Al escribir al P. Mille acerca del fallecimiento de un Oblato, Eugenio vio la necesidad de reemplazarlo con nuevos candidatos:
El cielo se puebla con los nuestros. Es una idea consoladora ver morir como predestinados a quienes nos son arrebatados, pero es imposible no afligirse al ver disminuir nuestras filas, sin que nadie se presente a reemplazar a quienes han ido a tomar posesión de la gloria, como recompensa prometida a los que perseveran hasta el fin.
Eugenio acababa de abrir el primer juniorado Oblato para atraer candidatos. Como era el inicio de un largo proceso de discernimiento y formación, Eugenio reflexiona con el joven Mille:
La pequeña comunidad de Lumières nos da esperanza, pero habrá que vivir más de lo que puedo contar para ver el resultado de algo tan incipiente. Ustedes son lo bastante jóvenes para ver formarse la espiga, llegar a la madurez y la recogerla en el futuro; en cuanto a mí, parece que estoy destinado a sembrar con lágrimas. Si esa es la voluntad de Dios, me resigno a ella.
Carta a Jean Baptiste Mille, Abril 16, EO IX núm. 728
Eugenio escribió en su diario personal sobre su decisión de iniciar lo que ahora conocemos como pre-noviciado:
…para recibir a los estudiantes que decidimos admitir a nuestro noviciado, que se despoblaba por completo. El ensayo hecho este año es de lo más alentador. Todos los jóvenes en esta casa de estudios tienen el mejor espíritu. Están ansiosos de ser encontrados dignos de ser admitidos al noviciado al terminar sus clases.
Para instruirlos hemos reunido a nuestros oblatos [ed. escolásticos], tanto a los que ya han terminado la teología, como a los aún la están cursando. Mientras estudian harán trabajar a los otros, y su buen ejemplo los afianzará en su vocación. Todos nuestros padres que han visitado esta casa, han quedado encantados. Roguemos que Dios derrame cada vez más su bendición sobre ella.
Diario de Eugenio de Mazenod, Mayo 12, 1841, EO XVIII