TENÍA EL TALENTO PARA HACERME PARECER FEO POR COMPLETO

Eugenio de Mazenod, a la edad de 23 años, escribe airado a su padre acerca de este retrato.

EdM young

Creerá que los 54 francos que gasté en hacer grabar mi retrato fueron bien utilizados; pero lamento decirle que se trata de dinero desaprovechado. Estoy enfurecido contra M. Chretien, quien después de hacer un dibujo que era perfectamente parecido, realizó un grabado que no lo era. Esperaba me halagara, pero tuvo el talento de hacerme parecer feo por completo.
 Dejó una distancia monstruosa de mi nariz a la boca y amablemente me dio una barbilla puntiaguda, teniendo a bien colocarla sobre una segunda. Todos estos detalles dan a la parte inferior de mi cara una longitud exagerada, dejándola horriblemente fuera de proporción.
Ahora le diré (pues estoy enfadado) que la distancia entre mi nariz y boca es bastante normal, que no tengo doble barbilla y de ninguna forma es puntiaguda.  Al recibir estas impresiones en París estuve tentado a arrojarlas al fuego. Pero puesto que las personas dicen reconocerme en este retrato, a pesar de todos sus defectos, le hago llegar uno de los grabados.

Carta a su padre, Diciembre 26, 1805, Biblioteca Mejanes, Aix

De nuevo encontramos un ejemplo que muestra la actitud y valores previos a su transformación. Cinco años después, se vería a sí mismo y a la vida desde una perspectiva completamente diferente, a través de los ojos de Cristo Salvador:

Gracias a Dios, no creo se me pueda acusar de lujo ni de refinamiento en mi persona, y espero que no se dé nunca ese caso, pues estoy decidido a no cambiar nada en ese aspecto, (cf.  http://www.eugenedemazenod.net/esp/?p=1886 )   y más tarde lo demostró en su Regla de Vida para los  Oblatos:(http://www.eugenedemazenod.net/?p=1451 )

SPANISH

“Un ejemplo que utilizo a menudo para ilustrar la realidad de la vanidad, es éste: mira al pavorreal; es hermoso si lo miras desde el frente. Pero si lo miras por detrás, descubres la verdad… Quien quiera que sucumba ante tal vanidad ensimismada, tiene una gran desgracia escondida en su interior.”   Papa Francisco

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