Estas bellas palabras ilustran el ministerio de Eugenio como Misionero Oblato y Obispo de Marsella: cercano a su pueblo y guiándoles en su camino de fe.
“Por la tarde fui a dar la bendición de clausura del octavario del santo Rosario en St-Cannat, lo que complació mucho al clero y los fieles que llenaban esa parroquia. Siempre siento un gran consuelo al dirigir a mis fieles en reuniones de oración o grandes solemnidades.”
Diario de Eugenio de Mazenod, Octubre 14, 1838, EO XIX
Como pastor en jefe de la diócesis, el Obispo Eugenio siempre estuvo consciente de su responsabilidad como cooperador e instrumento de Jesucristo, el eterno Sumo Sacerdote:
«Por lo cual Él también es poderoso para salvar para siempre[a] a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos.» (Hebreos 7:25)
Jesús resucitado siempre está presente e intercede constantemente por quienes se acercan a Dios a través de Él. Esto es lo que profesamos cada vez que pedimos: «Por Cristo, nuestro Señor.»
Como San Pablo, uno de los ministerios de Eugenio era pedir por su pueblo:
«Por esta razón, también nosotros, desde el día que lo supimos, no hemos cesado de orar por ustedes, pidiendo que sean llenos del conocimiento de Su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual» (Colosenses 1:9)
Somos invitados a hacer una pausa y tomar conciencia de quienes nos apoyan en oración “a través de Jesucristo».