ORGULLOSO DE HABER TENIDO UN SANTO TAN GRANDE ENTRE NOSOTROS

El Padre Dominique Albini recibió su vocación para convertirse en Oblato en 1823, después de escuchar predicar a Eugenio. (Ver https://www.omiworld.org/es/reflection/19-de-mayo-venerable-carlos-domingo-albini-omi-fallecido-el-20-de-mayo-de-1839/). Durante sus años como Oblato, fue conocido por su santidad, que transmitía en su predicación y enseñanza, en especial entre los inmigrantes italianos en Marsella, en las misiones a la gente de Córcega en su vida inestable, y al enseñar teología a los seminaristas, entre otros ministerios. Eugenio tenía la convicción de la santidad de este Oblato e inició el procedimiento para su causa de beatificación.

Eugenio comenta este proyecto en una carta al Padre Moreau en Ajaccio, Córcega:

“Te recomiendo presentar la causa de nuestro bienaventurado P. Albini. Si no se dedican a ella con celo y constancia no se obtendrá nada, y de lo contrario, el éxito está asegurado. Dile al P. Lagier que haga copiar cuanto antes el manuscrito que le entregué. Sólo después que me lo haya reenviado podré formular mi mandato para establecer un postulador ante la curia episcopal de Ajaccio. Habla de esto con el Obispo; hazle comprender lo glorioso que será para su episcopado reconocer la santidad de un hombre que tuvo su confianza e hizo tanto bien en la Iglesia de Córcega y entre su clero”.

Carta al P. Francois Moreau en Córcega, Octubre 9, 1845, EO X núm. 884

En una carta al Padre Semeria, Superior de la misión en Córcega, un mes después:

“Sabes todo lo que creo hay que hacer por el gran siervo de Dios, nuestro buen Padre Albini. Me preocupa haber encontrado un eco tan débil en Ajaccio para algo tan importante y honorable para esa diócesis y para nuestra Congregación. Sabes que mi intención es nombrarte postulador de esa causa y te dedicarás a ello como debe un hermano y miembro de la Congregación, orgulloso de haber tenido un santo tan grande entre nosotros. Mientras tanto, recopila los hechos milagrosos o cercanos al milagro. No permitan que los testigos mueran sin que los hechos queden registrados. Dos hechos como el que me contaste del paralítico serían suficientes para asegurar su beatificación. Es una causa muy hermosa, me dijo el Abogado de los Santos a quien consulté en Roma. Ahora voy a la capilla, es la hora propicia. Nos reencontramos ante Nuestro Señor”.

Carta al P. Etienne Semeria en Córcega, Noviembre 20, 1845, EO X núm. 886

Desde entonces se ha seguido todo el procedimiento canónico y todo lo que falta es un milagro realizado por su intercesión.

¿Cuántas personas comunes has encontrado en tu vida, cuyo testimonio y palabras te hablan de Dios? No es necesario tener un halo o hacer algo extraordinario para ser santo. La mística Santa Teresa de Ávila, encontraba a Dios entre las ollas y cacerolas en la cocina. ¿Encuentras y amas a Dios entre las “ollas y cacerolas” de tu vida cotidiana? ¡Esa es la santidad verdadera!

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