QUÉ BUENA INFLUENCIA SERÁ LA CONDUCTA DE UN GRUPO DE MISIONEROS DEDICADO AL SERVICIO DEL PRÓJIMO

La primera diferencia notoria entre la vocación de un sacerdote diocesano y la de un Oblato es la vida  en comunidad, que Eugenio subraya al escribir al Padre Guigues, Superior de los Oblatos en Canadá, quien había sido enviado para ayudar a los Oblatos a evaluar su respuesta misionera en las interminables exigencias pastorales y ayudarles a poner el enfoque en su vocación y a vivir como parte de una comunidad apostólica y no como “llaneros solitarios». Esto mismo aplica a los miembros laicos de la Familia Mazenodiana: nuestro llamado es a ser una familia, a ser parte de una comunidad lograda y sostenida por el carisma de San Eugenio.

“Apruebo sin duda, la regularidad establecida en la pequeña comunidad que han formado: tres Padres, dos Hermanos y los Padres de los leñadores, que empieza a ser notoria y no dudo del respeto que recibirán si son fieles a sus mandatos y a las Reglas. ¡Qué buena influencia será la conducta de un grupo de misioneros dedicados al servicio del prójimo,  viviendo en una disciplina exacta y regular! Cuida eso primordialmente”.

Carta al P. Eugenio Guigues en Canadá, Noviembre 19, EO I núm. 59

Hoy en día sigue siendo indiscutible: los prospectos que siguen su vocación con los Oblatos desean ver la diferencia en los testimonios de la vida diaria y el ministerio, y de la misma forma, los Asociados y los demás que observan el carisma Mazenodiano, desean pertenecer a una familia que vive y muestra su carisma.

Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *