NO VEO NADA DE GLORIA PARA LA  CONGREGACIÓN 

El joven Padre Louis Toussaint Dassy era muy talentoso y lleno de celo. El 19 de marzo le escribió a Eugenio para desearle un feliz santo y comentarle que el Comité de las Artes de París lo había nombrado corresponsal de su departamento de obras históricas y que el Obispo de Grenoble iba a sugerir que formara parte de una comisión “para llevar una estadística de los monumentos, de los edificios de mayor belleza en la diócesis y de todos los asuntos arqueológicos que pudieran ser de interés a la religión: la historia de la Iglesia, la literatura cristiana y las Artes.”

Eugenio comenta en su diario: 

“Expresa sus mejores deseos para mi y la congregación. Después va a sus temas favoritos: la ciencia, la arqueología, etc.; el ministro de la instrucción pública le ha animado a una magnífica obra: los elementos de la paleografía. Fue nombrado interlocutor para los trabajos históricos y ve en ello resultados muy satisfactorios para gloria de nuestra congregación, “nunca me verá trabajar por ningún otro motivo. Para la congregación, mi espíritu, mi corazón, mi tiempo y mi vida.

¿Qué responder a un hombre que expresa sentimientos tan bellos? Ciertamente, estoy lejos de pensar como él. No veo nada de gloria para la congregación en todo eso, pero el padre Dassy tiene necesidad de una ocupación y esa vale tanto como cualquier otra.”

Diario de Eugenio de Mazenod, Marzo 28,1842, EO XXI

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LLEGARÁ UN TIEMPO EN QUE LA IMAGINACIÓN SE ENFRIARÁ Y ESTARÁ CONTENTO DE ENCONTRAR EN SUS CUADERNOS LA INSPIRACIÓN DE SUS AÑOS DE JUVENTUD

Los Oblatos eran principalmente predicadores del Evangelio, una realidad que requería de textos bien preparados. Al escribir a la primera comunidad Oblata en Canadá, Eugenio enfatiza la importancia de una buena preparación.

“Les ordeno exigir que el más joven de ustedes se dedique a preparar cierto número de sermones.”

El Padre Telmon era un predicador talentoso y creativo y sería buen mentor de los más jóvenes.

“El P. Telmon tendrá el gusto de dirigir y corregir esas composiciones, que es un deber tanto de caridad como de obediencia. No hará mal él mismo en aumentar su colección, pensando en que  llegará un tiempo en que la imaginación se enfriará y estará contento de encontrar en sus cuadernos la inspiración de sus años de juventud. Siempre he debido suplicarle que haga ese trabajo.”

La advertencia realista de Eugenio aplica a todo el grupo.

“Así se hace en todas las sociedades cuyos miembros honran a su corporación. Recomiendo lo mismo al P. Baudrand. No descansaré hasta ver a todos nuestros misioneros que anuncien la palabra de Dios con un conjunto completo de sermones e instrucciones para retiros y  misiones. Cuiden este punto esencial para el éxito de su ministerio.”

Como habían hecho en Provence, su predicación dependía de conocer el idioma de la gente. En Canadá, era importante que los Oblatos franceses aprendieran inglés.

“… si encuentra demasiadas dificultades como el mayor en edad, será más fácil para los más jóvenes, como el P. Baudrand y el P. Lagier; en cuanto al P. Telmon, ya tenía algún conocimiento de esa lengua y le será un juego, con su facilidad. No pasen por alto ese particular, tan importante en su posición.”

Carta al P. Jean Baptiste Honorat, Marzo 26, 1842, EO I núm. 10

Cada miembro de la Familia Mazenodiana tiene un talento particular recibido de Dios que enriquece a la comunidad. ¿Cuál es el espíritu con el que desarrollamos nuestra aptitud y la compartimos para el bien de todos?

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NO PERMITAN QUE EL TRABAJO LES ABRUME

Conociendo el celo y la generosidad del primer grupo de misioneros Oblatos en Canadá, Eugenio les anima a guardar un equilibrio.

“No permitan que el trabajo les abrume, que será muy pronto. Nunca hay que querer hacer más de lo que Dios permite. Arreglen todo con prudencia; pero sobre todo, guarden siempre tiempo para dedicarlo al estudio y a su santificación personal en el interior de su casa; eso es necesario.”

Carta al P. Jean Baptiste Honorat, Marzo 26, 1842, EO I núm. 10

Cada quien debe “SER” una persona de Dios que reza y profundiza su conocimiento y su relación con Dios. Esto es indispensable para el éxito del ministerio, el «HACER» de la misión.

Se trata de una invitación a hacer una pausa en nuestro mundo desenfrenado de multitareas, para evaluar nuestro equilibrio personal.

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SEAN COMO DEBEN SER

“Espero, incluso tengo la confianza de que ninguno de los nuestros dejará de reconocer la importancia y la magnitud de nuestra vocación. El futuro de la Congregación en el nuevo mundo está en sus manos.”

Al escribir al Padre Honorat, superior de la primera comunidad de misioneros Oblatos fuera de Francia, Eugenio les recuerda la importancia de su misión. Si su ministerio en Canadá es exitoso, su futuro estará asegurado. Si la primera comunidad resultara un fracaso, sería el fin de todas las tareas misioneras futuras.  Los ojos de la Iglesia canadiense estaban puestos en su comunidad.

El secreto del éxito residía en su vida espiritual y comunitaria: en cómo vivieran su espíritu de oblación.

“Sean como deben ser, es decir, buenos y verdaderos religiosos, regulares en su conducta, perfectamente unidos, con un solo corazón y una alma, actuando en un mismo espíritu ante todos cuanto les vean, viviendo según su regla, en la obediencia y la caridad, dedicados a todas las obras conforme a esa obediencia, deseando solo la gloria de Dios y el servicio de la Iglesia.”

Carta al P. Jean Baptiste Honorat, Marzo 26, 1842, EO I núm. 10

 

«Seamos como debemos ser», como miembros de la Familia Mazenodiana, viviendo el espíritu de oblación de Jesús el Salvador, según las exigencias diarias de nuestro estado de vida.  Todos somos discípulos a través de nuestro bautismo, ayudémonos mutuamente a “ser como debemos ser”.

 

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ACONTECIMIENTOS

En esta entrada encontramos a Eugenio en ánimo de rememorar.  Por alguna razón decidió hacer una lista de todos sus aniversarios. Al leerlo, tal vez nos inspire a hacer lo mismo y a celebrar con una oración de gratitud, cada uno de nuestras fechas importantes

Días memorables para mí, en los que debo celebrar algún aniversario:

el 1° de Agosto de 1782, mi nacimiento;

2 de Agosto de 1782, mi bautismo.

Hice mi primera comunión el Jueves Santo y fui confirmado por el cardenal Costa, arzobispo de Turín, el día de la Santísima Trinidad, aunque no estoy seguro de si fue el año 1792 o 1793. En el primer caso, el Jueves Santo correspondería al 5 de Abril y la Santísima Trinidad al 3 de Junio; en el segundo caso, serían el 28 de Marzo y el 26 de Mayo.

El 4 de Noviembre de 1808, tomé los hábitos,

el 27 de Diciembre de 1808, recibí la tonsura de Mons. André, antiguo obispo de Quimper.

El 27 de Mayo de 1809, recibí las órdenes menores de su excelencia el cardenal Mons. Fesch.

El 23 de Diciembre de 1809 fui ordenado subdiácono por Mons. André, antiguo obispo de Quimper;

el 16 de Junio de 1810, fui ordenado diácono por Mons. Fesch;

el 21 de Diciembre de 1811, fui ordenado sacerdote en Amiens por Mons. Demandolx, obispo de Amiens. El cardenal Mattei, quien debía ordenarme, se encontraba en el exilio y yo no quería recibir el sacerdocio de manos del cardenal monseñor Maury, entonces administrador de la diócesis de París. [ed. Jean Siffrein Maury (1746-1817), nombrado por Pío VI obispo de Montefiascone y cardenal en 1799. Nombrado arzobispo de París por Napoleón en 1810; el Papa Pío VII, exiliado en Francia, se rehusó a confirmar la nominación.]

El 1° de Noviembre de 1818 hice mi oblación en la congregación y

el 14 de Octubre de 1832 recibí la consagración episcopal de manos de su eminencia el cardenal Mons. Odescalchi y de los arzobispos de Calcedonia y de Rávena, después cardenales, Mons. Frezza y Mons. Falconeri.

Fui designado para la sede de Marsella el 2 de Octubre de 1837.

Termina con cierto sentido del humor:

Me queda por saber el día de mi muerte, cuyo aniversario celebrarán otros, y para el que invoco por adelantado la misericordia de Dios.

Diario de Eugenio de Mazenod, Marzo 14, 1842, EO XXI

Celebremos también nuestras fechas importantes.

 

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VIERNES SANTO: QUE SE HAGA SU SANTA VOLUNTAD, AUNQUE NOS CUESTE LA VIDA

En su diario, Eugenio vierte su sufrimiento con Jesús en la Cruz.

“Viernes Santo. Desde hace ya mucho tiempo la enfermedad de mi amado Luis me tenía clavado a la cruz y hoy tuve que expirar con el Cordero de Dios en ella. Había salido un momento a administrar el sacramento de la confirmación a un moribundo cuando el Sr. Boisgelin llegó al obispado; su sola presencia bastó para entender la terrible noticia que tanto temíamos. Ayer estaba con su hijo cuando éste entregó su alma al Creador. Sucedió a la misma hora en que yo estaba en el altar, ofreciendo el santo sacrificio por él, no tanto por la curación de su cuerpo, sino por la santificación de su alma.

Y así, fue al cielo quien fue nuestro consuelo en la tierra. Tantos talentos y virtudes perdidos para nosotros. Uno de los ramos florales más bellos de nuestra corona ha caído; una parte de nuestro ser ha desaparecido; porque ¿acaso no vivimos en lo que amamos?

… Una tregua a mi pobre corazón, ante todo pensamiento: sólo Dios es Señor de sus criaturas; Él dispone de ellas según su justísima, santísima y adorable voluntad ¡que se haga su santa voluntad, aunque nos cueste la vida!”

Diario de Eugenio de Mazenod, Marzo 25, 1842, EO XXI

 

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Y AL TERCER DÍA JESUCRISTO DEBÍA RESUCITAR Y NUESTRO DOLOR DURARÁ TODA NUESTRA VIDA

Eugenio describe su última visita con su sobrino moribundo.

Sin poder prolongar mi estancia en Avignon, tuve que despedirme de Luis, con gran aflicción en el corazón y sin ninguna esperanza de verle recuperar la salud. Quiso hablar por un momento conmigo, en particular de su padre y de su hermano. ¡Qué conmovedor fue lo me decía; jamás le había oído hablar de esa manera!

Que el Señor acepte, como expiación de mis pecados, todo el sufrimiento por la pérdida de quienes amo. ¡Quién podría decir lo que sufrí en esa plática, en la que este bendito hijo conservaba la calma y serenidad angelical que siempre ha tenido. En cuanto a mí, quotidie morior; es la estricta verdad, con toda la fuerza que encierran estas palabras.

Lo abracé, posiblemente por última vez; le bendije y salí con mucha fortaleza, probablemente para no volver a verle nunca. Mi hermana hizo lo mismo, y con la misma fuerza de espíritu guardamos en nuestro corazón todo el dolor para no herir a su hijo, quien controlaba sus emociones ofreciendo a Dios su sacrificio, al igual que nosotros, sin manifestar nada de lo que sucedía en su alma. ¡Oh, mi Dios y Virgen María! Y al tercer día Jesús debía resucitar… ¡Nuestro dolor [sin embargo] durará toda nuestra vida! ¡Fiat voluntas tua!”

Diario de Eugenio de Mazenod, Febrero 8, 1842, EO XXI

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INVITACIÓN A NUESTRA ORAISON CON LA FAMILIA MAZENODIANA: 18 DE ABRIL

Texto:  https://sites.google.com/view/mazenodianfamily/oraison-mensual-en-espa%C3%B1ol/18-de-abril-2021

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ME RESIGNO Y ACEPTO LOS DESIGNIOS DE DIOS, QUE LLAMA CON ÉL A UNA JOVEN ALMA LISTA PARA EL CIELO

Luis de Boisgelin, hijo de la hermana de Eugenio había pasado cuatro años estudiando para convertirse en Jesuita. En 1841, a los 26 años había caído gravemente enfermo y al enterarse de ello, Eugenio escribe en su diario: 

“Me resigno y acepto los designios de Dios, que llama con Él a una joven alma lista para el cielo.”

Diario de Eugenio de Mazenod, Noviembre 21, 1841, EO XX

Tres meses después, Eugenio viajó a la comunidad Jesuita para despedirse de su sobrino.

“En Avignon, a la cabecera de mi sobrino, a quien ya le habían administrado [los santos sacramentos] cuando llegué, y la paz de su alma no se había alterado con el anuncio de su próximo final. Su dulzura, resignación y la tranquilidad conservada en medio de su sufrimiento, causaron la admiración de toda la comunidad y de los médicos que le atendían con un celo digno de su piedad.
Creí que su estado permitiría a su madre llegar a tiempo para verle una última vez. Me habría reprochado no haber podido procurárselo a esta buena madre, tan fuerte y resignada. Los padres no impidieron su presencia.
Cada día decía la santa misa en la habitación de mi sobrino, lo que le daba una gran felicidad en medio de su deplorable estado. ¡Pobre querido niño! Está consciente de todo y lejos de quejarse, da gracias a Dios y acepta su sufrimiento con la más perfecta resignación.”

Diario de Eugenio de Mazenod, Febrero 8, 1842, EO XXI

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LASTIMÉ SU CORAZÓN Y LE OFREZCO ESTE SUFRIMIENTO AL SEÑOR

Como su superior, para Eugenio de Mazenod en ocasiones era difícil el trato con algunos de los Oblatos, en especial si la persona era difícil y sensible. Comenta en su diario: 

“¿Quién podría adivinar la susceptibilidad de este padre? Se queja siempre de que no se tiene deferencia alguna con él.
 
En cuanto a mí, confieso que lejos de no hacerle caso, siempre le he amado mucho y muy a menudo he tratado de no disgustarle. Haciendo justicia a sus aptitudes, mi corazón de padre habría querido algo más para completar sus cualidades;”

En su expresión sincera, era obvio que Eugenio había lastimado a esa persona al tratar de ayudarle: 

“sin importar el cuidado que pusiera, lastimé su corazón.”

No era algo nuevo para Eugenio ni para ninguno que estuviera en el liderazgo, el sufrir un distanciamiento como resultado de algo que se dijera o corrigiera. Dolorosamente consciente de ello, Eugenio siempre miraba al Salvador Crucificado y se lo ofrecía.  

“Ofrezco esta pena al Señor, junto con tantas otras parecidas…”

Diario de Eugenio de Mazenod, Enero 19, 1842, EO XXI

A menudo es difícil tratar con otros que necesitan modificar su comportamiento o actitud. San Eugenio nos enseña a hacerlo ante el Crucifijo, en especial frente a un rechazo o sufrimiento.

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