NO DEJAMOS DE ENVEJECER POR CREER TENER TREINTA AÑOS

Al seguir reflexionando sobre los propósitos de Eugenio al ir a su retiro, encontramos otra motivación muy práctica para realizar un buen retiro: la posibilidad de morir. Nos da la impresión de que consideraba que a los 50 años era ya un anciano ¡tal vez así era en 1831! Al haber brotes de cólera en algunos puertos del Mediterráneo, era cuestión de tiempo antes de que llegara al de Marsella.

9º Entre otros motivos para ir directo a la meta, consideraré mi edad (estoy en los cincuenta) y la plaga de Dios que nos amenaza [el cólera]. Es bueno pensar en mi medio siglo, porque nada lo recuerda cuando uno está bien de salud, y en el cholera morbus, porque parece estar demasiado lejos cuando se habla de él. Sin embargo, no dejamos de envejecer por creer tener treinta años, y si el cólera viniera de pronto, tendría inmediatamente que sacrificarme y afrontar todos los peligros. Y para eso es preciso estar preparado para presentarse ante Dios.
10º Por eso en este retiro habrá que mirar a la muerte más de cerca que de costumbre. Cuando uno se siente joven y bien de salud, ve ante sí muchos años y ningún signo de disolución. Hay que recurrir a la imaginación para forjar una enfermedad de la que uno no se siente afectado, la cual, no teniendo nada de real, no deja ninguna convicción para temer la muerte que supuestamente debería seguirse. Pero cuando uno se persuade de irse haciendo viejo y estado a punto de morir dos veces en un mes, cuando uno se dice que el cólera puede llegar cualquier día por tierra o por mar, y una vez llegado, puede despacharlo a uno en unas horas, el argumento es más poderoso y la conclusión más fácil.
11º El pensamiento de la muerte podrá, pues, ser empleado esta vez con más éxito que de costumbre.

Propósitos de Retiro, Octubre 1831, EO XV núm. 162

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