Eugenio de Mazenod nos habla

Continuando su reflexión acerca de la mano providencial de Dios en haber enviado a personas de habla inglesa para unirse a los Oblatos en Francia, Eugenio escribe en su diario:

“Y no es todo, el Hno. Daly, que normalmente no tenía relación con nadie, conoció a un inglés protestante a punto de hacer un viaje a Gran Bretaña con su familia y en pocos días decide llevar en su coche al Hno. Daly y pagarle el viaje a Liverpool. Estoy aun sorprendido por esta intervención de la Providencia, que además llevó a la suegra del señor a cancelar su viaje, para que hubiera lugar en el coche para el P. Daly.  Solo pude creerlo hasta el día de la salida. Dejándome llevar por la confianza en Dios, me di prisa a ordenarlo sacerdote (2-5-41) para que partiera el día siguiente a realizar su tarea.”

Eugenio explica la importancia que ve en ello:  en primer lugar, se abrió la puerta a evangelizar a quienes habían abandonado la Iglesia católica.  En segundo lugar, podrían encontrarse vocaciones como futuros misioneros Oblatos en los países de habla inglesa en todo el mundo.

“Ese viaje tiene la intención de evaluar los lugares donde se podría comenzar un establecimiento de misioneros de nuestra congregación para trabajar en la conversión de los ingleses y si fuera necesario y el número de agregados fuera suficiente, en América o  cualquier otra parte del mundo.”

Diario de Eugenio de Mazenod, Julio 15 y 16, 1841, EO XX

«Sabemos que Dios obra en toda situación para el bien de los que lo aman, los que han sido llamados por Dios de acuerdo a su propósito.»  Romanos 8:28

Una segunda persona enviada por Dios para abrir el camino a los Oblatos para la evangelización cruzando el Canal de la Mancha fue Juan Naughten, quien había ingresado al noviciado en Francia el año anterior. Se trató de un “encuentro inesperado” elaborado por Dios. 

“… un joven que llevaba en su rostro el candor de su alma, llegó a el Calvario… Iba a viajar al día siguiente a Roma.

“El P. Aubert entra por casualidad en la sacristía cuando el joven preguntaba en latín lo que quería. Por su acento, el P. Aubert nota que es inglés y le contesta en esa lengua; el joven, encantado de encontrar quien le comprenda, se explica con el padre. De frase en frase le dice que salió de Irlanda para hacerse misionero. La ocasión era propia para cumplir su deseo, pues estaba en una casa de misioneros y sin sospecharlo, acababa de hablar con el superior.

El joven no necesita más; pide ser admitido, cancela su viaje, entra a la comunidad y el P. Daly, enviado para explicarse mejor con él,  ve en esto un nuevo signo de la voluntad de Dios para proseguir su obra. “Este joven es un ángel, ha cursado ya la mitad del noviciado para edificación de todos a su alrededor, dándonos la mayor esperanza: se llama Naughten y es del país del célebre O’Connell.”

Diario de Eugenio de Mazenod, Julio 15 y 16, 1841, EO XX

Dios abrió la puerta a la misión de los Oblatos en las Islas Británicas, al enviar cuatro años antes a Guillermo Daly para unirse a los Oblatos como estudiante. Eugenio comprendía la importancia misionera de ello y se sintió llevado a actuar en 1841.

“Es sabido que tenemos en la congregación a un excelente Padre irlandés [el P. G. Daly] que llegó a nosotros como caído del cielo. Este hombre resultó perfecto. Ha sido un constante modelo de virtud y regularidad. De entre sus cualidades, admiramos sobre todo su modestia y dulzura.
¡Quién habría dicho que ese querido hijo llevaba en su alma la más ardiente caridad y un celo a toda prueba por la conversión de sus compatriotas heréticos *  diseminados en Gran Bretaña o en otras partes! Apenas ordenado diácono se ocupó de preparar algún establecimiento que diera a la congregación la posibilidad de cooperar en la gran obra. Me propuso escribir a Irlanda y llamar hombres adecuados para nuestro ministerio. Las respuestas que recibió mantienen su esperanza de triunfar en esa empresa.”

Diario de Eugenio de Mazenod, Julio 15 y 16, 1841, EO XX

Esto nos recuerda a Pablo y Bernabé: “Cuando llegaron, reunieron a la iglesia y le contaron todo lo que Dios había hecho con ellos. Les contaron que Dios había abierto una puerta para que los que no son judíos también pudieran creer.” (Hechos de los Apóstoles 14:27)

Nota respecto al uso de Eugenio de la palabra “herético” – la definición en el diccionario es que se trata de una persona que no acepta todos los artículos establecidos por la enseñanza de la Iglesia.  Veremos esto con mayor claridad en próximas entradas, en las que a Eugenio le preocupa que la gente de las Islas Británicas hubiera sido obligada por Enrique VIII a cambiar su lealtad debido a su situación marital.  Desde el punto de vista  Católico Romano en esa época, la gente vivía en el error sin que fuera su culpa.  Eugenio los consideraba estar  “abandonados” y deseaba llevarlos de nuevo a la plenitud de la salvación.

En 1841 Dios comenzó a escribir una nueva página en la historia de la Familia Mazenodiana, con la llegada providencial de unos visitantes a Marsella. Leemos en el diario de Eugenio: 

“Hace unos meses, al pasar por Marsella en camino a Roma, el señor obispo de Montreal en Canadá, al comentar sobre su diócesis, me expuso sus necesidades. Insistió en que le conceda al menos cuatro misioneros de nuestra congregación, para evangelizar a su pueblo, quienes llegado el caso, podrían extender su obra con los nativos que viven en esos lugares.”

Al mismo tiempo: 

Este proyecto me hace recordar otro que estamos siguiendo como ensayo, ya que la Providencia parece haberlo indicado por ciertas circunstancias que llamaron nuestra atención. Es sabido que tenemos en la congregación a un excelente Padre irlandés [el P. G. Daly] que llegó a nosotros como caído del cielo….

Además, 

… un joven que llevaba en su rostro el candor de su alma, llegó a el Calvario… De frase en frase se descubre que salió de Irlanda para hacerse misionero.

Diario de Eugenio de Mazenod, Julio 15 y 16, 1841, EO XX

Eugenio había escrito en 1830 sobre las misiones en el extranjero:

“El Señor nos manifestará su voluntad cuando lo crea conveniente.”

Carta a Henri Tempier, Julio 26, 1830, EO VII núm. 349

¡Sin duda Dios así lo hizo en 1841!

Al escribir al P. Mille acerca del fallecimiento de un Oblato, Eugenio vio la necesidad de reemplazarlo con nuevos candidatos:

El cielo se puebla con los nuestros. Es una idea consoladora ver morir como predestinados a quienes nos son arrebatados, pero es imposible no afligirse al ver disminuir nuestras filas, sin que nadie se presente a reemplazar a quienes han ido a tomar posesión de la gloria, como recompensa prometida a los que perseveran hasta el fin.

Eugenio acababa de abrir el primer juniorado Oblato para atraer candidatos.  Como era el inicio de un largo proceso de discernimiento y formación, Eugenio reflexiona con el joven Mille:

La pequeña comunidad de Lumières nos da esperanza, pero habrá que vivir más de lo que puedo contar para ver el resultado de algo tan incipiente. Ustedes son lo bastante jóvenes para ver formarse la espiga, llegar a la madurez y la recogerla en el futuro; en cuanto a mí, parece que estoy destinado a sembrar con lágrimas. Si esa es la voluntad de Dios, me resigno a ella.

Carta a Jean Baptiste Mille, Abril 16, EO IX núm. 728

Eugenio escribió en su diario personal sobre su decisión de iniciar lo que ahora conocemos como pre-noviciado: 

…para recibir a los estudiantes que decidimos admitir a nuestro noviciado, que se despoblaba por completo. El ensayo hecho este año es de lo más alentador. Todos los jóvenes en esta casa de estudios tienen el mejor espíritu. Están ansiosos de ser encontrados dignos de ser admitidos al noviciado al terminar sus clases.
Para instruirlos hemos reunido a nuestros oblatos [ed. escolásticos], tanto a los que ya han terminado la teología, como a los aún la están cursando. Mientras estudian harán trabajar a los otros, y su buen ejemplo los afianzará en su vocación. Todos nuestros padres que han visitado esta casa, han quedado encantados. Roguemos que Dios derrame cada vez más su bendición sobre ella.

Diario de Eugenio de Mazenod, Mayo 12, 1841, EO XVIII

 La semana santa y las fiestas, cuidar a nuestros enfermos, la preocupación por ellos, la pena por su pérdida, todo ha sucedido, mi querido P. Mille, mientras esperaba escribirte…
Temo que en el Calvario olvidaran informarte sobre la muerte de nuestro santo Padre Paris en la noche de la resurrección, después de un cruel y prolongado sufrimiento.

El Padre Henri Paris había sido sacerdote Oblato por 13 años, en los que fue profesor del seminario mayor en Marsella, que estaba bajo la dirección de los Oblatos, con el P. Tempier como superior.  A pesar de sus quejas a Eugenio de que «no se había unido a los Oblatos para ser profesor», enseñaba Escrituras y Teología. Fundó una congregación de hermanas religiosas en Marsella: «Congregación de la Víctimas del Sagrado Corazón.» Tras la muerte de él la congregación no sobrevivió mucho tiempo. (Ver https://www.omiworld.org/es/lemma/paris-balthasar-joseph-henri-es/)

Como era usual, siempre que fallecía un Oblato, Eugenio mencionaba su convicción de que su dedicación les había ganado la recompensa eterna. 

“El cielo se puebla con los nuestros. Es una idea consoladora ver morir como predestinados a quienes nos son arrebatados… a quienes han ido a tomar posesión de la gloria, como recompensa prometida a los que perseveran hasta el fin”.

Carta a Jean Baptiste Mille, Abril 16, 1841, EO IX núm. 728

Al recordar a nuestros seres queridos fallecidos, recordemos sus palabras: “El cielo se puebla con nuestros seres amados.»

Querido compañero de camino de San Eugenio de Mazenod,

¡Es tan bueno estar de vuelta después de una pausa de dos meses! La pausa navideña ha sido un poco más larga de lo habitual debido a la pandemia y a las exigencias suplementarias del ministerio sacerdotal. Aquellos de nosotros que hemos sido bendecidos con buena salud, hemos estado sustituyendo a los que han estado enfermos o en cuarentena.

San Eugenio nos ha estado hablando desde 2010 y me siento humilde al darme cuenta de que hemos tenido más de 2400 entradas en ese tiempo. Las reflexiones se han convertido en una parte muy importante de mi vida diaria.

Es importante subrayar la naturaleza de esta reflexión. No es principalmente una selección de pensamientos espirituales de Eugenio para inspirarnos. Su objetivo principal es familiarizarnos a través de una selección de los escritos de San Eugenio en orden cronológico. No me guío por temas, sino por el orden en que aparecen sus escritos. También están disponibles en línea para que la gente pueda buscar temas (a través del motor de búsqueda de WordPress en la página de inicio http://www.eugenedemazenod.net/) o leer sobre un período particular de nuestra historia como familia mazenodiana.

Se realizan con un espíritu de oración en presencia de este icono, por lo que espero que a veces se obtenga alguna intuición o inspiración de ellos.

Cada mañana Eugenio me mira, y a ti, a través de su icono y nos recuerda que el discipulado mazenodiano consiste en abrazar la Cruz como Buena Nueva cada día.

Que nuestro camino diario con San Eugenio sea ricamente bendecido.

Ver: https://sites.google.com/view/mazenodianfamily/oraison-mensual-en-español/24-de-enero-2021