NO  TEMO  EXPRESAR   LO  QUE  SIENTO…   ¿NO  LLORÓ  NUESTRO  DIVINO SALVADOR A LÁZARO?

El diario personal de Eugenio nos permite seguir viendo cómo lidiaba con el sufrimiento. En esta ocasión se trata de un antiguo sirviente, Dauphin, que estaba a punto de morir debido al cólera.

Delfín vive aun, pero está cada vez peor.  Hace un momento celebré  misa por él.  El P. Tempier fue llamado para recibir los últimos alientos de Lamberta, excelente mujer dedicada al servicio de la casa y del Calvario.  Es quien cuidó a nuestro querido padre Marcou en su última enfermedad; es  una gran pérdida para nosotros.
No temo expresar lo que siento ¿por qué no mostrar que no somos ingratos?  ¿No lloró nuestro divino Salvador a Lázaro?  ¿No debe ser su corazón el prototipo de los nuestros? ¡Sí, amo con verdadero, sincero y tierno afecto a todos aquellos que me aman; siento y lloro la pérdida de quienes trabajan con dedicación por mí, por los nuestros y por nuestra santa obra! 
Aborrezco a los egoístas, a los corazones insensibles que buscan todo y no corresponden con nada a lo recibido. Cuanto más estudio el corazón de Jesucristo y más medito en las acciones de su preciosa vida, más me convenzo de tener razón y de que ellos se equivocan. Más agradezco al Señor el haberme dado esta luz y concedido un alma capaz de comprender y de sentir esas cosas.

Diario de Eugenio de Mazenod, Septiembre 2, 1837, EO XVIII

¡Qué inspiración para nosotros “estudiar el corazón de Jesucristo”!

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