UN PRONUNCIAMIENTO PAPAL Y UNA CUESTIÓN DE CONCIENCIA

El Obispo Fortuné de Mazenod y la administración de la diócesis de Marsella habían decidido no hacer el juramento político que exigían los funcionarios del Estado, el cual además no había sido requerido al clero. En su carta del 29 de septiembre al Cardenal de Rohan, el Papa expresó su oposición a la posición. El Papa había reconocido al rey Luis Felipe, refiriéndose a él según el título acostumbrado por los franceses, “Su Muy Cristiana Majestad”.

Eugenio no estaba contento, aunque solicitó al P. Tempier sujetarse a la decisión y al menos eliminar el punto de altercado con las autoridades civiles

No se comprometa más con las autoridades del país…

Eugenio nos permite una mirada a su pensamiento respecto a la obediencia al Papa, no estando de acuerdo con la decisión:

Si el Papa decide hay algo que hacer, uno queda en libertad de hacerlo o no, pero un obispo no puede prohibirlo. No hay problema alguno en cambiar la opinión, cuando el Jefe de la Iglesia da sus directrices. Si la decisión del Papa es tal como me han dicho, mi opinión es que no se dé ninguna orden, sino simplemente darla a conocer, absteniéndose de prohibir lo que autoriza. Hay que ser constantes en la doctrina. El Papa, doctor de la Iglesia, se ha pronunciado: esto basta para tranquilidad de nuestras conciencias.

Sin embargo, Eugenio hace la distinción entre un pronunciamiento infalible del Papa y la expresión de una opinión política, que puede seguirse o no:

Es verdad que no se trata de un punto dogmático, por tanto, no entra en juego la infalibilidad, quedando cada uno en libertad de seguirlo. ¡Pero también les está permitido a todos ajustarse a la decisión de la primera autoridad que existe en la tierra! 

Después Eugenio analiza el contenido del juramento que requerían las autoridades políticas de Francia:

De acuerdo con la carta, el juramento no puede considerarse como algo sagrado: es una formalidad requerida, una promesa transitoria que debe durar mientras subsista el orden del momento. Es incuestionable que así lo entienden nuestros legisladores y con el principio de la soberanía del pueblo, no puede ser de otra forma. Todo es convencional entre los hombres, sobre todo el valor de los términos. Como yo, comprenderá lo delicado del asunto; cuando la conciencia puede ser más fácil que el honor, quedamos a menudo en aprietos; por ello no hay que precipitar nada.

Carta a Henri Tempier, Octubre 28,1830, EO VII núm. 369

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