El retiro de Eugenio acerca de la Regla le lleva a reflexionar en la observancia de la Regla misma.
Hay que fijarse bien en el N.B. del párrafo 1 del Capítulo 2. Ciertamente no dice: si alguno encuentra estas Reglas demasiado duras, se le dispensará, o se suavizarán en atención a su debilidad. ¡Por el contrario!
La Regla insiste, explica su aparente rigor, lo motiva con razones definitivas y exige la ley, pues no caben concesiones con el deber: dice la Regla, si alguno fuera tentado a ver éstas y las futuras reglas como muy severas a la debilidad humana, le instamos a considerar:
1, que nuestro ministerio no tendrá nunca frutos, a menos que luchemos fervientemente por nuestro propio avance espiritual.
2, que nunca alcanzaremos la perfección a la que somos llamados, excepto por medio de la regularidad que ha sido reconocida como indispensable por todos los padres de la vida espiritual, y en especial por los santos fundadores de las órdenes religiosas.
3, puesto que las misiones y los ejercicios espirituales que les siguen nos fuerzan a pasar tres cuartos del año en el mundo, donde nos ocupamos principal y casi exclusivamente de la conversión de los pecadores, nos arriesgamos a estar en peligro de olvidar nuestras necesidades propias, de no volver a la regla de la disciplina estricta al menos en los breves intervalos de este arriesgado ministerio.
Notas de Retiro, Octubre 1831, EO XV núm. 163
Las Constituciones y Reglas son como el ancla unida a un barco por medio de una cadena o cuerda. El barco puede flotar y navegar, pero siempre debe ser sujetado cuando descansa. La Regla puede compararse a esa cadena o cuerda que une a los dos. Jesucristo es nuestra ancla. ¿Cuál es la cadena o cuerda que mantiene el barco de nuestras vidas conectado a Él, el Ancla?
Para los Oblatos, nuestras Constituciones y Reglas tienen esa función – ¿y para usted?
He comprendido que las reglas nos las entregan y en la ceremonia dicen hazb esto y vivirás. Por tanto si no lo hacemos MORIREMOS. GRACIAS POR TU REFLEXIÓN.