“Siempre la verán como madre” Eugenio había escrito al convertirnos oficialmente en Misioneros Oblatos de María Inmaculada, tras nuestra aprobación papal en 1826. Nos pidió tener una devoción “tierna y filial.” María lo acompañó a lo largo de toda su vida, debido a Regla que citamos en las notas de su retiro…
Eugenio falleció rezando el Salve Regina, durante estas palabras: “¡Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre, oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!”
También la devoción a María debe caracterizarnos: Al menos una vez al día visitarán al Santísimo Sacramento y a la Santísima Virgen, por quien los misioneros cultivarán una devoción especial y a quien siempre verán como su Madre.
A diario rezarán el rosario y harán todo para que los fieles sean fervientes y confiados devotos de la Virgen Inmaculada, la santísima Madre de Dios.
Notas de Retiro, Octubre 1831, EO XV núm. 163
Debido a esta cercanía de por vida a María, no hay duda de que le mostró el fruto de su vientre; Jesús. Aprendamos a verla como madre y fiel compañera en nuestro trayecto cristiano, pera que se nos muestre el fruto de su vientre y su promesa, en nuestra muerte.