LA VIDA EN AIX COMO UNA MISIÓN PERMANENTE

Una vez hubo finalizado la misión en Grans, Eugenio y los misioneros retornaron a Aix en marzo de 1816. Cuarenta años más tarde, Eugenio rememora las actividades de nuestra primera misión:

El P. Tempier quedaba alojado en Aix, Durante la misión de Grans, pero ciertamente, no era para quedar ocioso. Había que cumplir con el servicio de la Iglesia, donde había establecido todas las tardes la oración en común para los fieles. Esta oración era seguida siempre o precedida de un punto de meditación. Todos los días los numerosos jóvenes (más de tres cientos) de mi congregación se reunían en el coro, donde jugaban juntos en la sala de la casa. El domingo, asistían a la misa, durante la cual se les hacía una instrucción. En la tarde, antes o después de las vísperas, se les daba el catecismo, lo que no impedía que se diera un sermòn al público. Había establecido también la costumbre de accompañar a los jóvenes congregantes a mi casa de campo, en las puertas de la ciudad, para que jugasen a su gusto. También hacía que confesar a todo este pequeño rebaño… ; el trabajo era verdaderamente excesivo.

Journal du 5 septembre 1857, E.O. XXII

Es fácil de reconocer aquí el mismo espíritu que motivó las misiones populares en los pueblos –esto es por lo que Eugenio se refirió a los ministerios de nuestras comunidades como un ser “misiones permanentes”. Para mí, aquí está la clave para lo que podría ser la característica distintiva de toda comunidad oblata y de toda parroquia oblata: ser centros permanentes de misión.

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