Mientras tanto, el cólera que se escondía por la ciudad hacía algún tiempo, se declaró con mucho mayor intensidad. Me apresuré a mandar a nuestros padres a sus casas, quedando solo los de las dos que deben afrontar el peligro, por ser su localidad.
Diario de Eugenio de Mazenod, anotación sin fecha, Agosto 1837, EO XVIII
Eugenio escribió al P. Tempier, quien estaba alarmado por las primeras señales de la enfermedad en Marsella
No temo en absoluto al cólera y la peste. Siempre he lamentado no haber muerto en 1814, cuando me contagié del tifus en la prisión. No pediría nada mejor que sucumbir en un nuevo contagio, sobre todo si fuera cumpliendo algún deber de caridad o justicia.
Carta a Henri Tempier, Julio 26, 1837, EO IX núm. 632
A pesar del deseo espiritual de martirio, Eugenio estaba consciente de sus responsabilidades con la gente de Marsella:
El día de la Asunción oficié pontificalmente en la catedral mañana y tarde. Asistí a la procesión general y por la tarde di la bendición. El domingo en la octava, celebré Misa en Notre-Dame de la Garde para ponerme a mí, a los nuestros y a toda la diócesis bajo la protección de la santísima Virgen.
Diario de Eugenio de Mazenod, anotación sin fecha, Agosto 1837, EO XVIII