¿DÓNDE ESTARÍAMOS SI NOS DEJÁRAMOS ABATIR POR LAS DIFICULTADES QUE NUESTRO MINISTERIO NOS TRAE?

Como Superior General, Eugenio era responsable de acompañar a sus misioneros en su ‘ser» y su «hacer». Se preocupaba profundamente por sus hijos misioneros y de su bienestar, animándoles y también corrigiéndoles cuando se ameritaba. Comprendía bien el efecto que la ansiedad y la preocupación causaba en ellos.

“Mi querido P. Bellon, ¿dónde estaríamos de dejarnos abatir por las dificultades que nuestro ministerio nos trae? Es una debilidad natural que no viene de Dios y si profundizamos más en ello, descubriremos quizás algo más imperfecto aún. No estoy de acuerdo en que te inquietes como lo haces. ¿Por qué te extraña encontrar en los hombres las miserias de la humanidad? Hay que vencer al mal con el bien, rezar mucho, desafiarse siempre a uno mismo, pero poner la esperanza en Dios, quien precisamente en esas ocasiones nos da una prueba distintiva de su protección. Antes de desanimarnos, debemos estar llenos de agradecimiento a Dios por iluminarnos a tiempo y habernos advertido de una trama infernal que me ha alegrado deshacer…”.

No sabemos a qué se refiere con «trama infernal», pero era una amenaza al bienestar del Padre Bellon, de ahí las palabras para animarle a poner todo en una perspectiva más amplia.

“Se pone remedio al mal, se agradece a Dios por haberlo descubierto y se trabaja con nuevo ahínco en la santificación de las almas, precisamente porque ellas son atacadas con mayor fuerza por el enemigo de todo bien. Seríamos, no digo sólo muy insensatos, sino muy culpables, si actuáramos de otra manera”.

Carta al Padre Charles Bellon en N.D. de Lumières, Septiembre 21, 1845, EO X núm. 881

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