A partir de ahora, encontraremos a Eugenio refiriéndose frecuentemente a la “dignidad” de su episcopado. Es importante siempre recordar lo que quería dar a entender con ello. El Padre Alejandro Taché explica: “Cuando de hecho se convirtió en obispo, Eugenio tomó plena conciencia de las responsabilidades que tendría. En intercambio con sus amigos íntimos, constantemente hablaba de la grandeza y dignidad del episcopado. Llamado por el Vicario de Jesucristo para compartir la responsabilidad encomendada a los Apóstoles, el obispo recibe al Espíritu Santo para convertirse en un pastor que enseña, santifica y guía a su gente. De ello fluye su grandeza y formidable responsabilidad. Este sería el sentimiento que avivaría profunda y contínuamente el espíritu del Obispo de Mazenod a lo largo de toda su vida.” (Diccionario de Valores Oblatos https://www.omiworld.org/es/lemma/obispos/)
…y ahora que me veo elegido y tan cerca de ser investido de la plenitud del sacerdocio de Jesucristo, la profunda veneración e idea que la fe ha colocado en mi alma por tan gran dignidad, me aplastaría, quitándome todo ánimo y fuerza para avanzar, si la esperanza que el Señor me da no me hiciera ver esa nueva llegada del Espiritu Santo a mí, como una época de renovación y misericordia. Creo que este Espíritu divino, a quien tanto he contristado desde que lo recibí por la imposición de manos en mi sacerdocio, va a enderezar todo en mi alma, estableciendo en ella su morada con tanto poder, que no habrá forma de sustraerse a sus inspiraciones.
Al Padre Martin de Loirlieu, capellán de la Iglesia de San Luis-des-Français, Roma, Octubre 4, 1832, EO XV 165