SOLO SE ME HA HECHO JUSTICIA Y  SE ME DEBE AUN ALGUNA REPARACIÓN

A regañadientes Eugenio había escrito la carta requerida para el Rey y aun conservaba cierta amargura por la forma en que había sido tratado por tantos años.

Creo que sería conveniente agradecer al Rey; pero ahí es donde estoy en un aprieto, pues después de todo, solo se me ha hecho justicia y se me debe aun alguna reparación. ¿Es para entusiasmarse? Me reservo mis expresiones.

Carta a Henri Tempier, Septiembre 1°, 1835, EO VIII núm. 540

 Este tono dio pie a una misiva muy fría al Rey y al Ministerio de Culto, que en París fue juzgada como inadecuada (Tempier y Guibert estuvieron de acuerdo en ello), ¡por lo que se pidió a Eugenio volver a hacerla! “Una o dos oraciones más habrían hecho maravillas,” escribió el Padre Guibert el 4 de septiembre, al solicitar una nueva carta al Ministro de Culto.

Eugenio respondió:

Mi carta de ayer, mi querido Tempier, le habrá preocupado, por lo que me apresuro a escribirle también hoy, para darle a conocer mi respuesta posterior; puede creer que usted y mis demás amigos tienen que ver en gran parte con esta decisión, pues no creo justo estén preocupados debido a su afecto por mí y lo que les inspira.
¡Pues bien, he decidido escribir al Ministro! cómo debe estar sorprendido por todas sus sospechas de mi carácter.
Le transcribo mi carta que ya ha sido enviada, espero quede satisfecho.

Carta a Henri Tempier, Septiembre 15, 1835, EO VIII núm. 543

Así, finalmente concluyó el asunto de Icosia. Eugenio pudo volver a Marsella en octubre y esperar la invitación para ir a París a realizar su juramento al Rey y recibir la restauración de su ciudadanía y reconocimiento episcopal, lo que sucedió tres meses después, en enero de 1836.

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