Eugenio de Mazenod nos habla

El gran amor de Eugenio por la Eucaristía fue uno de los mayores medios de fortaleza en su misión y como Superior General Oblato y Obispo.  Es por ello que vemos su angustia cuando, al llegar a la Diócesis de Marsella, encontró que muchos de sus sacerdotes eran irrespetuosos en cuanto a la devoción Eucarística, poniéndose en acción de inmediato para remediarlo, estableciendo la devoción anual Eucarística de Cuarenta Horas en cada parroquia.

Tras 8 años de practicarlo, se regocija con el fruto después de una visita a las iglesias en su ciudad y anota en su diario:

“Hay que decir que todo lleva a inspirar la devoción. Los altares donde está expuesto el santísimo sacramento están magníficamente adornados y la iluminación es espléndida; en alguna iglesia se contarían más de cien velas. Al compararlo con lo que se practicaba cuando llegamos a Marsella, hay motivos para bendecir mil veces al Señor y regocijarnos por haber contribuido a un cambio tan notable. Entonces se colocaba a Nuestro Señor en el altar con tan solo dos cirios, mientras seis candeleros lucían débilmente en la grada, sin tapicerías ni ornamentos. Era algo que daba lástima. Confieso que este cambio universal, tan conforme a lo que nos inspira nuestra fe, es uno de los mayores consuelos de mi vida”. 

El Obispo Eugenio insistía en asistir a las ceremonias de inauguración y clausura en cada parroquia y visitarlas siempre que fuera posible.

“Por eso mis visitas de esos cuatro días son de felicidad. El espíritu de los fieles ha mejorado tanto, que al adornar las puertas de las iglesias donde está expuesto el santísimo sacramento con un cuadro representando la santa eucaristía sobre la puerta tapizada, fue muy aceptado y aplaudido por todos. Que Dios y nuestro Señor Jesucristo sean alabados, bendecidos y adorados con mayor fervor. Amén”.

Diario de Eugenio de Mazenod, Febrero 25, 1846, EO XXI

Como Fundador, una de las alegrías en la vida de Eugenio era la comunicación con sus hijos Oblatos. Sin embargo, como Obispo de Marsella, estaba frustrado pues su atareada agenda nunca le daba tiempo suficiente para responder a sus cartas. Por ello, tenía una forma especial de comunicarse con los Oblatos diseminados por toda Francia y el mundo, y en esta carta al Padre Etienne Semeria vemos su afecto y comunión paternal.

“Mi muy querido hijo, no me explico cómo he tardado tanto en escribirte. Tus cartas me agradan tanto que sería lo menos escribirte con la frecuencia y atención que tienes conmigo, pero ¿qué quieres? Te amo tan tiernamente que solo hablo de ti con alegría y frecuentemente. Quiero escribirte pronto, pero  sucede una cosa, y otra, y pasan otras cincuenta cartas antes que aquella que quisiera más escribir.

Hoy, por ejemplo, debí ocuparme de los pendientes en mi escritorio antes de poder llegar a ti, a quien estaba muy decidido a escribir antes que fuera de noche, y apenas si puedo ver ya estas líneas. Al menos tu carta comenzada quedará sobre mi escritorio y será la primera cuando pueda retomarla, después de interrumpirla esta noche”.

Después de comentar sobre algunos otros asuntos, continúa:

“… Ahora voy a la capilla, es la hora propicia. Nos reencontramos ante Nuestro Señor”.

Carta al P. Etienne Semeria en Córcega, Noviembre 20, 1845, EO X núm. 886

» Nos reencontramos ante nuestro Señor» se  refiere a la forma en que Eugenio se unía en oración con cada Oblato cada noche ante la presencia del Santísimo Sacramento y podía comunicarse con cada uno de sus hijos. A esta práctica contínua de unión en presencia de Jesús, sin importar en qué lugar del mundo nos encontremos, la conocemos como “oraison.» (Ver: https://sites.google.com/view/mazenodianfamily/oraison-mensual-en-español)

Como sabemos, Eugenio siempre se consideró padre de su familia misionera y amaba a cada uno de sus miembros. Comprendía que la comunicación era lo que unía a la familia y le daba suma importancia, en especial cuando los Oblatos comenzaron a salir de Francia.

“He encomendado a los superiores locales escribirme cada tres meses. Independientemente del orden que exige esa regularidad en la correspondencia, si tan solo supieran el gusto que siento con los menores detalles de cuanto hacen, no me harían esperar”.

Carta a Eugenio Guigues en Canadá, Noviembre 19 EO I núm. 59

La comunicación es lo que mantiene unida a nuestra Familia Mazenodiana y una gran fuerza en la evangelización y esperanza en nuestro mundo con tantas necesidades. Permitamos que todos los que honramos a San Eugenio como padre, hagamos un mayor esfuerzo para conocer a otros miembros, las diferentes expresiones vocacionales y a los muchos grupos que conforman nuestra gran familia misionera.

La primera diferencia notoria entre la vocación de un sacerdote diocesano y la de un Oblato es la vida  en comunidad, que Eugenio subraya al escribir al Padre Guigues, Superior de los Oblatos en Canadá, quien había sido enviado para ayudar a los Oblatos a evaluar su respuesta misionera en las interminables exigencias pastorales y ayudarles a poner el enfoque en su vocación y a vivir como parte de una comunidad apostólica y no como “llaneros solitarios». Esto mismo aplica a los miembros laicos de la Familia Mazenodiana: nuestro llamado es a ser una familia, a ser parte de una comunidad lograda y sostenida por el carisma de San Eugenio.

“Apruebo sin duda, la regularidad establecida en la pequeña comunidad que han formado: tres Padres, dos Hermanos y los Padres de los leñadores, que empieza a ser notoria y no dudo del respeto que recibirán si son fieles a sus mandatos y a las Reglas. ¡Qué buena influencia será la conducta de un grupo de misioneros dedicados al servicio del prójimo,  viviendo en una disciplina exacta y regular! Cuida eso primordialmente”.

Carta al P. Eugenio Guigues en Canadá, Noviembre 19, EO I núm. 59

Hoy en día sigue siendo indiscutible: los prospectos que siguen su vocación con los Oblatos desean ver la diferencia en los testimonios de la vida diaria y el ministerio, y de la misma forma, los Asociados y los demás que observan el carisma Mazenodiano, desean pertenecer a una familia que vive y muestra su carisma.

La Sociedad Misionera para la Propagación de la Fe dependía de benefactores y colectas anuales en las parroquias para obtener fondos para las misiones. Una parte importante de la recaudación era la publicación de narraciones de las misiones en su periódico Anales, para que los benefactores pudieran involucrarse en las obras que apoyaban.  Eugenio enviaba reportes regularmente a los Anales.

 “Últimamente recibí noticias de nuestras misiones en América. Los Padres elegidos para Río Rojo y la Bahía de Hudson salieron de Montreal a comienzos de julio; tenían cuarenta y cinco días de camino y llegarían a su destino a mediados de agosto. Aun no hay confirmación sobre eso, dadas las escasas comunicaciones entre esas regiones nativas y el resto de América del norte. En cuanto a los misioneros que evangelizaron este verano a las poblaciones ubicadas en los confines del Canadá, volvieron de sus giras apostólicas y preparan el recuento de su tarea, que deben enviarnos pronto. Tendré mucho gusto en comunicarles los extractos más interesantes para que puedan ser publicados en los Anales, y que sus lectores vean todo el bien al que pueden contribuir los asociados de la Obra de la Propagación de la Fe”.

Carta al Consejo Central de la Sociedad Misionera de la Propagación de la Fe en el sur de Francia, Octubre 27, 1845, EO V núm. 96

En muchas provincias contamos con Anales Mazenodianos propios, además de nuestro sitio web, donde se comparten noticias de todo el mundo: https://www.omiworld.org/es/noticias//

La generosidad y celo de los Oblatos no era suficiente para para tener éxito en sus tareas evangelizadoras en el extranjero. Requerían fondos para financiar su trabajo con los pobres y más abandonados, y la Sociedad Misionera para la Propagación de la Fe llegó en su ayuda con generosos subsidios. Las cartas que Eugenio les escribía con regularidad estaban llenas de gratitud y detalles interesantes sobre el avance en las misiones.

 “Les agradezco también, Señores, su benevolencia a las solicitudes de ayuda para nuestras misiones en América, y su deseo de incluirlas también en el reparto anual de las dádivas de la Obra cuya suprema administración les está confiada. Es para mí una nueva prueba del interés que tienen por las misiones de nuestra Congregación en países extranjeros, y del sincero deseo de asegurar su existencia y de contribuir a su desarrollo”.

Carta al Consejo Central de la Sociedad Misionera de la Propagación de la Fe en el sur de Francia, Octubre 27, 1845, EO V núm. 96

Actualmente seguimos confiando en la generosidad de nuestra Familia Mazenodiana para la misión  evangelizadora.

El Padre Dominique Albini recibió su vocación para convertirse en Oblato en 1823, después de escuchar predicar a Eugenio. (Ver https://www.omiworld.org/es/reflection/19-de-mayo-venerable-carlos-domingo-albini-omi-fallecido-el-20-de-mayo-de-1839/). Durante sus años como Oblato, fue conocido por su santidad, que transmitía en su predicación y enseñanza, en especial entre los inmigrantes italianos en Marsella, en las misiones a la gente de Córcega en su vida inestable, y al enseñar teología a los seminaristas, entre otros ministerios. Eugenio tenía la convicción de la santidad de este Oblato e inició el procedimiento para su causa de beatificación.

Eugenio comenta este proyecto en una carta al Padre Moreau en Ajaccio, Córcega:

“Te recomiendo presentar la causa de nuestro bienaventurado P. Albini. Si no se dedican a ella con celo y constancia no se obtendrá nada, y de lo contrario, el éxito está asegurado. Dile al P. Lagier que haga copiar cuanto antes el manuscrito que le entregué. Sólo después que me lo haya reenviado podré formular mi mandato para establecer un postulador ante la curia episcopal de Ajaccio. Habla de esto con el Obispo; hazle comprender lo glorioso que será para su episcopado reconocer la santidad de un hombre que tuvo su confianza e hizo tanto bien en la Iglesia de Córcega y entre su clero”.

Carta al P. Francois Moreau en Córcega, Octubre 9, 1845, EO X núm. 884

En una carta al Padre Semeria, Superior de la misión en Córcega, un mes después:

“Sabes todo lo que creo hay que hacer por el gran siervo de Dios, nuestro buen Padre Albini. Me preocupa haber encontrado un eco tan débil en Ajaccio para algo tan importante y honorable para esa diócesis y para nuestra Congregación. Sabes que mi intención es nombrarte postulador de esa causa y te dedicarás a ello como debe un hermano y miembro de la Congregación, orgulloso de haber tenido un santo tan grande entre nosotros. Mientras tanto, recopila los hechos milagrosos o cercanos al milagro. No permitan que los testigos mueran sin que los hechos queden registrados. Dos hechos como el que me contaste del paralítico serían suficientes para asegurar su beatificación. Es una causa muy hermosa, me dijo el Abogado de los Santos a quien consulté en Roma. Ahora voy a la capilla, es la hora propicia. Nos reencontramos ante Nuestro Señor”.

Carta al P. Etienne Semeria en Córcega, Noviembre 20, 1845, EO X núm. 886

Desde entonces se ha seguido todo el procedimiento canónico y todo lo que falta es un milagro realizado por su intercesión.

¿Cuántas personas comunes has encontrado en tu vida, cuyo testimonio y palabras te hablan de Dios? No es necesario tener un halo o hacer algo extraordinario para ser santo. La mística Santa Teresa de Ávila, encontraba a Dios entre las ollas y cacerolas en la cocina. ¿Encuentras y amas a Dios entre las “ollas y cacerolas” de tu vida cotidiana? ¡Esa es la santidad verdadera!

Como Superior General, Eugenio era responsable de acompañar a sus misioneros en su ‘ser» y su «hacer». Se preocupaba profundamente por sus hijos misioneros y de su bienestar, animándoles y también corrigiéndoles cuando se ameritaba. Comprendía bien el efecto que la ansiedad y la preocupación causaba en ellos.

“Mi querido P. Bellon, ¿dónde estaríamos de dejarnos abatir por las dificultades que nuestro ministerio nos trae? Es una debilidad natural que no viene de Dios y si profundizamos más en ello, descubriremos quizás algo más imperfecto aún. No estoy de acuerdo en que te inquietes como lo haces. ¿Por qué te extraña encontrar en los hombres las miserias de la humanidad? Hay que vencer al mal con el bien, rezar mucho, desafiarse siempre a uno mismo, pero poner la esperanza en Dios, quien precisamente en esas ocasiones nos da una prueba distintiva de su protección. Antes de desanimarnos, debemos estar llenos de agradecimiento a Dios por iluminarnos a tiempo y habernos advertido de una trama infernal que me ha alegrado deshacer…”.

No sabemos a qué se refiere con «trama infernal», pero era una amenaza al bienestar del Padre Bellon, de ahí las palabras para animarle a poner todo en una perspectiva más amplia.

“Se pone remedio al mal, se agradece a Dios por haberlo descubierto y se trabaja con nuevo ahínco en la santificación de las almas, precisamente porque ellas son atacadas con mayor fuerza por el enemigo de todo bien. Seríamos, no digo sólo muy insensatos, sino muy culpables, si actuáramos de otra manera”.

Carta al Padre Charles Bellon en N.D. de Lumières, Septiembre 21, 1845, EO X núm. 881

Ambrose Phillips, un acaudalado inglés, era dueño de la mansión de Grace Dieu en el condado de Leicester, Inglaterra, que convirtió en un centro para Misas, desde donde los sacerdotes pudieran realizar la evangelización y conversión de las aldeas cercanas. En 1845 invitó a los Oblatos a establecer una comunidad en el lugar y Eugenio nombró Superior al P. Frédéric Perron de 32 años. Solo había sido sacerdote seis años y Eugenio le escribió para alentarlo al quedar como responsable de  establecer una nueva misión.

“Pon tu confianza en aquel en nombre de quien eres enviado y está convencido que Él bendecirá tu obediencia y prodigará abundantes gracias sobre las obras de tu ministerio…”

Eugenio repite constantemente en gran parte de su correspondencia que la única fuente de guía en cualquier comunidad y misión debe ser la Regla Oblata, que es la aplicación del Evangelio de acuerdo al carisma recibido.

“Ante todo, atiende con sumo cuidado todo lo que prescriben nuestras Reglas y Constituciones. En el libro donde están consignadas tienes un consejero seguro y fiel, que podrás consultar en cualquier ocasión y cuyos avisos te llevarán siempre a hacer lo que es más agradable a Dios y más útil a ustedes mismos y a los demás”.

Luego encontramos otra de las expresiones favoritas de Eugenio para la misión: “permite que el fragante aroma de Jesús impregne a su comunidad y a todos aquellos a quienes evangelizan”.

“… Que el orden y la regularidad reinen dentro de la casa y que así, el fragante aroma de Cristo se extienda a los alrededores de los lugares que habitan”.

Carta al Padre Frédéric Perron en Grace Dieu, Inglaterra, Agosto 25, 1845, EO III núm. 11

“Porque fragante aroma de Cristo somos para Dios entre los que se salvan y entre los que se pierden”. (2 Corintios 2,15)

Eugenio escribe al Padre Courtès, a quien había afectado seriamente un rumor, rogándole no dejarse perturbar por él.

“Un hombre como tú no debe dejarse afectar de ese modo por los chismes, que deben ser ignorados. Cuando uno está firme en su conciencia y cumple con sus deberes, está por encima de todas las críticas, sin importar de donde vengan.

Por tanto, te ruego ignorar lo que puedan decir o pensar quienes ciertamente no te debe preocupar obtener su aprobación. Yo nunca hubiera dado crédito a tal sinsentido; hay que esperar todo de la pobre humanidad. Por otra parte, las injusticias de los hombres sirven para separarnos de ellos”.

Carta al Padre Hippolyte Courtès en Aix, Agosto 17, 1845, EO X núm. 879

Es difícil vivir con las críticas, en especial si son injustas, aunque son inevitables y pueden ser una invitación al desapego y el crecimiento personal.