Como hemos visto, la táctica del Obispo Fortuné para poner a salvo la vida pastoral de la diócesis de Marsella – al entrar en vigor la amenaza del gobierno de suprimir la diócesis – fue que su sobrino Eugenio fuera nombrado obispo, para asegurar la continuidad de las confirmaciones y las ordenaciones.. (Referencia a la entrada anterior http://www.eugenedemazenod.net/?p=3701 y también en el “Diccionario Histórico Oblato” https://www.omiworld.org/es/lemma/icosia-obispo-de-es/para el antecedente.)
El Obispo Fortuné había enviado al P. Tempier a Roma para arreglarlo con el Papa, quien accedió al plan y envió llamar a Eugenio a Roma, donde sería ordenado obispo.
Eugenio nombró al Padre Courtès Vicario General de los Oblatos durante su ausencia y salió hacia Roma, adonde llegó a mediados de agosto. En su carta, le comenta sobre los últimos sucesos (refiriéndose a él mismo en tercera persona, para evitar a los censores del gobierno).
Debes haber recibido noticias sobre mí en Marsella, mi muy querido, recomendación que he hecho en todas mis cartas. Esperaba estar asentado en esta capital para escribir, y al corriente de algunos asuntos que se refieren a las personas que conoces.
Antes de ver a nuestro Santo Padre, supe que su intención era lo que te había comentado. Es su idea y voluntad, confirmándola de viva voz en la audiencia que me concedió anteayer, que duró cerca de tres cuartos de hora…El Santo Padre me manifestó del modo más amable su intención hacia la persona por la que se interesa tanto. Me dijo se estaba ocupando de los medios más convenientes para lograr su fin. Hizo halagos, que en boca del Jefe de la Iglesia, quien las recibe en espíritu de fe, ve a Jesucristo en su Vicario. Comprendes que no podía decir nada, aunque había que armarse de paciencia en este asunto, como en cuantos se tratan aquí.
Carta a Hippolyte Courtès, Agosto 29, 1832, EO VIII núm. 428