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SUCEDEN TANTAS COSAS QUE ES PARA CONMOVER A UN VERDADERO MISIONERO
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RECIBÍ NOTICIAS MUY SATISFACTORIAS DE LA MISIÓN DE PENZANCE, EN INGLATERRA
Vemos otro ejemplo de la alegría del Fundador ante el celo misionero y logros de su familia Oblata.
“Recibí noticias muy satisfactorias sobre la misión de Penzance, en Inglaterra, que se extiende a todas las regiones colindantes que reciben al misionero con verdadero agrado; las conversiones se multiplican, me escribe el P. Daly, añadiendo que si pudiera construir capillas, vaciaría los templos, como en Penzance. En esta última ciudad la escuela se colma y los protestantes no tienen objeción en enviar allí a sus hijos, que se preparan para ser católicos. En la próxima primavera tendré que enviar un nuevo misionero en ayuda de los que se encuentran agotados por el exceso de trabajo…”.
Carta al Presidente del Consejo de la Sociedad Misionera de Propagación de la Fe en Lyon, Febrero 6, 1845, EO V núm. 91
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REGOCIJARSE PENSANDO EN QUE TAL VEZ NO HAYA CONGREGACIÓN EN LA IGLESIA, QUE DEBIDO A SU NÚMERO DE INDIVIDUOS, HAGA TANTO BIEN COMO LA NUESTRA
Es notorio el entusiasmo del celo misionero de Eugenio al describir una carta del Padre Ambrose Vincens, quien era el maestro de novicios y superior local en ND de L’Osier:
“Carta del P. Vincens, muy satisfactoria por los detalles que me ofrece acerca de varias de sus misiones y obras en el invierno. De verdad es admirable todo el trabajo realizado por el ministerio de nuestra congregación. Al juntar todos los reportes que recibo de Córcega, de América y de los diferentes lugares de Francia e Inglaterra, se ve que hay que alabar a Dios por su misericordia y regocijarse pensando en que tal vez no haya congregación en la Iglesia, que debido a su número de individuos, haga tanto bien como la nuestra”.
Diario de Eugenio de Mazenod, Abril 2, 1845, EO XXI
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OTTAWA PREVIO A LA LLEGADA DE LOS OBLATOS
Solo tres años antes de su llegada a Canadá, los Oblatos eran invitados a muchas diócesis. Una de las solicitudes fue para establecer una comunidad en Bytown (actualmente Ottawa). Eugenio se dio cuenta de su importancia y respondió afirmativamente. Antes de comenzar a seguir la misión de los Oblatos en el lugar, veamos algunos antecedentes.
“Al Obispo Bourget le preocupaba la parte oeste de su vasta diócesis, que había visitado en octubre de 1840. Cubría la parte norte del río Ottawa. En inglés de esa época se conocía al “Gran” río como río Ottawa. Más adelante se conocería en francés como “Outaouais” en el Bajo Canadá (que después sería Quebec). La parte sur del río se conocía como Alto Canadá (más adelante Ontario). El territorio estaba cubierto por pueblos nativos diseminados hasta Temiscamingue y James Bay, que se abría a la colonización e industria maderera.
En 1791 una comisión del Gobierno había recomendado establecer un pueblo en la unión de los ríos Ottawa y Rideau, cerca de la desembocadura del río Gatineau. (Ver L. Breault, Ottawa, capitale du Canada de ses origines à nos jours, Ottawa, Éditions de l’Université d’Ottawa, 1942, pp. 56-57). En 1800 un pequeño grupo de silvicultores de los Estados Unidos se estableció junto a la catarata Chaudière, en lo que después sería el pueblo Hull. En 1826 el gobierno solicitó al coronel By construir un canal con exclusas, que conectara el río Ottawa con el Saint Lawrence y buscara algún lugar con miras a construir una nueva ciudad. Nos dicen que Bytown pronto adquirió una reputación poco envidiable. “El centro del canal, lugar de reunión de los taladores, pronto fue escenario del desorden ocasionado por el odio racial y antagonismo religioso, abuso de bebidas alcohólicas y a menudo lugar donde se usaba la fuerza”. (Ibid. pág. 64).
De 1827 a 1842, cerca de una docena de sacerdotes pasaron períodos cortos en ese turbulento ambiente. Así, en 1842 y hasta la llegada de los Oblatos, el sacerdote residente fue el Padre Patricio Phelan, futuro coadjutor de Kingston. Además de la parroquia principal, había una docena de misiones diseminadas en toda el área circundante. El éxito del ministerio misionero de los Oblatos en los alrededores de Montreal inspiró al Obispo Bourget a encomendarles la vasta área en desarrollo. Sin embargo, puesto que Bytown se encontraba en el lado de Kingston, pronto comentó su visión al respecto, tanto a los Oblatos como al Obispo Phelan.
Escribió al Obispo de Mazenod el 19 de octubre de 1843: “Es cuestión de encontrarles un nuevo lugar en la diócesis de Kingston, llamado Bytown… Este pueblo está en el centro de todas las rutas de comunicación del Gran río, conocido como Ottawa. Es ahí adonde llegan miles de hombres para talar los bosques que crecen a lo largo de este hermoso y maravilloso río. Todos ellos merecen el celo de sus hijos. De ese lugar los hombres habrán de salir para evangelizar a quienes llamamos los “chantiers” (campos madereros)… Además, a cerca de 60 u 80 leguas de ahí se encuentran los campos de cacería de los pueblos nativos… Los misioneros que trabajen para su conversión, requerirán un establecimiento central desde donde viajar para estar con esos infieles y a donde volver para trabajar por la salvación de los blancos… En este momento Bytown ofrece esta maravillosa ventaja”. (Registre des lettres, Vol. 3, pp. 206-208, Archbishop’s House, Montreal)”.
Alexandre Taché, o.m.i. https://www.omiworld.org/es/lemma/ottawa-diocesis-de-1844-1861/
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EL MINISTERIO DEL SUPERIOR DE LOS OBLATOS EN EL SAGUENAY PRONTO SE CONVIRTIÓ EN UN COMPROMISO SOCIAL, UNA LUCHA CONTRA LA EXPLOTACIÓN Y LA POBREZA
Bajo la dirección del Padre Honorat, la nueva misión Oblata en el Saguenay tuvo una característica particular.
Norman Séguin escribió:
“…Honorat trató de organizar la vida religiosa de los nuevos colonos erigiendo parroquias y construyendo iglesias y escuelas.
La sociedad agroforestal que tomaba forma en el Saguenay impresionó fuertemente a Honorat. El monopolio de la explotación forestal aseguraba a la compañía Price el control sobre la región, que siendo aun poco numerosa y muy pobre, estaba sometida a Meter McLeod, socio de William Price y jefe de las operaciones en la región. McLeod, fuerte propagandista del protestantismo, representaba a los ojos de Honorat una grave amenaza para los católicos de la región. Más aun, según él, representaba la dictadura económica, pues la compañía no solo se permitía pagar a sus empleados con bonos canjeables por mercancías en sus almacenes, sino que también recurría a la intimidación para dominar a la población. El ministerio del superior de los Oblatos en el Saguenay pronto se convirtió en un compromiso social, una lucha contra la explotación y la pobreza”. (https://www.omiworld.org/es/lemma/honorat-jean-baptiste-es/)
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LE RUEGO ACEPTE MI MÁS PROFUNDO AGRADECIMIENTO POR EL BENEFICIO QUE HA CONCEDIDO A MI DIÓCESIS, AL CEDERLE ALGUNOS MIEMBROS DE SU EXCELENTE CONGREGACIÓN
Sin duda, Eugenio de Mazenod de 63 años como Obispo de la segunda ciudad más grande de Francia y como Superior General de una congregación misionera que se expandía rápidamente en Francia, las Islas Británicas y Canadá se mantenía ocupado, lo que explica porqué sus escritos (y mis reflexiones) se refieren constantemente a esas áreas.
Eugenio describe en una carta a la Sociedad de la Propagación de la Fe la nueva empresa de los Oblatos en la Diócesis de Québec.
“El Sr. Obispo de Québec me escribió el 27 de octubre pasado: … “Le ruego acepte mi más profundo agradecimiento por el beneficio que ha concedido a mi diócesis al cederle algunos miembros de su excelente Congregación de los Oblatos de María. El P. Honorat salió con tres de sus hermanos hace tres semanas para fundar una casa de su Instituto en la Gran Bahía, a orillas del Saguenay. El puesto está más o menos en el centro de los establecimientos formados a orillas de ese gran río y cerca de los diferentes lugares frecuentados por los nativos. Para la religión será una gran ventaja la fundación de esta casa, sobre todo si los miembros pueden ir aumentando a medida que crezcan las necesidades, etc.”
Carta al Presidente del Consejo de la Sociedad Misionera de la Propagación de la Fe en Lyon, Febrero 6, 1845, EO V núm. 91
Norman Séguin nos explica:
“El nuevo superior desembarcaba en el Saguenay el 15 de octubre de 1844 con los padres Agustín Medardo Bourassa, Pedro Finet y Flaviano Durocher. Los Oblatos tenían la responsabilidad de echar las bases de una iglesia organizada en esa región forestal, abierta a la población apenas seis años antes. Mientras los misioneros ejercían su ministerio con los amerindios en ese vasto territorio, Honorat trató de organizar la vida religiosa de los nuevos colonos erigiendo parroquias y construyendo iglesias y escuelas”. (https://www.omiworld.org/es/lemma/honorat-jean-baptiste-es/)
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SU PASTOR NO PUEDE CUIDAR ÉL MISMO DE TODAS LAS NECESIDADES DE SU REBAÑO, PERO ESTOS BUENOS TRABAJADORES DE AYUDAN A CUIDAR DE USTEDES EN ESTE ÁMBITO DE PADRE DE LA FAMILIA, SEMBRANDO Y COSECHANDO CONMIGO
En este hermoso texto, Rey nos da una idea de la alegría de Eugenio al final del día de celebración y retiro con las mujeres que trabajaban en el mercado. El ideal de ser «cooperadores del Salvador» era lo que Eugenio deseaba para todos los miembros de su familia misionera; aquí lo vemos puesto en práctica por los miembros laicos de su diócesis: cooperadores del Salvador.
Al concluir la ceremonia y los cantos, el Obispo de Mazenod se dirigió a la asamblea: «Me dirigiré a ustedes en su hermoso lenguaje Provenzal», dijo el Prelado, «ese lenguaje que desprecian solo quienes no lo conocen».
Y así fue que nuevamente un Misionero del pueblo, que hablaba en su lenguaje anterior y con el mejor acento Provenzal, agradeció a las señoras del mercado y a toda la congregación la alegría que habían dado a su Pastor Principal. Si valoraban su presencia con ellos, ese día, era más bien de felicidad para él, pues su corazón de obispo debía expresar la emoción y gratitud: una asamblea entera que llegaba para acercarse al Altar Sagrado, ochocientas comuniones y el quedarse sin hostias en esa reconciliación universal, que llevó a ser necesario celebrar una segunda Misa para recibir a todos”.
Esa tarde le conmovieron grandemente la misma disposición y los hermosos testimonios de fe. Propuso y añadió clausurar el encuentro con algún buen consejo, pero antes dijo «mai loit predicatour me leis a leva de la bonco» (En Provenzal: el predicador me quitó las palabras de la boca»). Y la asamblea compartió la risa del Prelado. El predicador me dejó solo algo que decirles, y eso es mi satisfacción por todo el bien que él y sus valiosos colaboradores realizan: cuentan con mi estimación y veneración por su índole y mi entera confianza en ellos. Su Pastor no puede cuidar él mismo de todas las necesidades de su rebaño, pero estos buenos trabajadores me ayudan a cuidar de ustedes en este ámbito de Padre de la familia, sembrando y cosechando conmigo”.
Rey página 204
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TODO TIPO DE BONDAD PRODIGADA EN NOMBRE DE JESUCRISTO
Hemos visto la obras de caridad que el Obispo Eugenio comenzó y apoyó en su diócesis.
“La caridad abarca todo, y ante las nuevas necesidades, de ser preciso, surgen nuevos recursos: de ayuda espiritual y corporal, alimento para el alma y el cuerpo…Todo tipo de bondad prodigada en nombre de Jesucristo”.
Carta Pastoral, Febrero 7, 1847, Marsella
En su diario, Eugenio describe un día transcurrido en la Obra de Caridad de las señoras:
“Misa en la Misión de Francia para la congregación de las mujeres del pueblo: revendedoras, partisanas, vendedoras de comestibles y pescado, etc.”.
Utiliza dos palabras que eran típicas de Marsella:
“repetiers” [ed. Como se llamaba en Marsella a las mujeres que vendían mercancías, en general de fruta, hortalizas, etc.],
“pastisannes” [Pastis, en el sur de Francia, significa una mezcla de pâteux -pan no del todo cocido, pâté [pâté], patisserie [pasteles y pastas].
“Di la comunión durante más de una hora a esas buenas mujeres que hoy son la edificación de la ciudad. A las 5 volví para bendecir la hermosa estatua de Santa Ana que mandaron hacer. Tanto en la mañana como por la tarde les hablé en provenzal, para su gran satisfacción. Por la tarde debí contener el impulso de esa multitud de mujeres que gritaban de entusiasmo al concluir mi plática: ¡Viva Monseñor! Impartí la bendición con el Santísimo”.
Diario de Eugenio de Mazenod, Junio 8, 1845, EO XXI
En la descripción de sus actividades, vemos cómo el Obispo Eugenio ponía en práctica su característica Oblata de estar cerca de su pueblo.
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SU CONVERSIÓN LE LLEVÓ A DEDICARSE AL BIENESTAR DE LOS TRABAJADORES
La conversión de Babeau fue comparada con la de la Samaritana del Evangelio. Logró la conversión de su esposo por el civil y se casaron. A su vez, la conversión de él le llevó a dedicarse al bienestar de los trabajadores.
José el cochero, quien había vivido con la nueva Samaritana antes de ser su esposo, fue para la Conferencia de San José, lo que Babeau llegó a ser para la Congregación de Santa Ana, dedicándose a hacer el bien y convirtiéndose en un apóstol de gran celo. Así, los trabajadores contaban con una obra de caridad, que pronto floreció.
Rey página 204
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LA CONVERSIÓN DE BABEAU ACERCÓ A OTRAS A LOS SACRAMENTOS
La conversión de Babeau había sido tan poderosa, que ahora ejercía toda su autoridad sobre las mujeres del mercado para llevarlas también a la conversión.
Eugenio administraba todos los lunes por la mañana el Sacramento de la Confirmación en su capilla, y anota asombrado en su diario:
“Habría creído que este lunes nadie se presentaría, pues administré el sábado el sacramento de la confirmación. Pero hay que decir que desde que soy obispo no ha pasado un solo lunes sin que haya confirmado a algún adulto en mi capilla. Hoy eran no sé cuántas mujeres del mercado, que vuelven en gran número a practicar la religión. La asociación formada por el P. Barelle bajo la advocación de Santa Ana cuenta ya con novecientas de esas buenas mujeres, que son como otros tantos apóstoles para atraer a sus compañeras. Nunca habría creído que tantas mujeres del pueblo vivieran alejadas de los sacramentos”.
Diario de Eugenio de Mazenod, Marzo 17, 1845, EO XXI
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