ME RETIENEN AQUÍ

Mientras los Oblatos y aquéllos en Marsella realizaban su ministerio con las víctimas del cólera, Eugenio se encontraba en la comunidad de Osier y luego Laus. Como vimos anteriormente, tuvo que salir de Marsella debido a la  situación política. Separado de quienes amaba y se encontraban en peligro de muerte, deseaba volver para estar con ellos. El Obispo Fortuné de Mazenod y el Padre Tempier (a quien había hecho un voto de obediencia en 1816) le habían prohibido regresar. Su correspondencia de julio y agosto de 1835 muestra su conflicto. Por una parte, se sentía llamado a estar con su gente y por el otro, debía obediencia a las dos personas con autoridad moral en su vida.

La correspondencia casi diaria de este período ocurre entre Marsella y ND du Laus, en la que Eugenio vio rechazadas todas sus solicitudes de volver. Presentamos algunos extractos: 

Su carta del 17, mi querido Tempier, me deja consternado. Al panorama de desolación de tantas familias, que me parte el corazón, se une el pensamiento del peligro que corre usted y que es también inminente para los Padres de Aix y Marsella. Me retienen aquí, cuando quisiera ir con usted y ellos, aunque no necesiten ser animados

Carta a Henri Tempier, Julio 20, 1835, EO VIII núm. 525

Comprenda, mi querido amigo, la cruel angustia en que me encuentro  desde que sé que usted, mi tío y mis amigos viven en medio de una epidemia mortífera como la que se puede esperar. No puedo expresar cómo me encuentro. Créame que desde el primer día que supe del peligro, pensé unirme a ustedes.

Carta a Henri Tempier, Julio 31, 1835, EO VIII núm. 528

Quería salir de aquí, sin hacer caso a las consideraciones que me han mantenido hasta hoy, pero el P. Tempier se unió a Monseñor de Marsella para exigir permanezca en Laus, adonde acaban de enviar novicios y oblatos sin jefe. Compadézcame y rece por mi

Carta a Bruno Guigues, Agosto 1°, 1835, EO VIII núm. 529

Es interesante observar que Eugenio, quien en todas las situaciones siempre fue el líder y superior, pudo ser obediente a sí mismo y a quienes se comprometió a obedecer.

Con la misma rapidez con la que se presentó esta epidemia de cólera en 1835, así terminó. Hemos dedicado bastante tiempo a la correspondencia en torno a ella, pues trae a la luz muchos de los valores y actitudes primordiales de cómo se vive la oblación en circustancias difíciles.

Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *