En su cumpleaños 56, Eugenio se encontraba pasando algunos días en la casa de verano de su hermana en St. Martin de Pallières. Al salir de paseo en un carruaje, nos cuenta:
Mi cuñado y yo nos volcamos al regresar a San Martín. Me golpeé en la cabeza, pero el sombrero amortiguó el golpe. Por sobre todo, di gracias a nuestros ángeles custodios al salir del coche volcado. Sin la ayuda de Arriba, el mismo día del aniversario de mi nacimiento pudo ser el último de mi vida. Estoy seguro de que en el mismo instante de la caída, más de un amigo de Dios rezaba por mí.
Hace tiempo que vivo gracias a las oraciones de los santos; espero me ayudarán a lograr mi salvación, que cada día me parece más difícil…
Diario de Eugenio de Mazenod, Agosto 1°, 1837, EO XVIII