La piedra angular de la existencia de los Oblatos y de toda la familia Mazenodiana ha sido colocada el 25 de Enero de 1816, cuando el grupo comenzó a vivir unido, formando formalmente una comunidad. Menos de tres meses después tuvo lugar un segundo momento definitivo, cuando Eugenio y Henri Tempier hicieron los votos. En sus memorias, Eugenio describe el acontecimiento:
En resumidas cuentas, el P. Tempier y yo juzgamos que no había que aplazarlo más, y el jueves santo (11 de abril de 1816) recogidos los dos bajo el andamio del hermoso monumento que habíamos hecho en el altar mayor de la Iglesia de la misión, con un gozo indecible, hicimos los votos en la noche de ese santo día,… y pedimos a este divino Maestro que, si era su voluntad bendecir nuestra obra, hiciera comprender a nuestros compañeros y a los que en el futuro se nos asociaran, lo que vale esta oblación a Dios de nosotros mismos cuando se le quiere servir sin reservas y consagrar la vida a la propagación del santo Evangelio y a la conversión de las almas. Nuestros ruegos fueron oídos
Rambert, La vie de Monseigneur Charles-Joseph-Eugène de Mazenod, Tome I, p. 187
Esta acción iba a dar un carácter distintivo a los Misioneros: de aquella oblación vendría nuestro nombre. Puesto que este texto es uno de los fundamentos básicos de nuestra identidad, emplearé las siguientes reflexiones en analizarlo.