BENDECIR Y RECIBIR BENDICIONES

En camino a pasar algún tiempo con la comunidad de Notre Dame du Laus, Eugenio se detuvo en el pueblo de Vitrolles. En esta narración vemos cómo el misionero de los pobres se siente en casa por igual con los nobles, en su necesidad del Salvador.

El Barón de Vitrolles, su esposa y su santa hija me llenaron de atenciones. Yo sabía que el obispo de Gap estaría allí aquel día; estaba también el marqués de Roussy, prefecto del departamento, con su esposa, sobrina nieta de San Francisco de Sales. Aun cuando no hubiera tenido motivos para una visita que la conveniencia me exigía, no me reprocharía el tiempo perdido, pues casi todo lo empleé en la iglesia. Era el día de la octava del Sagrado Corazón.
Monseñor, con el auxilio de mi experiencia en cuestión de ceremonias, bendijo la capilla que el Barón hizo construir en honor del Sagrado Corazón, para complacer a la devoción de su hija, que pintó ella misma el cuadro que representa a Nuestro Señor Crucificado, con la Santísima Virgen, San Juan y Santa Magdalena al pie de la cruz. Ese cuadro es hermoso, uno desearía rezar ante él todo el día.

Eugenio luego describe las ceremonias que presidió (con algunos comentarios irónicos acerca de su indumentaria y canto) para la dedicación de la capilla, que le solicitaron al ser responsable de re-introducir la devoción al Sagrado Corazón en Aix después de la  Revolución.

Terminada la bendición, canté la misa mayor “in fiocchi” ,[ed. literal en italiano, “con listones”- que significa una decoración colorida], con diácono y subdiácono, con los párrocos de las cercanías como turiferarios y cantores, asistiendo Monseñor pontificalmente. Ha sido verdaderamente una fiesta para todo el castillo, y la condesa de Vitrolles, es decir la Srta. de Vitrolles, que por ser canonesa lleva el nombre de Señora Condesa, sentía una satisfacción especial pensando que quien la había recibido en la asociación y contribuido a extender esta devoción en nuestra región, se encontraba allí precisamente para ofrecer el santo sacrificio por vez primera en el altar de aquella capilla levantada a su solicitud.
Antes de dejar Vitrolles, di la bendición con el S. Sacramento y realicé todo el canto, lo que le valió a mi deliciosa voz unos elogios y homenajes que ya quisiera mereciera mi alma, pues era algo superlativo, y nunca habían oído a un sacerdote cantar el prefacio, etc. tan melodiosamente. Lo cierto es que el contraste con todos los que berreaban a mi alrededor hacían notar bien la diferencia…

Carta a Henri Tempier, Junio 21, 1828, EO VII núm. 303

“Al enfocarte en ser una bendición, Dios se asegura de que siempre seas bendecido en abundancia.”   Joel Osteen

 

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SI NOS RESERVA NUEVAS PERSECUSIONES

En 1828 comenzaba a ser aparente la restricción del gobierno francés al poder de la Iglesia, iniciando ordenanzas contra los Jesuitas y los seminarios menores. Eugenio vio en ello la posibilidad de una nueva persecución religiosa – durante la cual esperaba que los sacerdotes y religiosos permanecieran fieles en medio de los muchos que abandonarían la Iglesia.

Si la ira de Dios nos reserva nuevas persecuciones, pienso que los que se hayan preparado en lo escondido de la casa de Dios, y hayan imitado a los Apóstoles en su abnegación, no serán los menos fieles, y nos consolarán de la defección que habrá que esperar de muchos.

Carta al Obispo Miollis de Digne, Marzo 10, 1828, EO XIII núm. 65

Yvon Beaudoin describe la situación de la creciente  oposición del gobierno a la protección del rey hacia la Iglesia y la religión:

Los Mazenods mencionan a menudo al rey en su correspondencia y su fuerte oposición a las ordenanzas de 1828, la del 21 de abril que privó a los obispos de la supervisión y dirección de las escuelas primarias y la del 16 de junio acerca de las escuelas secundarias, que prohibía a los religiosos enseñar, limitaba el número de estudiantes en los seminarios menores y establecía una regla que estaba en conflicto con los derechos de los obispos. Al respecto, Jean Leflon escribió que el arrebato liberal preocupaba al Obispo Fortuné de Mazenod, no menos que la causa de preocupación por el alcalde de Marsella y el prefecto de Bouches-du-Rhône y, debía añadir a su sobrino, Eugenio. “La campaña lanzada en contra de la Iglesia les parecía, dirigida indirectamente al trono. Sus obligaciones como obispo le obligaban a defender a la Iglesia, y al salvaguardarla, sus convicciones personales, de que la religión no subsistiría en Francia sin la monarquía legítima, lo comprometían a apoyar a la monarquía. En los días siguientes, comenzando con 1828, se dedicó por completo a este compromiso, y con un ardor juvenil, se lanzó a la batalla contra las ordenanzas que retaban a las posiciones recuperadas por el clero desde 1814 en el campo de la educación.” (LEFLON, Jean, Eugene de Mazenod, vol. II, New York, 1966, trad. Francis D. Flanagan, o.m.i., pág. 285)

Beaudoin, “Restauración” en el Diccionario Histórico Oblato

 

“Una vez que intentas legislar en el campo religioso, abres camino a todo tipo de intolerancia y persecución religiosa.”   William Butler Yeats

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UN EVENTO QUE MUESTRA LA CAPACIDAD DE SOBREVIVIR Y RENOVARSE

La bendición de la iglesia en el Calvaire fue histórica. Para los Oblatos se trató de un parteaguas en su ministerio con los pobres del área del muelle de Marsella y los vecindarios populares que lo circundaban. Lo que comenzó como la erección de un gran Crucifijo para conmemorar la misión de 1820, se había convertido en un importante  centro de peregrinación. Una gran parte de los peregrinos eran los trabajadores italianos de los muelles a quienes les atraía la bienvenida de los Oblatos y su ministerio con ellos. Este ministerio entre los inmigrantes pobres había llevado a los Oblatos a establecerse en el Calvaire y hacerlo un hogar espiritual para los necesitados. Eventualmente se construyó esta iglesia estilo griego con rotonda, dedicada a Nuestra Señora del Buen Consejo, como centro de renovación. La descripción de Eugenio refleja su alegría y gratitud.

Monseñor tomó la ceremonia de la consagración, que no duró menos de cinco horas, como si nada, y por la tarde todavía cantaba las vísperas con sorprendente voz. No digo lo mismo de mí. No podía más con el cuerpo, aunque el espíritu estaba con los ángeles, pues no es posible ver nada más bello, más grandioso ni que llene el alma de sentimientos más elevados.

Esta fecha también fue un parteaguas en la historia de la diócesis. Fue construida en el lugar de culto que ya había existido por más de 900 años. En el Siglo XIII fue considerada una de las iglesias góticas más hermosas de la ciudad – aunque 500 años después fuera destruida por los revolucionarios. Todo lo que sobrevivió sobre el escombro fue la torre de la campana, donde se colocó la Cruz en 1820.

Era la primera consagración de iglesia que Marsella presenciaba desde el restablecimiento de la sede episcopal. La afluencia fue extraordinaria; el P. Jeancard pronunció el discurso en el oficio de la tarde.

Carta a Hippolyte Courtès, Mayo 29, 1828, EO VII núm. 301

La religión había sobrevivido a la Revolución y se estaba renovando, pero treinta años después de la Revolución había señales  de que aún no terminaba para la religión-  y afectaría profundamente a Eugenio y los Oblatos.

 

“No sabemos qué tan fuertes somos, hasta ser forzados a sacar esa fortaleza oculta. En tiempos de tragedia, de guerra, de necesidad, las personas hacen cosas asombrosas. Es increíble la capacidad humana de sobrevivencia y renovación.”   Isabel Allende

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UNA MIRADA A LAS PREOCUPACIONES COTIDIANAS DE EUGENIO

Doce años después de la fundación de los Oblatos, esta carta que Eugenio escribe a su hermana abarca las áreas principales de su vida diaria en Marsella.

Como hijo y hermano escribe a su familia invitándoles a la consagración de la nueva iglesia. Toda su vida mantuvo un contacto cercano con su madre, su hermana y su familia,  – al igual que ellos con él y con los Oblatos en Aix, cuya comunidad estaba a la vuelta de la esquina de la residencia familiar. La familia participaba en los eventos principales de los Oblatos y de la diócesis de Marsella.

Mi buena hermana, te había escrito una larga carta que cambio por otra un poco más corta. Es para invitarte a venir pasado mañana con mamá, si ha vuelto de su viaje, para asistir a la consagración de nuestra iglesia. La consagración será el martes, tercer día de Pentecostés, a las 7 de la mañana; pero tienes que estar aquí el día anterior, pues la ceremonia empieza con las primeras Vísperas. La ocasión es única, debido a las tribunas que permiten ver lo que se hace en la iglesia, donde no se admite a nadie durante la consagración.

Como superior de los Oblatos, le encontramos compartiendo su alegría en la primer iglesia construida por los Oblatos. Quería que su familia religiosa estuviera presente para este parteaguas. También se refiere al lento pero firme crecimiento de su familia Oblata: dos Oblatos de 23 años serían ordenados al sacerdocio. (Cada uno de ellos tendría un papel importante en nuestra misión años después. Bruno Guigues como fundador de la iglesia en Bytown y primer Obispo de la ciudad que se convertiría en Ottawa. Jean L’Hermitte, quien había vivido con los Oblatos en Aix mientras estudiaba leyes y sintió el llamado de unírseles, destinado a convertirse en un predicador sobresaliente.

He avisado al P. Courtés para que venga, si puede hacerlo; recuérdale de mi parte. Podría quedarse hasta el sábado, en que serán ordenados sacerdotes nuestros dos hermanos Guigues y Hermitte. Dile no olvidar pedir las dimisorias para las órdenes menores de nuestro hermano Cailas, a quien desearía ordenarlo en esta ocasión con varios otros.

Como Vicario General de Marsella, había tenido un papel especial en el establecimiento del Calvaire como un centro importante de peregrinación – y la nueva iglesia daría cabida a los peregrinos de forma más conveniente. En la diócesis también se refiere a sus responsabilidades con el clero diocesano, al tener a algunos de los seminaristas ordenados a las órdenes menores.

Como sacerdote y misionero, le vemos participando en el ministerio de la comunidad Oblata del Calvaire (de la cual formaba parte). Había pasado ya seis horas de la mañana en el confesionario y estaba por comenzar la segunda sesión del día, por ser la Vigilia de  Pentecostés.

No tengo tiempo para contarte más. Tengo que ir a confesar en mi segunda sesión del sábado; la de esta mañana ha sido nada menos que de seis horas. Adiós. Abrazo a toda la familia.

Eugenio.

Carta a Eugenie de Boisgelin, Mayo 24, 1828, EO XIII núm. 67

“La clave no es dar prioridad a lo que está en tu agenda, sino programar tus prioridades.”   Stephen Covey

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UN INTERCESOR MÁS, UN NUEVO ESLABÓN DE NUESTRA CADENA MÍSTICA

Philippe Dumolard, de 20 años de edad, se había unido a los Oblatos y logrado una buena impresión en los que le conocían.  Cayó gravemente enfermo  a los pocos meses de haber ingresado al noviciado.

Nuestro Dumolard nos tiene preocupados. Dudo que pueda recuperarse de este terrible padecimiento, aunque ayer y hoy se encuentra algo mejor. Es realmente una pena. Pidan por este hijo que nunca deja de edificarnos, y quien sin duda, habría sido de gran ayuda a nuestra familia.

Carta a Hippolyte Guibert, Abril 15, 1828, EO VII núm. 298

Al empeorar su condición, se le permitió profesar sus votos y hacer su oblación el 28 de junio. Algunos días después, Eugenio escribió:

El Señor acaba de llamar con Él a nuestro muy querido hermano Felipe Dumolard, quien conservó el conocimiento hasta el último momento, aprovechándolo para aumentar sus méritos. Una de sus últimas oraciones fue dirigida a San José, por todos sus hermanos: «San José —decía— obtén a todos una larga vida».

Por mi parte, solo pido una muerte semejante a la suya. Evidentemente, él fue llamado a nosotros solo para morir en la perfección del estado religioso. Renovó sus votos varias veces esta mañana, la última de su vida mortal. Murió en la más dulce paz del alma, sin experimentar ni un instante el más leve terror, sufriendo con heroica paciencia los horribles dolores de las llagas que le cubrían; es por ello que no temo para él el purgatorio; sin embargo, cumplirán los deberes que les impone la caridad en nuestras santas Reglas.

Como cariñoso padre de la familia, Eugenio sufrió con la muerte de cada uno de sus hijos  Oblatos.

Pidan además por mí, que siempre siento estos golpes muy vivamente. Humanamente hablando, sufrimos una gran pérdida; su espíritu era tan bueno como su corazón, pero ¡qué alto estará en el cielo!

Dumolard había llegado a la comunidad celestial de los Oblatos – convirtiéndose en otro punto de contacto para los misioneros con la comunión de los santos y la grandeza del Reino.

Es un intercesor más, un nuevo eslabón de nuestra cadena mística. Adiós

Carta a Hippolyte Courtès, Julio 9, 1828, EO VII núm. 306

Al leer sobre estos sentimientos, somos invitados a pensar en todos nuestros seres queridos que se nos han adelantado y a considerar a cada uno de ellos como alguien que pide por nosotros como «un eslabón de nuestra cadena mística.»

“El Bautismo no es solo un sacramento de nuestra unión con Cristo;  es también un sacramento de nuestra comunión como el cuerpo de Cristo.”   Michael Horton

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HAGAMOS EL BIEN MIENTRAS TENGAMOS TIEMPO PARA ELLO

En su correspondencia con los diferentes Obispos, bajo cuya jurisdicción trabajaban los  Oblatos, Eugenio siempre se enfocaba al ministerio de acuerdo a la inspiración fundadora que había recibido de Dios. Aunque siempre deseaba cooperar  con los obispos de las diócesis donde se encontraran los Oblatos, cualquier solicitud de ministerio era siempre sujeta a su análisis. En este caso, el obispo solicitaba a los Oblatos para realizar ministerio en la prisión, una forma de evangelización en el centro de nuestro carisma.

Le consideramos tan nuestro padre, que a nada que proponga nos rehusaremos. Si considera usted que nuestros misioneros harían bien en la cárcel. Que así sea. Es imposible no lograrlo con su bendición. La obediencia ha hecho tantos milagros como la fe; mis queridos misioneros lo han experimentado doquiera Su Ilustrísima los ha enviado.

Hagamos el bien mientras tengamos tiempo para ello

Carta al Obispo Chaffoy, Obispo de Nimes, Marzo 10, 1828, EO XIII núm. 66

El capellán puede relacionarse con sus comentarios, en su trayectoria con los prisioneros: “Dos prisioneros ven a través de la misma ventana de la prisión; uno de ellos ve barras y el otro ve estrellas.”

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CON MI MINISTERIO PUEDO EXPERIMENTAR EL AGRADO DE DIOS

Eugenio ajustaba constantemente  el enfoque del ministerio de los Oblatos, para asegurar que siguiera la inspiración que había recibido de Dios para su fundación.

Nuestros misioneros deben dedicarse principal, pero no exclusivamente, a las misiones; de este modo algunas veces podrían dar retiros en las parroquias en ausencia de los párrocos.

Carta al Obispo Arbaud de Gap, Marzo 10, 1828, EO XIII núm. 64

En esta etapa Eugenio tenía claro que la vocación Oblata no era como párrocos en ese ministerio. Éramos evangelizadores de los más abandonados, como predicadores de misión. La ayuda en alguna parroquia, se debía entender como algo temporal y su propósito era utilizar el tiempo de renovación o retiro con la comunidad parroquial. El ministerio directo en las parroquias vendría muchos años después, dentro del contexto de las misiones en el extranjero.

Actualmente, al utilizar nuestro tiempo, talentos y recursos en ayuda de los demás, ¿qué tan enfocados estamos en el por qué lo hacemos, y guiados por dicha motivación? Esta es la pregunta que el Padre Oblato Ron Rolheiser nos presenta, al reflexionar en la motivación detrás de su ministerio como educador:

“¿Es mi ministerio como profesor realmente para continuar el reino de Dios o para avivar mi ego? No soy el único con estas preguntas, que son válidas para cualquiera que obtenga energía de su trabajo, en especial si, debido a este trabajo, recibe una cantidad considerable de adulación. Nuestra motivación nunca es completamente pura.  De hecho, si somos totalmente honestos con nosotros mismos, debemos admitir que siempre hay un cierto grado de auto-servicio en nuestro servicio a los demás. Pero en combinación, nuestro motivo siempre será algo más, algo mucho más positivo, que debe ser enfocado a ello, como el hecho de que Dios nos dio nuestros diferentes talentos y que le agrada que los utilicemos.”   Ron Rolheiser

 

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SOMOS LOS HOMBRES DEL OBISPO… ¿O LO SOMOS?

“Somos los hombres del Obispo” es un slogan que se ha utilizado y del que se ha abusado mucho a través de la historia de nuestra Congregación.  Quitándole el contexto, ha sido  interpretada como una razón por la que un Oblato sea un  ministro “todólogo” en alguna diócesis, de acuerdo a los caprichos del obispo. El contexto dentro del que fueron escritas estas palabras, es la clave para comprender el concepto.

El Vicario General de Grenoble se había acercado a Eugenio acerca de la posibilidad de que los Oblatos fueran a trabajar a la diócesis. La respuesta de Eugenio fue describir claramente el ministerio de los Oblatos. Nuestro ministerio principal en ese momento era la evangelización a través de las misiones parroquiales, y cuando no se encontraran realizándolas, era el ministerio con los pobres a quienes menos llegaba la iglesia, y cuya sociedad veía como “gentuza.”

Nuestros misioneros se dedican más especialmente al servicio de las almas más abandonadas, y en el intervalo de las misiones trabajan en alguna ciudad, desarrollando una labor muy útil con la última clase del pueblo. En Marsella por ejemplo, se ocupan de hombres de 25 a 30 años sin haber hecho su primera comunión, que no conocen ni a su Dios, ni a su alma; los instruyen con esmero, y sus esfuerzos son coronados con los más felices éxitos.

Después resalta que el ministerio se realiza en la comunión más cercana al Obispo local, siempre listos a servirle – pero dentro de los parámetros de nuestro carisma. En varias ocasiones después, Eugenio retiraría Oblatos de una diócesis o ministerio en particular, que no juzgara estar de acuerdo a su comprensión de la vocación carismática.

Consideramos  a los Obispos como nuestros padres desde el momento en que nos adoptan; su diócesis viene a ser nuestra familia, y le puedo asegurar que esos hijos de adopción rivalizan con cualquiera en cuanto a afecto y abnegación. Por eso tenemos el consuelo de ver que los Señores Obispos nos dan constantemente señales inequívocas de una conmovedora predilección.

Somos los hombres del Obispo; estamos a su disposición en cada momento, día y noche. Debemos vivir habitualmente bajo su influencia

Carta a M. Testou, Vicario General de Grenoble, Junio 17, 1828, EO XIII núm. 68

“Cuando  es obvio que no se pueden alcanzar las metas, no solo ajustes los objetivos, sino los pasos a seguir.”     Confucio

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PROFESAMOS TODOS UNA DEVOCIÓN MUY ESPECIAL A LA MADRE DE DIOS

El obispo local había expresado su desaprobación al enfoque pastoral de los Oblatos en el centro de misión del Santuario de Nuestra Señora de Laus. La respuesta de Eugenio al Obispo fue la oportunidad para expresar nuestra relación con María Inmaculada.

Siempre le he comentado lo mismo en relación a Ntra. Sra. de Laus. Ese santuario tiene el afecto de toda la Sociedad, pues profesamos todos una devoción especial a la Madre de Dios.

Continúa, citando el mandato del Papa León XII el 26 de marzo de 1826, al firmar el decreto de aprobación a nuestra Congregación:

La Iglesia nos ha impuesto el deber sin duda muy grato, pero deber igualmente, de propagar su culto: “Esperamos que los miembros de esta familia que, bajo el cuidado de algunas leyes tan aptas por otra parte para formar los corazones en la piedad, se han dedicado al ministerio del Verbo divino, y reconocen como patrona a la Madre de Dios, la Virgen Inmaculada, se entreguen con toda su fuerza a devolver a la misericordia de María a los hombres que Jesucristo desde lo alto de la cruz quiso darle por hijos”. Son palabras de la Bula de aprobación. No abandonaremos nunca el santuario, a no ser obligados y forzados.

Carta al Obispo Arbaud de Gap, Marzo 10, 1828, EO XIII núm. 64

Tenemos un extracto de la respuesta del obispo Arbaud a la carta del 10 de marzo: “Quedé muy satisfecho con su última misiva. La ligera neblina que había cubierto nuestra relación por algún tiempo se ha disipado para siempre. De haber estado en su lugar, habría estado dolido por mis cartas, de haber estado usted en el mío, habría hecho lo mismo que yo.” Abril 10, cf. Missions OM1, 1897, pág.367.

 “Para tener éxito en su misión, debe tener una devoción decidida hacia su meta.”   A. Kalam

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LA PACIENCIA ES UNA TORMENTA QUE NO PUEDE SER  CONTROLADA

El Santuario Mariano en Laus fue la segunda comunidad Oblata establecida en Francia, y se convirtió en un centro de misión exitoso con los peregrinos en los meses cálidos y la base de los misioneros que partían a las aldeas durante los meses invernales. Desafortunadamente, el Obispo de Gap y algunos sacerdotes  veían que los Oblatos eran muy “liberales.” La diócesis era seriamente Jansenista y condenaba su enfoque pastoral, mientras los Oblatos seguían la teología moral de Alfonso de Liguori, que subrayaba la misericordia y la compasión de Dios. Esta fue la fuente de fricción constante durante la siguiente década.

La carta del Obispo el 30 de enero a Eugenio no ha sido localizada, pero el Padre Simonin la resume en estas palabras: “El Obispo marca en ella los principios aceptados en su diócesis para la administración de los sacramentos, principios, con los que de acuerdo a los  pastores, los misioneros estaban en desacuerdo. La situación no puede continuar así y quienes trabajen en la diócesis, deberán comprometerse a seguir nuestros principios.” Misiones OM1, 1897, pág. 366

Dándose cuenta de que la cooperación con el Obispo local era esencial para continuar su ministerio en Laus,  Eugenio respondió en forma tal que no se cerrara la puerta. De ninguna forma renunció a los principios de los Oblatos, sin embargo, los misioneros continuaron en forma discreta su enfoque pastoral en el confesionario.

Mi intención era contestar la carta que me hizo el honor de escribir el 30 de enero, al regreso de nuestros misioneros. No pude hacerlo cuando partieron y habría querido tener un poco de tiempo, que no he tenido, para contestar a los penosos comentarios que contiene su carta. Casi me alegro, pues cuando está uno vivamente ofuscado, es difícil no se escape alguna expresión que puede ser mal interpretada, y me dolería muchísimo ofender, cuando mi intención sólo es expresar una queja. Me alegro mucho que usted y nuestros padres Mie y Touche, hayan congeniado y me atrevo a esperar lo mismo con cuantos le agrade o juzgue conveniente emplear en su diócesis; a nadie enviaré que no sea de su agrado, y si desafortunadamente alguien le desagradara, basta con que me lo comunique para que se abstuviera de cualquier ministerio exterior en su diócesis; pero no tengo gran preocupación al respecto.

Carta al Obispo Arbaud de Gap, Marzo 10, 1828, EO XIII núm. 64

 

“He tenido muchas tormentas en mi vida. La mayoría me tomaron por sorpresa,  así que tuve que aprender muy rápidamente  a ver más allá y comprender que no soy capaz de controlar el clima, ejercer el arte de la paciencia y respetar la furia de la naturaleza.”   Paulo Coelho

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