“Cumplimos nuestra misión en y por la comunidad a la que pertenecemos.” (Regla Oblata de Vida, Constitución 37).
Mientras una parte de la comunidad estaba evangelizando, la otra parte estaba sosteniéndoles en la misión a través de la oración y la unidad de espíritu. La carta que tenemos a continuación muestra como la recién nacida Congregación Misionera vivió esto en 1816: mientras Eugenio y los demás que fueron con él estaban realizando la misión popular en Grans, Tempier estaba en Aix animándola y siendo un soporte para ellos en lo que estaban haciendo.
… Todo en unión con nuestro querido y buen hermano Tempier, hasta el sacrificio que hacemos demorando en ocho días el unirnos a él…
Si no rezáis por nosotros estamos mal servidos…
Eugenio continua compartiendo las noticias sobre el progreso de la misión en Grans. Vemos aquí algo que ocurrió con bastante regularidad en las misiones predicadas. Nos referimos a la práctica de extender la duración de la misión de modo que se asegurase que todos tenían la oportunidad de confesarse. A veces permanecían todos los misioneros (como es el caso de Grans), mientras que en otras ocasiones era uno el que se quedaba en el lugar.
… en conciencia no podemos dejar nuestra obra imperfecta; es enorme la cantidad de hombres, que hubiéramos dejado en la empalizada, si hubiéramos terminado el día fijado. En consideración a esos hombres prolongamos nuestros trabajos hasta el tercer domingo de cuaresma…
El bien está en marcha: la blasfemia ha sido desterrada del lugar, los habitantes no saben cómo se ha realizado ese prodigio, porque no había pueblo donde eso fuera más frecuente.
En cuanto a nosotros, no terminaríamos con las confesiones; las tenemos «en todas las salsas»…
Carta a Henri Tempier, el 11 de marzo 1816, E.O. VI n. 11.