La descripción que hace Leflon de los primeros días de la iglesia de la misión, da una buena idea de los fundamentos puestos por Eugenio y sus primeros compañeros en 1816.
En ella teníamos todas las tardes oración común para los fieles, dice en su Diario el Obispo de Marsella. Esa oración iba siempre acompañada de una meditación. A diario muchos jóvenes (más de 300) de mi Congregación se reunían en el coro o jugaban en la sala de la casa. Los domingos asistían a misa en la que se les daba una plática. Por la tarde, antes o después de vísperas, se les daba catecismo, lo que no impedía predicar al pueblo». Porque iba llegando gente a los oficios y la concurrencia llegó a ser tan grande que forzaron el arreglo de-la iglesia. El día de Ramos,7 de abril, quedó abierta al culto. Por supuesto que la decoración interior y el mobiliario no estaban a la altura. Pero podían disponer del magnífico edificio de cúpula ovalada, levantado en el siglo XVII sobre planos de Puget. Los misioneros hicieron los oficios de Semana Santa. Aquello se iba haciendo, cada vez más, un foco de vida religiosa intensa y, gracias a la devoción al Sagrado Corazón, introducida por el P. de Mazenod, se convertía en centro de una devoción muy querida del Fundador. (Cf. Rambert, I, 185; Rey, I, 206.)
J. Leflon, Eugene de Mazenod… Volume II p. 42-43