Con frecuencia menciono que el ministerio de Eugenio era llevar a otros a compartir su misma experiencia con el Salvador. Aquí tenemos un ejemplo más. Comparte con Henri Tempier la fortaleza espiritual y el consuelo que su relación con el Salvador le proporciona.
Antes de hablarle de negocios, quiero animarle en sus penas y todas las dificultades que los sucesos actuales y la gente con la que debe tratar le ocasionan. Precisamente en tales circunstancias es cuando el alma debe alcanzar todo el desarrollo de que es capaz y mantener una energía constante, multiplicando nuestras facultades intelectuales para no dejarse abatir nunca por la adversidad ni doblegarse ante los obstáculos y dificultades. Sé que nuestro ministerio de paz presenta con frecuencia dificultades, al estar ligado a todos los deberes de conciencia, pero Dios nos dará la luz de Su espíritu si lo invocamos con confianza.
Por todas las dificultades del pasado y las actuales, Eugenio puede animar a Henri Tempier al señalarle la fuente de su fortaleza:
Después de todo, las tribulaciones entran en el plan de la Providencia y son un medio de santificación para los elegidos. Lejos de ceder al hastío de vida que acompaña a la adversidad, hay que desear vivir para parecemos más a nuestro divino modelo y servir a Su Iglesia con el más perfecto desinterés. Un día vivido en esta disposición nos obtiene más méritos para el cielo que años de dicha y de prosperidad. Sencillamente le comento los pensamientos que me son más familiares en la triste situación en la que me encuentro yo mismo. Son verdaderos, no nos apartemos de ahí.
Carta a Henri Tempier, Septiembre 2, 1830, EO VII núm. 362