CUIDAR A LOS FUTUROS OBLATOS COMO A LA NIÑA DE TUS OJOS

¡Pobre Padre Mille! Se había convertido en Oblato para ser misionero y sin embargo, algunas semanas después de su ordenación sacerdotal, las circunstancias habían hecho inevitable que fuera nombrado superior del seminario en Suiza. A los 25 años de edad, su corazón misionero no podía resistir la tentación de realizar ministerio fuera del escolasticado, para desagrado de Eugenio, pues descuidaba a los seminaristas.

Ya que trato sobre ese particular, te diré algo acerca de tus obras de celo durante las cuarenta horas. ¿Sabes la conclusión a la que he llegado?
Que eres tan buen misionero como mal superior.
… ¿Se puede en conciencia dejar tu tarea específica, para abarcar otra, aunque parezca mejor?

Eugenio le había prohibido en forma explícita que participara demasiado fuera del escolasticado, pero los oídos misioneros del Padre Mille tenían “audición selectiva”.

¿Qué decir de la facilidad con que interpretas las intenciones del superior, opuesto a tus palabras y a tu intención bien conocida? ¡Oh! no, mi querido, no es así como hay que hacerlo. Actuar siempre en sentido contrario a tus instrucciones es tener una mala comprensión de la obediencia. Se atraen las alabanzas de los hombres, hasta se hace algún bien, pero se falta al deber, y entonces ¿qué recompensa esperas de las obras más brillantes?
Me entristece en verdad tener que hacerte estas observaciones, pero tengo en mis manos el equilibrio del santuario… De haberlo prescrito la obediencia, todo lo que has hecho como misionero habría sido admirable
Pero no has hecho bien como superior encargado de la élite de nuestra familia, a la que debes cuidar como a la niña de tus ojos

Carta a Jean-Baptiste Mille, Abril 21, 1832, EO VIII núm. 420

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