NO QUEDA TIEMPO PARA RESPIRAR

Hemos visto qué tanto habían afectado a Eugenio los sucesos de los cuatro años anteriores; la muerte de seres queridos, la enfermedad personal con una lenta recuperación, la Revolución de Julio de 1830 y las actitudes y acciones del gobierno anti-religioso a nivel nacional y local. Ya de vuelta en Marsella, Eugenio era Vicario General del Obispo Fortuné de 84 años, para la gran diócesis en expansión. Era además al mismo tiempo, Superior General de los Oblatos. El Padre Courtès debe haber llamado su atención por no haber hecho algo para los Oblatos, a lo que Eugenio respondió:

… Por mi silencio no asumas una falta de interés en ti, sino que, al tener frecuentes sesiones de tres horas, todo lo que hay que hacer, organizar, tratar, responder, ejecutar, conciliar en intereses tan diversos, sin hablar de la administración ordinaria, muy complicada debido a la aglomeración de nuestra población, etc., no queda verdaderamente tiempo para respirar, menos aún para escribir…

Carta a Hippolyte Courtès, Febrero 3, 1832, EO VIII núm. 414

Lo que siempre es evidente en todos los escritos de Eugenio, sin importar qué tan ocupado se encontrara, fue nunca perder de vista su opción fundamental de vivir solo por Dios y hacerlo todo por Dios y en Dios. Fue su espíritu de oblación lo que hizo posible entregarse por completo a lo que fuera que Dios le pidiera.

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