió el 27 de Gap, en la que le comentaba me proponía escribir al Rey.  Ya la he enviado y estará probablemente en sus manos pasado mañana; espero esté satisfecho y el primer artículo de nuestro asunto quedará pronto terminado a nuestra satisfacción.

Eugenio subraya lo importante:

Jeancard le dirá cómo consiento aceptar la coadjutoría y no quiero ninguna sede. Si por desgracia perdiera a mi tío, nadie me obligaría a aceptar la sucesión.

Carta a Henri Tempier, Agosto 31, 1835, EO VIII núm. 539

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NO LE SORPRENDA MI VACILACIÓN CUANDO ESTÉ EN RIESGO MI CONCIENCIA, EL HONOR Y EL DESCANSO DE TODA MI VIDA

Además de todos los motivos mencionados antes que Eugenio había presentado para no aceptar los deseos del gobierno, seguía insistiendo en querer pasar los últimos años de su vida en la paz de una comunidad Oblata. Henri Tempier, quien normalmente era introvertido y deferente, expresa su frustración y deseo personal, que siempre ha hecho a un lado a favor de Eugenio.

Creo esta será la última vez que toco el tema con usted, pues estoy harto de ello. Puedo decirle que si el descanso le es tan plancentero, igualmente puedo desearlo tanto como usted. ¡Por qué debo estar aquí y dejar mi sangre correr por 12 años, atado a la carreta en las situaciones más difíciles!
La Providencia siempre ha dispuesto las cosas de tal forma, que sin importar la crisis que hayamos debido pasar, sin importar su tipo, he terminado solo, saboreando su dulzura. Todas las dificultades que he debido experimentar en los asuntos de la diócesis y por usted en innumerables ocasiones, me han extenuado hasta el punto en que este asunto me molesta al máximo: estoy harto de él.
¿Por qué no he de disfrutar algo de descanso? Me parece que solo sería pedir algo que en justicia se me debe.

Carta de Henri Tempier a Eugenio de Mazenod, Agosto 23, 1835, EO2 Tempier núm. 83

Eugenio reacciona:

Sus dos últimas cartas son demasiado fuertes, no le sorprenda mi vacilación cuando esté en riesgo mi conciencia, del honor y del descanso de toda mi vida.

Carta a Henri Tempier, Agosto 25, 1836, EO VIII núm. 538

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