REANIMARON MI ESPÍRITU

En 1813 Eugenio inició una congregación de jóvenes en Aix, que tuvo mucho éxito. Veinticinco años después estaba encantado de recibir una carta de dos antiguos miembros: el P. Leblanc (ahora sacerdote diocesano en París), quien había conocido hacía poco a Adrien Chappuis (ahora abogado en París) y decía: “hablando mucho de nuestro padre y bienhechor común, los recuerdos de nuestras antiguas relaciones son muy queridos, ya que después de tantos años perduran aun en nuestros corazones.”

“La carta de tres páginas está llena de delicados sentimientos. Usted es aun hoy, me dice este hijo querido, lo que ha sido en todas las épocas de su ministerio, tal como le vi cuando tenía la dicha de estar siempre a su lado, sabiendo conciliar de maravilla la condescendencia de la caridad con el rigor del deber. Me gusta este testimonio. Procede de un buen sacerdote al que  siempre he querido, y recuerda los primeros años de mi ministerio, cuando el buen Leblanc estaba entre los más fervorosos discípulos de mi hermosa congregación de la juventud cristiana, y uno de los primeros.”

Diario de Eugenio de Mazenod, Febrero 18, 1838, EO XIX

Eugenio hace eco del sentimiento de las últimas líneas de Pablo en su Primera epístola a los   Corintios 16:15-18, al referirse a la gente que trabajaba en la comunidad:

“también ustedes estén en sujeción a los que son como ellos, y a todo el que ayuda y trabaja en la obra. Y me regocijo por la venida de …, pues ellos han suplido lo que faltaba de parte de ustedes. Porque ellos han recreado mi espíritu y el de ustedes. Por tanto, reconozcan a tales personas.”

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