HEMOS GLORIFICADO A DIOS CON LAS ORACIONES PRESCRITAS

El cólera había azotado Marsella por 111 días, cobrando miles de vidas.

Hemos glorificado a Dios con las oraciones públicas prescritas. Los médicos nos habían anunciado un terrible recrudecimiento del mal, pero Dios, burlándose de sus previsiones, lo ha eliminado de un soplo; la epidemia cesó por entero con la novena de adoración solemne al Santísimo Sacramento. Para mí y todos los que tienen fe, es un milagro evidente, más admirable que la resurrección de un muerto. Si el Santo Padre ignora estas cosas, puede hablarle de ellas, con la seguridad de estar muy por debajo de la verdad.
   Las dos procesiones con el Santísimo, que se hicieron el primer y el último día de la novena, duraron cada una cinco horas. Mi tío, a causa de sus 85 años, me dejó presidir la ceremonia. En la procesión había 1,200 personas con antorchas,  y en la plaza donde se dio la última bendición, más de 80,000. Imagínese tantas voces durante el Tantum ergo, en aquella hermosa iglesia que tenía por cúpula el cielo y se extendía hasta donde alcanzaba la vista; las lágrimas inundaban los rostros. Desde ese momento comprendí que habíamos sido escuchados.
   …Fue una hermosa compensación a mis penas ver a Dios tan glorificado, a tantas almas convertidas, y a nuestra ciudad curada por esos medios todopoderosos empleados ante la misericordia infinita…

Carta al Obispo Frezza en Roma, Abril 27, 1835, EO XV núm. 177

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