No debemos mirar más que a la instrucción de los pueblos… no contentarnos con partirles el pan de la palabra sino masticárselo.
Regla de 1818 Capítulo tercero, §1
Como las misiones se daban siempre durante los meses fríos de invierno, Sevrin, autor de dos libros sobre las misiones parroquiales en Francia, escribe sobre el reto para la misión de predicar en una iglesia glacial:
Instrucción de la mañana. Destinada al pueblo, a los que penaban todo un largo día por un pobre salario, y de los que muchos, obligados temprano al taller o al trabajo de los campos, habían apenas frecuentado la escuela y el catecismo, esta instrucción era familiar y sencilla, cordial e ilustrada con anécdotas, un verdadero catecismo sin nombrarlo, y que versaba normalmente sobre las verdades esenciales de la religión. Importaba mucho que ofreciera algún atractivo, para animar a esta pobre gente a levantarse antes que de costumbre, y a ir en invierno a una iglesia helada a oír la explicación del Credo.
SEVRIN, E., Les missions religieuses en France sous la restauration
(1815-1830), I, p. 166.
El hecho que las iglesias estaban llenas por las misiones parroquiales, muestra que las predicaciones de Eugenio y de los Oblatos eran suficientemente atractivas para llevar a la gente a quitar sus camas calientes y venir a escuchar.