El interés de los misioneros de prolongar los efectos de la misión en la vida cotidiana se muestra en el establecimiento de comités para mediar en las disputas causadas por la adquisición de propiedad nacional.
Antes de la Revolución la mayor parte de la tierra de Francia estaba en posesión de la Iglesia y de la nobleza. Durante la Revolución esta propiedad fue confiscada como propiedad nacional y fue vendida a otros – una situación complicada por los asuntos de pagarés que habían perdido su valor a lo largo del tiempo. Enormes conflictos se precipitaron cuando los propietarios originales querían la restitución o cuando los pagarés casi sin valor eran reclamados. Era una cuestión de justicia, la cual demandaba una respuesta evangélica para una situación delicada y difícil.
Eugenio predicó sobre esto en Marignane:
Conferencia sobre la restitución. No esquivamos el caso de los bienes vendidos por la nación; solo nos abstuvimos de proferir el nombre de emigrado. Igual libertad sobre los reembolsos en “asignados”.
Diario de la misión de Marignane, el 4 de diciembre 1816, E.O. XVI
La correspondencia de los misioneros se hace eco de esto:
Se llevaron a cabo un gran número de restituciones y muchos casos fueron resueltos favorablemente.
Carta de Hipólito Guibert a Henri Tempier, 16 de Diciembre de 1825,
en PAGUELLE DE FOLLENAY, Vida del Cardenal Guibert, p. 180.
Tempier, por ejemplo, escribió durante la misión en Ancelle:
La cuestión más importante que tratar aquí es la restitución de la propiedad nacional. Teníamos razones para temer que hubiera mucha gente obstinada que se resistiera; sin embargo, teniendo en cuenta las injusticias rectificadas, la misión en Ancelle es una de las mejores. En Ancelle había ochenta personas que habían adquirido propiedad nacional, algunos de primera mano y otros de segunda e incluso de tercera mano. Mantuvimos la reparación proporcional de una sexta parte, para aquellos que la habían adquirido de segunda mano, y de una tercera parte para los que la habían adquirido de primera mano.
Carta de Henri Tempier a Eugenio de Mazenod, Mayo-Junio 1821
en Escritos Oblatos II.2 n. 26.
En St. Pierre, donde « muchos de los habitantes habían adquirido propiedad de exiliados », el Padre Mye resolvió todo amigablemente « con los propietarios legítimos, quienes estuvieron favorablemente dispuestos a reclamar solamente lo que era justo. De este modo, si llos propietarios titulares confesaban que habían adquirido la propiedad de mala fe, les permitían cumplir con la deuda mediante sus obligaciones religiosas.»
Citado por Simonin, “Chronique de la maison du Laus” (1818-1841), en Missions, 35 (1897), pp. 214-15