Leemos en el Diario de Eugenio:
“Carta del p. Courtès informándome de la muerte repentina de la respetable señora de Bausset, amiga e insigne benefactora de la Misión. He escrito de inmediato a todas nuestras casas para que cada sacerdote celebre una misa por el descanso de su alma, y que cada oblato novicio y hermano haga cinco comuniones con la misma intención, y que las indulgencias, buenas obras, etc., le sean especialmente aplicadas durante ocho días, independientemente de sus derechos por siempre a todos los méritos de la congregación…
En toda la congregación sabemos que esta caritativa cristiana y buena amiga nos dio durante diez años 600 francos anuales para la formación y sustento de nuestros padres. Dios ha debido ya recompensar a esta santa alma, pero la congregación debe prodigarle eterno agradecimiento. En cuanto a mí, siento su pérdida con el mismo dolor que tengo al perder amigos tan queridos… Recordaré cada día de mi vida a la buena señora de Bausset con los difuntos, sin que me canse elogiar sus virtudes y buenas cualidades.”
Diario de Eugenio de Mazenod, Febrero 7, 1838, EO XIX
En su evangelización, los discípulos y benefactores también acompañaron a Jesús, a quienes se refiere Pablo al hablar del servicio en la diversidad de miembros pero un solo cuerpo (I Corintios 12).
Lucas 8,1-3: “Poco después, Jesús comenzó a recorrer las ciudades y aldeas, proclamando y anunciando las buenas nuevas del reino de Dios. Con Él iban los doce discípulos, y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Chuza, mayordomo de Herodes; Susana y muchas otras que de sus bienes personales contribuían al sostenimiento de ellos.”