SE   SENTÍAN  COMO  INVESTIDOS   DE  UNA   FUERZA    SOBRENATURAL   QUE LES  PERMITÍA  REALIZAR SU  MINISTERIO  CON ÁNIMO  Y  ALEGRÍA

Eugenio sigue asombrado por lo que habían logrado los Oblatos con los más necesitados.

Es un verdadero prodigio, sobre todo en Aix. Jamás se podrá repetir lo hecho por esos buenos Padres, ya sea en el hospital o en la ciudad. El P. Lagier, que ha estado magnífico todo ese tiempo de prueba, me decía ayer que se sentían como investidos de una fuerza sobrenatural, que les permitía realizar su  ministerio con ánimo y alegría.
Los misioneros se caían de fatiga. Cuando apenas descansaban media hora, venían a despertarlos de nuevo diciéndoles: “Venga a confesar a los enfermos”, y no dudaban un instante, levantándose de prisa para salvar almas. Por eso, ni un solo enfermo rehusó la ayuda de la religión; todos, por el contrario, reprimían sus gritos de dolor para escuchar al sacerdote, contestar sus preguntas y recibir los sacramentos. Nuestros misioneros estaban inspirados, pues no temían concederles la comunión viéndoles tan bien dispuestos.  No terminaría de escribir sobre el particular…

Carta a Henri Tempier, Agosto 7, 1835, EO VIII núm. 531

… será una hermosa página para la historia de nuestra Congregación; y nunca se podrá relatar lo que todos nuestros Padres hicieron y el modo de hacerlo. Se puede decir que solo nuestros Padres realizaron el servicio en el hospital de Aix, pues solo llegaron un Jesuita y dos Capuchinos y estos últimos sólo se dedicaban al servicio corporal de los enfermos.

Carta a Henri Tempier, Agosto 16, 1835, EO VIII núm. 533

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