Los sermones de la Pasión de dos horas y media; se excedió por una larga hora. Convénzase de que el auditorio, por mucho que digan los aduladores y el predicador, sufren con esos largos discursos. Tres cuartos de hora en un sermón ordinario, hora y cuarto para una Pasión: ese es el límite, no olvide apegarse a él.
Carta a Jean Baptiste Mille, Abril 15, 1831, EO VIII núm. 389
¡Es evidente que en esa época la audiencia tenía mayor tolerancia!