HENRI TEMPIER: HIJO, AMIGO, ANTIGUO COMPAÑERO, ADMONITOR, DIRECTOR ESPIRITUAL Y CONFESOR DE EUGENIO

Eugenio se encontraba frustrado y deseaba volver para retomar su responsabilidad de los Oblatos y la Diócesis, pero su salud se lo impedía. Como león encadenado, dice:

Ansío el momento en que los médicos digan que me encuentro bien para reemprender mis ocupaciones y compartir su trabajo. Pregunte a mi médico de siempre; estoy a sus órdenes. Los de aquí no me conocen bien; pero pídale no tomar tanto en cuenta mi cuerpo, sin perder de vista mis deberes, que no realizaré aquí

Carta a Henri Tempier, Agosto 13, 1830, EO VII núm. 354

¿Por qué estaba tan inusualmente dócil e incapaz de ignorar su salud y seguir sus planes?

Fue debido al voto de obediencia hecho a Henri Tempier en abril de 1816 (cf http://www.eugenedemazenod.net/esp/?p=641). Tempier nunca utilizó su posición privilegiada como hijo, amigo, antiguo compañero, admonitor, director espiritual y confesor para interferir en el ministerio de Eugenio, excepto en cuanto a su bienestar espiritual y físico. Dos meses antes, cuanto Eugenio obstinadamente había retomado su trabajo en Marsella, Tempier alarmado, escribió:

Mi amado Padre, me encuentro tan afligido como cualquiera pudiera estar. . . . He hecho todo, no solo como hijo, sino como amigo, antiguo compañero, admonitor, e incluso como director espiritual y confesor, para aconsejarle no ayunar ¡y Dios sabe que tenía razón! aunque todas mis sugerencias y ruegos no han sido de provecho. Ahora me entero que después de ayunar por dos días y siendo necesario sentarse ayer antes de poder continuar con la Misa, hoy, fiesta de la Santísima Trinidad, celebrará dos Misas, una de ellas solemne a las 10. Tal imprudencia sobrepasa todos los límites. No encuentro palabras para describir este abuso a su salud. . . y me siento impelido a hacerle saber por escrito de mi preocupación. De no ser escuchado, informaré a los asistentes generales de la Sociedad, por no poder lograr que cuide de su salud y ellos mismos lo harán. Me duele, mi querido Padre hablarle de esta forma y aunque me disculpo por ello, siento que solo cumplo con mi deber.  (Citado en Leflon 2 pág. 338)

Leflon continúa:

«Esta advertencia debe haber sido suficiente, pero Tempier, ad abundantiam juris, solicitó un examen físico, debido al cual los doctores ordenaron un cambio de clima. Con toda seguridad, de haber permanecido en Marsella, nadie habría podido hacer que descansara. Por ello fue necesario que pusiera buena distancia de por medio. Su viaje se arregló de forma tal que se alejara de sus ocupaciones, que descansara y ocupara su mente en asuntos familiares. Se decidió fuera a Suiza, lugar ideal para un descanso. En Fribourg podría ver a su sobrino, Luis de Boisgelin, a quien había inscrito en el Colegio Jesuita, después del decreto de los ordenanzas de expulsar a los Jesuitas del seminario menor en Aix. Su madre y hermana le acompañarían para cuidar de él.» (Leflon 2 pp. 338 – 339)

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